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miércoles, marzo 26, 2014

Viajeros del Ayer: Émile Bégin. Parte II: De Vitoria hasta Burgos.

2. DESDE VITORIA HASTA BURGOS

En su libro de viajes, monsieur Bégin introduce pausas en la descripción del itinerario y añade apartados específicos sobre algunas cuestiones y costumbres que le llaman la atención, tales como la mendicidad existente en algunas zonas de España, sobre la que escribe:
El Angel de la Guarda. Murillo (1655)
En las distintas provincias, así como en Castilla, la mendicidad por lo general abunda; se manifiesta ostensiblemente, sin vergüenza ni discreción, tan bien identificado su ejercicio profesional como cualquier otra industria, de manera que en las ciudades, ni siquiera parecen buscar la manera de dar lástima a las gentes por lo habituadas que están. Los mendigos visten bastante bien, a veces mejor que los ciudadanos normales, y todos los lugares les son aptos para aprovecharse del público. Una tarde en Sevilla, en el paseo de las Delicias, en medio de una multitud bastante numerosa, tropecé con un señor de buen aspecto, cubierto por una capa negra y le pisé el pie; mi primera reacción fue la de excusarme y llevarme la mano a mi sombrero; su reacción fue extenderme la suya. En otra ocasión, en la catedral de la misma ciudad, estaba admirando cierta encantadora composición en la que Murillo representa la inocencia infantil de Jesús conducido por un ángel, cuando el roce de una mantilla, la expresión de una mirada que me pareció dulce y el murmullo de una boca todavía hermosa, me sacó de mi estudio; mecánicamente respondí en español: -Tiene razón, es uno de los cuadros más magníficos de la catedral-, y reanudé el hilo de mis reflexiones; pero un minuto después, me empujan el codo, y bajo, la mantilla, veo salir una pequeña mano, y escucho una súplica que no tenía nada que ver con el arte. Este hábito de pedir limosna en las iglesias es una de las cosas más chocantes que he observado en España.
Mendigos en el claustro de la catedral de Barcelona
Grabado de Gustavo Doré. L'Espagne (1874). Barón Ch. Davillier 
Tras sus impresiones sobre la mendicidad, el consejo de la Mesta y otros temas, Émile Bégin continúa el relato de su viaje que le llevará desde Vitoria hasta Burgos. Entra en la meseta castellana atravesando el desfiladero de Pancorbo del que comenta lo siguiente:
"El famoso paso llamado la garganta de Pancorbo, en la que los restos del ejército francés, atrincherados hábilmente, forzaron en 1813 a lord Wellington a abandonar la ruta principal de Vizcaya, y a desviarse por la izquierda con todas sus fuerzas, es uno de los puntos estratégicos más interesantes de la Península española. De hecho, nada en cuanto a fortificaciones naturales, podría aparecer de una manera más espectacular, comenta un viajero: dos peñascos de más de quinientos pies de altura, absolutamente desnudos, presentan los salientes de sus inmensos esqueletos, amenazando por ambos lados al temerario que se adentra entre sus paredes."   
Paso de Pancorbo. Dibujo de David Roberts,. hacia 1832. Grabado de J.C Varrall
Del paso de Pancorbo existen numerosos grabados de mediados del siglo XIX, algunos de los cuales parecen copias retocadas de otros anteriores. Reproduzco dos dibujos, arriba en blanco y negro el grabado de David Roberts (1796-1864), dibujante y pintor escocés que recorrió España entre 1832 y 1833, tomando numerosos apuntes que servirían para su reproducción en numerosas litografías y libros de viajes de diferentes autores, y debajo de estas líneas una acuarela en color del misterioso barón inglés Edgar T.A. Wigram (1864_1935), en la que reproduce el famoso desfiladero sin las formas un tanto fantasmales e imaginarias de David Roberts.

Otra imagen con el paso de Pancorbo. Acuarela de Edgar T.A. Wigram, (1904?)

El viajero prosigue el viaje por la comarca de la Bureba, elogiando la fertilidad de sus campos, pasa por Briviesca, "jolie petite ville de deux mille âmes" y sobre lo accidentado del terreno escribe:
Las mesetas de aquí son las más elevadas de toda España. Para llegar a la cima, diez mulas no parecen suficientes, cuatro bueyes vienen a unirse. Es digno de ver el aire solemne del boyero caminando al frente del convoy, sosteniendo una vara con misma gravedad que un obispo que caminase con su báculo; a destacar la inagotable verborrea del segundo boyero que acompaña la yunta. Únicamente habla él, gesticula, vocifera; toda la responsabilidad, toda la gloria de la subida le incumbe especialmente; y cuando se alcanza el objetivo, el aire de triunfo y de seguridad con que saluda a los viajeros sugiere la idea de una recompensa.
Desde Monasterio de Rodilla el camino es cuesta abajo y al fin la diligencia y sus maltrechos pasajeros llegan a Burgos.

