Uno de los lugares que tenía interés en visitar cuando llegué a Ibiza, hace de esto ya tres años, era la isla de Conejera o Conillera, situada en la costa occidental de la Pitiusa mayor, frente a la bahía de Sant Antoni.
El punto de partida fue el peculiar embarcadero existente en una de las calas de las playas del Comte, frente al restaurante de ses Roques en lugar del puerto de Sant Antoni, tal como estaba inicialmente previsto.
Este cambio de última hora se convirtió en una ventaja, ya que al ser más corta la travesía en barco, permitiría disponer de más tiempo y posibilitaría visitar el faro existente en Conillera.
Si el embarcadero de cala
Comte es singular, el de
Conillera lo es todavía más, ya que está situado dentro de una especie de caleta o piscina natural de reducidas dimensiones y que se abre al mar por una bocana de unos 7 metros de ancho. La elección de este embarcadero, situado en una ensenada en la costa oriental de la isla y a resguardo del oleaje del mar abierto no podía ser más aceptado.
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Embarcadero de la isla Conillera |
Desde el mismo muelle del embarcadero, arranca un vial que llega hasta el punto más elevado de la isla donde se asienta el faro.
En la excursión nos acompaña Joaquín, empleado de la Autoridad Portuaria, gracias al cual podremos visitar el interior del faro. Al poco de desembarcar abre las puertas de un reducido cobertizo, situado cerca del muelle y en cuyo interior descansa un viejo motocarro, que servía y sirve todavía, para subir hasta el promontorio del faro los componentes y piezas necesarios para su funcionamiento.
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Joaquín, comentando las funciones del sufrido vehículo |
La isla de
Conillera tiene una superficie de unos 1,08 km2, la única construcción significativa es la del faro, y sobre ella existen historias y leyendas no siempre muy creíbles. A pesar de su tamaño el relieve es muy escarpado y salvo la zona de la ensenada, donde confluye una torrentera, su costa es muy accidentada, especialmente la parte occidental. De punta a punta mide 2.100 metros y su máxima anchura tiene unos 985 metros en la zona sur.
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Captura de la isla Conillera, con el camino de subida hasta el faro desde el muelle |
El camino hasta el faro es una plataforma de unos 3,00 metros de anchura, construida sobre el terreno natural aprovechando las rocas y piedras existentes en el lugar, y con la capa de rodadura o pisable a base de asfalto que ha desaparecido en algunos tramos. La longitud del trazado desde el muelle hasta la entrada del recinto al faro, es de unos 1.230 metros y no ofrece ninguna dificultad. Los excursionistas hicimos la subida, siempre cuesta arriba, en unos 35-40 minutos, incluyendo una parada intermedia de unos 10 minutos bajo la sombra de unas sabinas, en la que Marta, la guía, nos explicó los aspectos más característicos del hábitat de
Conillera y del conjunto de islas e islotes de la Reserva Natural de la que forma parte.
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Subiendo al faro |
La superficie de
Conillera es muy accidentada y su vegetación escasa y rala, predominando varias especies del género de las
"sempervivum", plantas adaptadas a terrenos áridos y capaces de almacenar agua en sus gruesas hojas. También abundan los enebros y las sabinas adultas deformadas por el viento. En la vaguada o torrentera que discurre a la derecha del camino en sentido ascendente, crecen algunos pinos de cierta envergadura.
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Grupo de sabinas adultas |
La fauna característica de la isla la componen gaviotas, la común y la de pico amarillo, lagartijas
(sargantanas), e insectos de todo tipo. Algunas aves, como la pardela balear o
"virot" constituyen especies endémicas.
Aunque el nombre de la isla induce a pensar que está llena de conejos, no pude apreciar demasiada presencia de estos animales, si bien en la visita guiada no está permitido desviarse del camino y sólo podíamos examinar el terreno cercano al mismo. Por otra parte, no está claro que el nombre de la isla provenga de la abundancia de tan prolíficos animales, ya que existe la teoría de que el nombre de
Conillera proviene del latín
"cuniculum" que significa túnel, por la cantidad de cuevas existentes en la abrupta costa de la isla.
En esta época del año las gaviotas estaban nidificando, por lo que conforme íbamos subiendo y nos acercábamos al área de nidificación, fueron aumentando de tono los graznidos de las aves, que protestaban o se avisaban entre ellas de la presencia de intrusos, al tiempo que nos sobrevolaban.
La subida hasta la atalaya donde se encuentra el faro no resultó nada fatigosa y para ello contribuyó la climatología del día con temperaturas de 20-21ºC a la sombra y la suave brisa que nos acompañaba. No obstante conforme íbamos ascendiendo, el grupo de excursionistas se fue separando y la llegada de los componentes hasta el faro fue escalonada, lo que nos permitió echar un primer vistazo antes de la llegada de todo el grupo.
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Llegando hasta la atalaya del faro |
El faro de
Conillera está ubicado en la parte más elevada de la isla y más al Norte, conocida como
Cap Blanc o
Punta d'es Cavall. Empezó a construirse en 1855 y puesto en funcionamiento en 1857.