A la capital castellana, lugar obligado para los viajeros de la época, Émile Bégin dedica un extenso capítulo de su libro, comenzando por una semblanza histórica de la ciudad y los tres periodos de reinados que dejaron su huella, a saber:  el reinado de Carlos V y de su hijo Felipe II; el reinado de Carlos III y por último el de Isabel II.
Vista de Burgos
Grabado de Rouargues Frères (hacia 1850)

Además de las visitas acostumbradas a los monumentos de Burgos, monsieur Bégin recorre sus calles y plazas, observando a las gentes y sus costumbres:
Por lo general, las calles de Burgos son estrechas, mal pavimentadas, aunque guarnecidas  de aceras; sin embargo las numerosas plazas, grandes y pequeñas, facilitan la circulación del aire. En el centro de casi todas estas plazas se encuentra una fuente. La plaza de la Constitución, muy amplia, rodeada de soportales, está decorada con una estatua de bronce de Carlos III, de factura muy mediocre; en otra plaza hay una sirena de bronce dorado sobre un delfín; la pequeña plaza de Santa María posee un preciosa fuente renacentista. Los mercados de legumbres, de frutas, de carbón ocupan, en el centro de la ciudad, tres plazas que están contiguas y cerca de las cuales se encuentran las lonjas de la carne, del pescado, etc.; de manera que para el extranjero curioso por conocer los productos del país, la forma de vivir y las costumbres de los campesinos,  basta con dar sobre las nueve de la mañana unas cuantas vueltas de paseo. Casi todas las mercancías llegan en caballerías con alforjas.
Burgos: mercado de la liendre
Dibujo de Gustavo Doré. Grabado de Charles Laplante (1874)
El viajero francés prosigue su paseo por la ciudad, y cuenta sus impresiones con un cierto toque irónico:
De los mercados al Palacio de Justicia, no hay más que un paso; de las garras del mercader a las garras del procurador; no hay mas que una transición natural; también nosotros hemos sido conducidos, sin apenas habernos dado cuenta, al antro de los pleitos.
De su visita a la catedral de Burgos hace una extensa descripción, destacando la considerable variedad del conjunto catedralicio. De la Puerta de los Apóstoles, lamenta la desafortunada decisión de un obispo de mandar eliminar el parteluz que la precedía. Del interior recalca las riquezas y elegancia de las capillas, grandes como iglesias, señala la gran diferencia de calidad en la talla del venerado Cristo de Burgos en comparación con el Cristo que había visto en la iglesia de Vergara. Sobre el cofre del Cid Campeador, emplazado hoy en la capilla del Corpus, narra la conocida historia de la estratagema del héroe, para engañar a los prestamistas judíos que le hicieron un préstamo para poder pagar a sus mercenarios, dejando como garantía un cofre que supuestamente estaba lleno de joyas y riquezas, cuando en realidad únicamente contenía arena y piedras. Finalmente menciona dos elementos populares de la catedral, el llamado papa-moscas y el confesionario real, donde los reyes castellanos confesaban sus pecados una vez coronados.
Escalera dorada del brazo norte del crucero de la catedral
Dibujo de David Roberts (hacia 1833)
Tras visitar el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas y la cartuja de Miraflores, el curioso médico francés termina su estancia en Burgos y emprende camino hacia Valladolid, adentrándose en los páramos castellanos a los que denomina "désert".

Volver a Parte I: Desde la frontera hasta Vitoria 

Sigue en Parte III: De Burgos a Madrid



Fuentes:

Libros:
-Émile A. Bégin. (1852). Voyage pittoresque en Espagne et en Portugal. Paris. Belin-Leprieur et Morizot, Editeurs.

Webs:
Biblioteca nacional de España. BNE
Gallica. BnF
The British Library


 

   
 


lunes, marzo 17, 2014

Viajeros del Ayer: Émile Bégin. Parte I: Desde la frontera hasta Vitoria

1. DESDE LA FRONTERA HASTA VITORIA

Buscando en la red imágenes de otros tiempos, he encontrado en algunos antiguos libros de viajes una valiosa e importante fuente de datos y documentación gráfica.

Uno de los libros de viajes más interesantes que descubrí, fue el publicado en 1852 por el médico, oficial de sanidad e historiador francés, Émile Auguste Bégin (1802-1888), quien recorrió la Península Ibérica hacia 1825 y en 1850, reflejando sus impresiones y anécdotas en el libro "Voyage pittoresque en Espagne, et en Portugal", y que contiene unas magníficas ilustraciones de los MM. Rouargue Frères, grabadores y pintores de gran prestigio.

Fotografía de Émile Bégin tomada en 1872
Ni que decir tiene que los grabados de los hermanos Rouargue, se encuentran reproducidos en infinidad de sitios, y que existen numerosas copias y reproducciones en colecciones de museos y galerías, por lo que junto con la inserción de las ilustraciones, aprovecho para añadir algunos comentarios sobre el itinerario seguido por Émile Bégin, e incluir la traducción de algunos párrafos de su libro.

Los comentarios que hace monsieur Bégin, en ocasiones no son nada elogiosos para las distintas ciudades o regiones por las que transcurrió su viaje. así como tampoco para sus habitantes. También comete errores sobre nombres y lugares geográficos, pero en su conjunto es un notable documento para conocer aspectos y costumbres de las distintas  zonas y de las gentes que poblaban la Península Ibérica a mediados del siglo XIX.

Uno de los grabados más curiosos es el de una diligencia de la época, tirada por 10 mulas, subiendo por una pronunciada cuesta, el collado de Balaguer, situado en la provincia de Tarragona. Al observar el grabado en color, con el carruaje a punto de volcar, no puedo por menos de imaginar el pavor que debían soportar los sufridos viajeros que se atrevían a viajar por los maltrechos caminos de tierra de aquélla época.

El médico y viajero francés entra en España por la frontera de Irún, dando cuenta del cambio en la composición y aparejo del medio de transporte:
Diligencia cruzando el coll de Balaguer (Tarragona) hacia 1850
Nuestro carruaje intercambia sus cinco caballos por siete mulas, su conductor por un mayoral, su postillón habitual por un zagal, y como añadido se incorpora delante un pequeño mensajero, de sobrenombre el condenado a muerte, ya que habitualmente va de Irún a Madrid sin parar, embridado, desenganchada su cabalgadura a la que monta a horcajadas y a la que dirige al trote, a menudo a galope, en cabeza del enganche. En otros tiempos el servicio se hubiese considerado incompleto sin el escopetero, enemigo oficial de los bandoleros cuando no era él incluso salteador, y que ocupaba provisto de una carabina, el pescante trasero de la diligencia; pero gracias a la guardia civil, los nuevos gendarmes españoles, la ausencia de malhechores ha hecho del escopetero un objeto de lujo y fantasía.
Grabado con la composición de una diligencia hacia 1840
Del libro "Recuerdos de un viaje por España". Francisco de Paula Mellado. 
¡Arre! grita el mayoral; ¡arre!, repite el zagal, acompañando los golpes de látigo o de vara con un puñado de extrañas palabras dirigidas a las mulas, las cuales tienen un apodo que las distingue: Capitana, Bella, Generala, Negra; las mulas poseen cualidades y defectos que resaltan continuamente,  y que acompañan con el ¡dia, dia!, ¡hu, hu! y de juramentos de los que caramba es la expresión más suave. Las mulas, dice M. Challamel, distinguen la jerga. A la primera palabra del postillón, hay que verlas levantar las orejas, enderezarse, ralentizar o apresurar el paso. Si alguna de ellas se muestra poco dócil o va demasiado deprisa, nuestro postillón, ágil como un vasco, salta de su asiento situado a la misma altura que el del coupé de las diligencias francesas, y rápidamente las corrige, lo que a veces dura varios minutos. En algunos momentos, el parloteo con las mulas es general. El delantero, el mayoral, el zagal, vociferan a un tiempo; formando un trío de bajos y contraltos que vienen a unirse a la cadencia de los cascabeles que penden del cuello de las mulas y al chirriante sonido de un eje mal engrasado. 
Monsieur Bégin sigue su viaje pasando por San Sebastián y destacando su limpieza y la uniformidad de sus edificios, y se dirige a Tolosa, que en aquéllos años era la capital de Guipúzcoa, elogiando de camino, la belleza del valle del río Urola y el balneario de Cestona.

En la villa de Vergara,  visita el famoso Cristo de la Agonía, del que escribe lo siguiente:
...Lo tienen encerrado en una sombría capilla, en la que lo muestran encendiendo los cirios del santuario; pero al contrario que otras mediocridades por las que cada viajero muestra una admiración dictada por las guías, este Cristo supera infinitamente su renombre, que no traspasa las fronteras del País Vasco. La vista de este Cristo hace daño, me dice desviando los ojos, un hombre del pueblo, un muchacho tranquilo que me acompañaba: ningún elogio podría ser ni más directo, ni más verídico.
El viajero prosigue viaje hasta Vitoria, y allí recuerda la batalla que tuvo lugar en junio de 1813, entre las tropas napoleónicas que escoltaban a José Bonaparte en su abandono de España y el ejército formado por tropas españolas, inglesas, portuguesas y alemanas, al mando del duque de Wellington.