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Cartel en la entrada al recinto del faro |
Es obra del ingeniero palmesano
Emili Pou i Bonet, proyectista de varios faros en las Baleares y de la primera reforma integral del puerto de Ibiza.
Anuncio publicado en el periódico ibicenco
"El Isleño" en diciembre de 1857, comunicando con retraso el encendido del faro de Conejera.
Con posterioridad al levantamiento del faro fueron construidas dos viviendas a ambos lados del mismo, destinadas a los torreros y sus familias. En 1971 se automatizó el funcionamiento y actualmente la lámpara es alimentada mediante la energía generada por unos paneles solares que es almacenada en acumuladores.
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La forma circular de la base es inusual en este
tipo de construcciones |
Todo el conjunto edificado se encuentra dentro de un recinto circunvalado por una valla de piedra, que en alguno tramos está derruida.
Antes de poder subir a la torreta del faro, Joaquín nos da cuenta de algunos detalles sobre las características del mismo, sobre los distintos tipos de energía utilizada para el encendido de la lámpara, desde el aceite de oliva y parafina de sus inicios hasta la energía solar actual..
En el grupo viene una mujer, familiar de un torrero que trae recortes y notas sobre la vida en el faro, y es leído un apunte del diario que los encargados del faro debían de cumplimentar.
Surgen comentarios sobre las penalidades, carencias y dificultades que soportaban las familias de los fareros en sitios deshabitados como el de
Conillera y alguien cuenta como anécdota, que hace años se organizó una visita a la isla y se invitó a la esposa de un antiguo torrero que se negó tajantemente a acudir, argumentando que no quería recordar malos tiempos.
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Escalera de caracol de subida a los
distintos niveles y a la linterna
(Foto Marimar) |
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Pasillo que rodea al núcleo con el
acceso a una de las viviendas
(Foto Marimar) |
Tras la charla, Joaquín abre la puerta de acero inoxidable que da acceso al faro y accedemos a su interior en grupos reducidos.
El interior del edificio base, es una especie de corona circular en la que el núcleo lo constituye la torre del faro con una escalera de caracol construida en piedra para poder acceder a los distintos niveles. A este núcleo lo envuelve un pasillo-vestíbulo a través de cual se comunican las dos viviendas, una a cada lado del edificio principal.
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Vista del techo y de la cubierta con huecos
de goteras |
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Chimenea con el cubeto para la leña o carbón |
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Pozo en el interior de las viviendas |
El largo periodo de tiempo transcurrido, (42 años), sin estar habitadas de forma regular, ha originado que el estado de conservación de las dos viviendas sea muy precario. Las goteras existentes, una de las principales causas por las que las construcciones se arruinan, han provocado la caída de los falsos techos de cañizo, y son causa de la humedad existente y ahuecamiento de los pavimentos.
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Cocina desmantelada |
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Ducha |
Aún se aprecian restos de los usos de las antiguas dependencias, que disponían de agua corriente, supongo que bombeada desde los pozos que recogían el agua de lluvia, cocinas de fundición, chimeneas con un curioso hogar para la leña, aseos con ducha y aparatos sanitarios de porcelana vitrificada, restos de mobiliario, etc.
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Restos de sanitarios |
El recorrido por las viviendas, que estaban a oscuras por el tapiado de puertas y ventanas, no interesó demasiado y sólo una parte de los visitantes las curioseamos, especialmente las mujeres del grupo. De hecho, todas las fotos del interior de las mismas las hizo mi mujer con su móvil, que salió asustada cuando notó crujir bajo sus pies el pavimento que no eran sino losetas sueltas que se rompían al pisarlas.
La subida hasta los distintos niveles del faro se hace a través de una angosta escalera de caracol. Hay un primer nivel que comunica con la cubierta del edificio base y al que se accede por una especie de portillo bajo y estrecho. En este primer nivel se encuentran los paneles solares que alimentan el funcionamiento del grupo óptico del faro.
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Paneles solares en la terraza de la cubierta del edificio base |
Seguimos subiendo hasta un segundo nivel, ya en la corona de la linterna y al que también se accede a través de un pequeño portillo. Desde aquí las vistas son magníficas, y se ven todas las islas e islotes que componen la Reserva Natural, la mágica silueta de
es Vedrà, el islote de
es Vedranell, la isla de
es Bosc (que a pesar de su nombre no tiene ni un sólo árbol), la de
s'Espartar, y el grupo de
ses Bledes, que constituyen el punto de tierra de las Baleares más próximo a la Península, y cuyos fondos marinos son diferentes a otros del entorno ya que no hay praderas de posidonia, el alga a la que se deben la transparencia de las aguas de Ibiza y Formentera.
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Foto tomada desde la corona del faro, con las islas Bledas al fondo. |
Desde la corona del faro se puede subir a un tercer nivel por medio de una escalerilla exterior. Aunque había una ligera neblina que restaba nitidez, se podía apreciar el perfil de la costa alicantina.