Grabado que representa la Batalla de Vitoria.
 Martial achievements of Great Britain and her allies from 1799 to 1815
Dibujo: W. Heath; Coloreador: M. Dubourg; Grabador:I. Clark. (1814)
Nuestras tropas ocuparon Vitoria durante largo tiempo; pero en 1813, después del memorable asunto que lleva su nombre, una batalla casi sin combate, increíblemente enrevesada, confusa sin duda, fue necesario evacuar la Península. José Bonaparte, al que el general Beaufort-d'Hautpoul protegía la retirada, se encontró con la situación del rey don Rodrigo:
 Ayer fui señor de España
Y hoy no tengo una almena
Que pueda decir que es mía
                    Romancero
El campo de batalla es soberbio. El ejército anglo-español, mandado por Wellington confluyó en la planicie por el camino de Burgos, bordeó la ciudad y avanzó hasta la carretera de Francia, al objeto de cortar nuestra retirada. Los testigos oculares aseguraron, dice M. Adolphe Blanqui, que esta maniobra fue ejecutada con una precisión admirable, y que desde lo alto de los muros, la marcha de las columnas inglesas ofrecía un aspecto magnífico. Cada cual atribuye la debacle a la  falta de entendimiento de nuestros generales, y cuenta de esta memorable escaramuza algún hecho trágico o anecdótico. No fue:, en efecto, una derrota normal: el ejército, cargado de tesoros y de mujeres, era seguido como una presa por sus cazadores; las más hermosas damas de la corte de España, y las ricas joyas de la Indias, tentaban igualmente a vencedores y vencidos.Tampoco hubo combate, y sin la división del general Foy, sin las tropas del general Hautpoul, ni siquiera hubiera habido retirada. Se produjo entonces, algo lamentable, las encantadoras y acicaladas damas, se abalanzaban desde sus carruajes hacia la caballería, a los pies de los dragones y les ofrecían todos los tesoros que pudiesen tomar, si las dejaban subirse a horcajadas para escapar de la furia de los españoles. Vimos los carromatos del ejército francés saqueados por los soldados encargados de protegerlos, y el campo de batalla cubierto de calesas, berlinas, carros y cofres ensangrentados o rotos por la metralla y las balas. Un número considerable de mujeres quedaron tendidas en la campa. No se puede observar sin un sentimiento de pesar, la colina y el bosque por donde escaparon el resto de este gran desastre, que cuenta como una fecha destacada en las celebraciones de la independencia española.
Batalla de Vitoria, traslado de prisioneros.
 Martial achievements of Great Britain and her allies from 1799 to 1815
Bibujo: W. Heath; Coloreador: M. Dubourg; Grabador:I. Clark .(1814)

Fuentes:

Libros:
-Émile A. Bégin. (1852). Voyage pittoresque en Espagne et en Portugal. Paris. Belin-Leprieur et Morizot, Editeurs.

Webs:
Biblioteca nacional de España. BNE
Gallica. BnF
The British Library








sábado, marzo 08, 2014

Iglesias de Ibiza - Parte II

 Esta segunda entrada sobre las iglesias de la isla de Ibiza comprende:   
  1. Iglesia de la Mare de Deu de Jesús
  2. Iglesia de Sant Joan de Labritja
  3. Iglesia de Sant Jordi de ses Salines
  4. Iglesia de Sant Josep de sa Talaia
  5. Iglesia de Sant Llorenç de Balàfia
  6. Iglesia de Sant Mateu d'Albarca
  7. Iglesia de Sant Miquel de Balansat
  8. Iglesia de Sant Rafel de sa Creu
  9. Iglesia de Sant Vicent de sa Cala       
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Iglesia de la Mare de Deu de Jesús

La iglesia de Jesús, una pequeña población perteneciente al "quartó" de Santa Eulalia y próxima a la ciudad de Ibiza, alberga una de las obras religiosas más importantes de la isla. Se trata del retablo de su altar mayor, obra de finales del siglo XV atribuida a los pintores valencianos Roderic de Osona y su hijo Francesc de Osona.  
El trabajo fue encargado por una comunidad de frailes franciscanos y consta de tres cuerpos, con unas dimensiones de 7,50 x 5,10 m.. Lo forman 25 tablas pintadas con distintas representaciones religiosas.

En la tabla central se representa a la Mare de Deu entronizada amamantando al Niño Jesús. El siguiente orden o nivel se dedica a la estigmatización de San Francisco de Asís y en el ático, al milagro de la misa del Papa San Gregorio. El retablo se completa con numerosas representaciones llenas de elementos  simbólicos.

No existe unanimidad sobre cómo una obra de tal envergadura pudo llegar a una iglesia tan modesta, si bien el hecho de que el conjunto de edificios albergara un convento de franciscanos, y a partir de 1580 de frailes dominicos, confirma que el lugar debió tener cierta relevancia.

Debido al peligro que representaban las incursiones piratas, los dominicos trasladaron el convento existente para instalarse dentro de las murallas de Ibiza, manteniendo la propiedad del lugar hasta 1674.

El retablo, que ha tenido varias restauraciones, sigue estando muy deteriorado y pendiente de una restauración a fondo que debe ir acompañada de la mejora de las condiciones ambientales interiores del edificio, ya que son una de las causas de la degradación de la obra. (El 15 de abril de 2018, en un acto inaugural, se dieron por terminados los trabajos de restauración del retablo). 

El templo inicial, del que se tiene noticia escrita desde 1466, era frecuentado por las gentes del mar. La iglesia actual se compone de una sola nave cubierta con bóveda de cañón acodada con arcos fajones apuntados que la dividen en cuatro partes. Lateralmente se abren seis capillas añadidas en los siglos XVII y XVIII. En 1818 fue demolida una torre aneja y a finales del siglo XIX se construyó la zona porticada.

La iglesia funcionaba como vicaria auxiliar de la parroquial de Santa María en la Vila, hasta que con la reorganización de la diócesis formulada por el obispo Abad Lasierra en 1785, es elevada a la categoría de parroquia.


Dibujo de Alexander Stuart Boyd hacia 1906
Del libro "The Fortunate Isles" de Mary Stuart Boyd

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Iglesia de Sant Joan de Labritja

El origen de la iglesia de Sant Joan de Labritja está en la capilla que en 1717 se comienza a erigir en unos terrenos donados por Antoni Marí "Milà", terminándose los trabajos hacia 1720 y poniendo el nuevo templo bajo la advocación de San Juan Bautista.

Esta capilla inicial, (capella de Sant Crist) forma parte de la iglesia actual que mandada construir en 1726 por el obispo Samaniego, no fue terminada hasta 1771, siendo elevada a parroquia en 1785.

La iglesia presenta un aspecto diferenciado al resto de las iglesias de la isla. El edificio principal de forma rectangular, consta de siete capillas, y anexadas al mismo se encuentran otras construcciones levantadas a lo largo de los años, como las dos sacristías, el porche, la casa parroquial y el campanario que sustituyó a la espadaña, que se erige sobre la fachada principal.

El interior es muy sobrio, ya que el templo fue incendiado en 1936, destruyendo entre otras piezas el retablo del altar mayor.

Por Navidad y en Semana Santa, son interpretadas las "caramelles", canciones religiosas, que relatan el misterio del nacimiento y muerte de Jesucristo y que pertenecen al cancionero tradicional más antiguo de la isla. 

Porche de la iglesia de Sant Joan
De la revista A.C. (1935)















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Iglesia de Sant Jordi de ses Salines

Junto con los templos de Santa Eulalia des Riu, Sant Antoni de Portmany y Sant Miquel de Balansat, la iglesia de Sant Jordi de ses Salines forma parte de los cuatro primeros templos-fortaleza de Ibiza, siendo el mejor conservado de todos ellos.

La iglesia actual se levanta en el lugar donde antes del siglo XVI ya existía un torreón defensivo que disponía de una capilla ubicada en su espacio central. Las primeras noticias escritas que se tienen datan de 1469. La nave principal se construyó con gruesos muros ataluzados de más de 1,50 metros de grosor, coronada de almenas y hasta 1869 estuvo artillada.

La única nave, de 18,50 x 7,70 x 8,50 m de altura, está dividida en tres tramos por dos arcos fajones. En la primera mitad el siglo XVII se abre una capilla lateral, hoy dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y en una fecha indeterminada hacia finales del siglo XVII, debió abrirse la capilla situada a mediodía cubierta con una cúpula provista de linterna.

Vista del coro
En el periodo comprendido entre 1729 y 1776 fue rector de la iglesia, Francesc Balansat i Laudes, que aparece retratado en el parteluz central de la baranda del coro y a cuya dilatada etapa como vicario se debe la pila bautismal (1732)  labrada en piedra viva por el escultor mallorquín Joan Coll; el zócalo de baldosa valenciana esmaltada; el retablo barroco del altar mayor; la custodia de plata y el acceso que da a la plaza.

Tras la restauración del obispado de Ibiza en 1785, y al igual que otros templos de la isla, Sant Jordi adquiere la categoría de iglesia parroquial, al tiempo que le es segregada una parte de la demarcación que es asignada a la reciente parroquia de Sant Francesc de Paula para atender a los trabajadores de las cercanas salinas.
El 27 de setiembre de 1863 tuvo lugar un hecho luctuoso, el asesinato dentro de la casa parroquial del rector Joan Ferrer y su criado. Este crimen, unido a la agresión sufrida días más tarde por el cura párroco de Sant Llorenç, Bertomeu Ribas, debió producir una conmoción en la cerrada sociedad ibicenca.

El templo y las dependencias anexas, han sido objeto de numerosas reformas y ampliaciones. Tras la Guerra Civil hubieron de ser restablecidas la imágenes, muebles y objetos litúrgicos que desaparecieron en el incendio provocado por los milicianos.
Hueco abierto para comunicar la nave central con una de las
capillas laterales apreciándose el grosor de los muros


La iglesia de Sant Jordi en una foto de 1906
(Del libro With a Camera a Majorca de Margaret d'Este)







































El retablo actual, de estilo barroco, imita en su composición al desaparecido en 1936 y se terminó de montar en 1991, combinando elementos antiguos con otros más modernos.

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Iglesia de Sant Josep de sa Talaia

Cuando en 1785 la iglesia de Sant Josep queda instituida como parroquia, llevaba construida desde 1731, ya que fue una de las tres iglesias que el arzobispo Manuel de Samaniego autorizó a erigir tras la visita que realizó a las islas de Ibiza y Formentera en 1726. 

En la redacción que monseñor Abad y Lasierra hace en su Plan de la nueva Catedral y Diócesis de Ibiza, escribe sobre Sant Josep:
"La Yglesia es obra moderna, muy capaz y bien executada, y la adornan con mucha decencia: toda la Fabrica, adornos, Jocalías, Cera y demás necesario para los Oficios Divinos corre á cargo de la Obra y á expensas de los Feligreses" 
El maestro de obras fué Pere Ferro, natural de Denia y afincado en la isla, que intervino en las obras de reparación de Santa María la Mayor, única parroquia y futura catedral de Ibiza.

La construcción no estuvo exenta de dificultades, empezando por la falta de acuerdo de los vecinos de las distintas vendas o pedanías para elegir el lugar donde levantar el templo, y de hecho los vecinos de las ventas de es Vedrà i s'Alqueria y los de el Pou d'es Ginebre, descontentos con el emplazamiento elegido, constituyeron años más tarde, la parroquia de Sant Agustí.
Grabado de Sant Josep de sa Talaia hacia 1860
(Die Balearen. Archiduque Luis Salvador de Austria)
Las obras avanzaron rápidamente con la colaboración de los vecinos de las distintas vendas y bajo la dirección de Pere Ferro y en 1729 ya se podía oficiar misas en una capilla provisional del interior del templo. A finales de septiembre de 1730 un rayo destruye el polvorín del baluarte de Santa Lucía en Vila, destruyendo numerosas casas y edificios, siendo requerido el maestro Ferro para ayudar en la reparación de los daños ocasionados, reincorporándose a las obras de Sant Josep cuatro meses más tarde.


El grueso de las obras concluyeron en 1731, aunque en años sucesivos se realizaron distintas intervenciones de mejoras y acabados.

El templo consta de una nave con bóveda de cañón sostenida por cinco arcos y con un amplio porche en la entrada. Tiene unas dimensiones de 24 x 8 x 12 metros de altura.

Al igual que el resto de las iglesias de la isla, el conjunto sufrió numerosos destrozos en 1936. De las imágenes del retablo original únicamente se salvó íntegramente la talla de Sant Josep, que ocupa actualmente la hornacina principal del nuevo retablo instalado en 1958.

A la iglesia de Sant Josep se la considera la "catedral rural" de Ibiza, en ella se celebran audiciones de música con uno de los pocos órganos existentes en la isla.

Especial interés tiene el púlpito, de madera policromada y que data de los años 1760-1763. Su ámbito consta de siete tablas de 70 x 30 cm pintadas y atribuidas al pintor José Sánchez Ocaña, que representan los misterios gozosos del Rosario.

 








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Iglesia de Sant Llorenç de Balàfia

La parroquia de Sant Llorenç, creada en 1785, fue la segunda que se instituyó en el "quartó" de Balàfia.

El templo, que fue inaugurado en 1797 y mantiene la estructura básica de las iglesias construidas en la isla, a raíz del Plan de ordenación en parroquias, promulgado por el obispo Abad Lasierra.

Junto con la iglesia de Sant Rafel, fue uno de los templos más ràpidos en ser construidos. Tuvo como maestro principal de las obras a Joan Antoni Cerdá, quien siguió supervisando la construcción cuando fue sustituido por Antoni Novell, maestro de obras, picapedrero y carpintero. En 1788, se celebró la primera misa aprovechando la festividad del santo titular.
Porche con un sólo arco de acceso principal

 Sant Llorenç está considerada como una de las iglesias más armoniosas y equilibradas en su arquitectura. Consta de una única nave con bóveda de cañón y siete capillas laterales. La espadaña actual es posterior a la construcción inicial. Así mismo, el "porxo"  se añadió a principios del siglo XIX y junto con el porche de la iglesia de Santa Gertrudis, son los únicos con un sólo hueco de acceso en toda la isla..   


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Iglesia de Sant Mateu d'Aubarca


Al igual que ocurrió con la creación de otras parroquias, en 1784 los habitantes de la zona conocida como Aubarca se quejaron al obispo Abad Lasierra de las largas distancias que debían recorrer para recibir asistencia religiosa, bien de la vicaría de Sant Miquel o peor aún, en la única parroquia como tal existente en la isla, la iglesia de Santa María la Mayor, en la ciudad de Ibiza.

El obispo recoge la petición de los fieles y en el decreto de creación de nuevas parroquias en las islas de Ibiza y Formentera, promulgado el 16 de julio de 1785, funda junto con otras, la parroquia de Sant Mateu.

El obispo creaba las nuevas parroquias pero carecía de fondos para su construcción, cuya responsabilidad recaía en los habitantes del territorio al que servían las parroquias.


El sacerdote a quien correspondió la tarea de poner en marcha y organizar la construcción de la nueva parroquia fue D. Joseph Ribas, que atendió a los feligreses de la zona desde 1786 hasta 1791, utilizando para ello la vivienda de Antonio Cardona.

No se tienen noticia de ningún maestro de obras y menos aún de arquitecto o aparellador, que interviniera en la construcción. Cada día festivo, al tiempo que acudían a las celebraciones religiosas, los payeses iban aportando en sus carros, los materiales que emplearían entre semana para levantar el templo. La aportación de mano de obra lo era por riguroso turno, y quienes no acudían a trabajar cuando les tocaba, eran multados.

Las obras comenzaron en 1786 y el nuevo templo fue bendecido por el obispo el 29 de junio de 1808, si bien había sido acabado en lo fundamental en 1796. Consta la iglesia de nave de planta única con ocho capillas y con una traza muy similar a las de Sant Llorenç y Sant Carles. El "porxo" fue levantado entre 1884 y 1885 y a diferencia de los de otras iglesias, carece de bancos de piedra para sentarse. En 1968 se reformó el altar  mayor y en 1996 fueron restaurados el coro y el porche. En ese mismo año el templo fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC).


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Iglesia de Sant Miquel de Balansat

La iglesia-fortaleza de Sant Miquel es uno de los cuatro templos que se construyeron en cada uno de los "quartons" en que se dividió la isla tras la Reconquista en1235 y antes de la promulgación del decreto de creación de parroquias de 1784.

La iglesia bajo la advocación de San Miguel Arcángel fue levantada entre los siglos XIV y XV y ampliada en los siglos XVI y XVII, y con posteriores añadidos como la capilla lateral de Benirrás que es de 1690 o la de Rubió que se mandó levantar en 1691.
Vista de la fachada Este fortificada
Al igual que otros templos de la primera época de la Reconquista, posee una estructura defensiva, con gruesos muros de piedra, que se aprecia con claridad en las fachadas trasera y laterales y con la casa rectoral construida encima de la bóveda de la iglesia, para salvaguardar en lo posible a los vicaríos de los ataques piratas.

El templete actual del campanario fue construido en el siglo XIX y sustituyó a una espadaña inicial. El conjunto religioso de Sant Miquel tiene algunas particularidades respecto los de Sant Antoni y Santa Eulària, como el patio que antecede al porche de la entrada principal y al que se accede a través de tres arcos.
Vista exterior con los arcos que dan acceso al patio de la iglesia

 La iglesia está situada en lo alto de una colina (el Puig de Missa de Sant Miquel) con unas vistas sobre el contorno y especialmente sobre la bahía de Balansat, lo que permitía divisar con antelación invasiones y tomar medidas para protegerse, ya que era el puerto natural de desembarco de piratas y berberiscos.
Interior del templo desde el coro
 En 1980 fue reformado el porche. En los años 2001-2002 se hicieron obras de mejora del templo y recientemente (mayo 2013) en el patio se ha acometido el arboricidio de los árboles que en él estaban, para sustituirlos por unas desafortunadas jardineras, que afortunadamente no llegaron a concluirse y fueron demolidas. R.I.P.


Murales de la nave principal representando escenas rurales

En septiembre del año 2006 fueron descubiertas en los frisos laterales de la nave pincipal, unas pinturas murales ocultas bajo capas de cal y que fueron restauradas en los años 2007-2008. Los dibujos  datan de principios del siglo XIX y representan escenas rurales cotidianas, con los payeses de protagonistas.

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Iglesia de Sant Rafel de sa Creu

En 1786 se inician las obras de esta iglesia, dedicada al arcángel San Rafael y que formaba parte de las 15 nuevas parroquias instituidas por el decreto del obispo Abad Lasierra.

El terreno elegido para su ubicación, en un cruce de caminos, en la venda de Forca, fue cedido muy a su pesar por Francesc Planells "Fariseu". No se si el alias se lo pusieron antes o después de la obligada cesión de los terrenos, pero ya es humillante que encima tuviera que llevar ese apelativo un tanto ofensivo.

Altar mayor
Tal como era costumbre, los propios feligreses tuvieron que aportar los materiales y mano de obra. Los trabajos se desarrollaron con cierta  rapidez y las obras se acabaron en 1793, siendo la primera de las iglesias de nueva planta en ser terminada y la única que encuentra finalizada cuando llega a la isla en 1795, el tercer obispo de la diócesis, monseñor Climent Llocer. Consta el edificio de la iglesia de una nave y siete capillas laterales, la espadaña campanario se eleva a 144 m sobre el nivel del mar y el porche ocupa un lateral de la fachada principal.

En 1854 tuvieron que realizarse obras de consolidación ya que en una esquina del edificio apareció una gran grieta, de tal manera que muchos de los feligreses dejaron de acudir a la iglesia por el temor de que se viniese abajo. De estos trabajos se encargó el maestro picapedrero Joan Tur "Solaies" que también construyó el coro y amplió la casa rectoral.

 La talla actualmente existente del arcángel titular, es obra del escultor valenciano E. Bellido y sustituye a la imagen original que fue destruida por el fuego en 1936, al igual que todo el interior del templo.

El  campanario inicial fue modiifcado en 1900 y de nuevo en 1956, adoptando el aspecto que actualmente mantiene.

El conjunto arquitectónico semeja un recinto-fortaleza y desde la plataforma donde se ubica el templo se aprecia una magnífica vista general de Ibiza ciudad y especialmente de la silueta de D'alt Vila.

 
 















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Iglesia de Sant Vicent de sa Cala

Hacia 1810, siendo obispo monseñor Blas Jacobo Beltrán, autoriza levantar un oratorio para atender a los feligreses dispersos en la zona de norte de la isla, y que debían acudir a la distante iglesia de Sant Joan de Labritja por caminos casi impracticables o inexistentes. No se dieron demasiada prisa los habitantes de la zona, ya que no es hasta 1825 cuando se reúnen sesenta y seis cabezas de familia, junto con el rector de Sant Joan, y deciden levantar un templo en un solar que dona José Marí "Rieró", no sin reparos de cuatro vecinos que consideraban innecesario el templo.

Lo cierto es que las obras no comenzaron inmediatamente sino que se demoraron hasta que en 1827, gracias a una herencia del rector de Sant Antoni, Joan Marí Torres, que puso como condición que los trabajos comenzasen antes de tres años, requisito que obró el milagro de que las obras fueran iniciadas sin más dilaciones.

La iglesia sería terminada en 1835, si bien no acabó de completarse hasta 1838 y se trata de un modesto edificio, con unas medidas de 18m x 6,5 m x 7,40 m de altura, de nave única con bóveda de cañón y seis capillas laterales. El santo titular es San Vicente Ferrer.

Mientras duraron las obras, las misas se celebraban bajo un algarrobo cercano. En la foto inferior incluyo la imagen del que hay junto a la iglesia, y cuyo tronco está incrustado en la tapia, si bien desconozco si es el árbol al que se refieren los escritos.

Algarrobo encastrado en la tapia
El porche está situado en un lateral y es de construcción posterior, añadiéndosele una sala en el siglo pasado que funcionó durante años como teleclub y Centro Social.

En 1933 se convierte en parroquia, si bien ya se se había otorgado tal categoría en 1867, que  no llegó a ejercitarse.

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Un libro sobre el tema: "Las Iglesias de Ibiza" . Autor: Jorge Demerson.  
Dep. legal : M 39039-1974
Editorial: Amigos de Ibiza, Madrid  Año: 1974

Otras fuentes: "Illes Pitiüses/VI, Portmany". Autor: Joan Marí Cardona
Dep. legal: I-48-1990
Editorial: Institut d'Estudis Eivissenc, Eivissa, 1990

"Illes Pitiüses/VII, Santa Eulària". Autor: Joan Marí Cardona
Dep. legal: I-204-2008
Editorial: Institut d'Estudis Eivissenc, Eivissa, 2008

"Esglésies d'Eivissa i Formentera". Autores: Santiago Barberá, Marià Torres Torres, Luis Cervera
ISBN: 84-95565-37-4
Editorial Mediterrània Eivissa. 2003

"Set segles fa"
Dep. legal: I-168-1999
Consell Insular d'Eivissa i Formentera

"Plan de la nueva Catedral y Diócesi de Yviza". Manuel de Abad y Lasierra.
Ejemplar manucristo.  1785
Biblioteca Nacional de España.

"Guía del Patrimonio arquitectónico de Eivissa y Formentera"
Director de la obra: Luis Cervera Miralles
Diario de Ibiza
Dep. legal: V-3913-2003 

"Eivissa i Formentera. El llegat històric". Autor: Paul R. Davis. Traducción: Joan Albert Ribas.
IBN 978-84-613-3051-5
Barbary Press

Una web: Enciclopédia d'Eivissa i Formentera . Consell d'Eivissa.  www.eeif.es