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1808-10
Liberación de Portugal
En noviembre de 1807, tropas napoleónicas, con ayuda de fuerzas españolas, habían ocupado Portugal. Los miembros de la familia real portuguesa, abandonaron la nación vecina el día 29, rumbo a Brasil, y Napoleón unió otra pieza, a su particular política imperialista. El mariscal Jean Andoche Junot, que había mandado el ejército invasor, quedó como lugarteniente del emperador.
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Salida del príncipe regente de Portugal para Brasil Dibujo de Henri L'Evêque (1769-1832) Grabado de Francesco Bartolozzi (1727-1815) Campaigns of the British Army in Portugal (1812) Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal |
Antes de su partida hacia Brasil, el príncipe regente don Joao, (futuro Joao VI), hizo público un decreto con la intención de trasladarse a Rio de Janeiro, evitando las funestas consecuencias que una defensa de la institución, podía provocar en la nación. En el mismo decreto, estableció el gobierno que debía regir la nación en su ausencia. La ocupación de Portugal, se desarrolló sin combates dignos de ese nombre, y tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas, mostraron su obediencia a Napoleón.
En los primeros meses de 1808, Junot procuró dispersar los restos del ejército portugués, enviando una fuerza de unos 9.000 soldados a Francia, repartiendo en pequeños destacamentos provincianos el resto de militares, y licenciando tropas. El general francés procuró reforzar su posición en Lisboa, acopiando municiones y fortaleciendo las defensas.
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El ejército francés, al mando de Junot, avanza entre las montañas de Portugal Dibujo de Maurice Henri Orange (1867-1916) Life of Napoleon Bonaparte. William Milligan Sloane The Century Magazine Fuente: Library of Congress |
El 16 de abril de 1808, una delegación de notables portugueses fue recibida por Napoleón en Bayona, a quien rindieron pleitesía, y obtuvieron del emperador, la promesa de que el país no sería desmembrado, manteniendo su integridad territorial. De regreso a Portugal, publicaron un manifiesto con lo acordado con Napoleón, que fue bien acogido por los lusitanos, dispuestos a mantener una alianza con Bonaparte, siempre y cuando se mantuviesen las señas de identidad y capacidad de decisión de los propios portugueses.
La ambición de Napoleón, la soberbia de Junot y el menosprecio hacia la propia nación portuguesa, que había elaborado una constitución liberal, coincidió con los actos de levantamiento de las provincias españolas, y en la necesidad de Napoleón de destinar parte de sus fuerzas en Portugal, para sofocar las revueltas de España.
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Oporto. Torre dos clérigos Obra de James Holland (1799-1870) Fuente: MeisterDrucke |
En Oporto había un importante contingente de tropas españolas, al mando de un militar de ingenieros, el mariscal de campo Domingo Belestá Pared. Producido el levantamiento de Galicia, la Junta gallega, mandó instrucciones a Belestá para que prendiese al general francés Quesnel, e hiciese prisioneros a cuantos franceses pudiese, y regresase a España con sus tropas. Así lo hizo Belestá, y tras constituir los portugueses una Junta el 6 de junio, quedando al frente de la misma, el brigadier Luis Oliveira da Costa, los militares españoles abandonaron Oporto, cruzando el Miño entre el 10-11 de junio.
El día 7 de
junio, el mayor Raimundo José Pinheiro, proclama al príncipe regente don Joao, como heredero legítimo, y es izada la bandera portuguesa en el castillo de San Juan de Foz. Dos días después, el brigadier Oliveira se arrepiente de la decisión adoptada y vuelve a la obediencia napoleónica. El magistrado Pinheiro, se ve obligado a huir. Pero la chispa de la insurrección había prendido y a lo largo del mes de junio y julio, se producirán numerosos levantamientos por toda la geografía portuguesa.
Los dos países peninsulares, vecinos, pero no siempre bien avenidos, iban por una vez, a coincidir en sus objetivos, y al tiempo que los focos de rebelión se extendían por España, y se libraban los primeros enfrentamientos importantes contra las tropas imperiales, en Portugal, un país con escasos cuatro millones de habitantes, agobiado y en situación límite, por los costes e indemnizaciones impuestos por los invasores, se encontraba en un estado de insurrección, pero su capacidad de actuación, estaba muy mermada por la confiscación de armas emprendida por los franceses, la dispersión de sus pocas tropas de línea, y la salida a Brasil, acompañando a la familia real, de la mayoría de mandos militares. Tampoco había una coordinación entre los distintos distritos portugueses, donde las rivalidades, dificultaban una actuación coordinada. Los ataques a los ocupantes, eran acciones menores sin continuidad. Por otra parte, Inglaterra, siempre atenta a sus intereses, vigilaba las costas portuguesas con su marina, obteniendo información sobre la situación, y a la espera de entrar en acción.
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Vista de Oporto (1791) Dibujo y grabado de Manuel Marqués de Aguilar (1767-1816) Imagen recortada Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal |
El 29 de julio, fuerzas portuguesas y españolas, con un ejército conjunto, pero con mandos separados, se enfrentan a los franceses cerca de Evora. Las tropas profesionales estaban compuestas por unos 700 soldados lusos y 1.070 militares españoles, a los que se unieron una cantidad ingente de paisanaje, con coraje, pero sin apenas armas. Una vez más, el error de combatir sin preparación, y la falta de veteranía de gran parte de los combatientes, reclutados con prisas y sin suficiente instrucción, se saldará con una derrota e importantes bajas para ambos bandos. Tras los combates extramuros, y resistencias en la ciudad, los defensores deben retirarse, y los vencedores aprovechan para seguir haciendo amigos, sometiendo a la ciudad de Evora a todo tipo de matanzas, saqueos y destrucción.
Las constantes escaramuzas y emboscadas iban mermando las tropas invasoras, y a Junot, al que Napoleón había otorgado el título de duque de Abrantes, no le quedaban más de 21.000 soldados para controlar Portugal; el desembarco de tropas inglesas no tardaría mucho en llegar, y la actitud de los portugueses no le era propicia. El mariscal procuró hacerse fuerte en Lisboa, con todas sus fuerzas, con la idea de que quien controlase la capital, controlaría el país.
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Desembarco del ejército británico en la bahía de Mondego Dibujo de Henri L'Evêque (1769-1832) Grabado de Giovanni Vendramini (1769-1839) Campaigns of the British Army in Portugal (1812) Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal |
El día 29 de julio, una flota de barcos ingleses se presenta frente a las costas de Figueira da Foz, al norte de la capital. Al mando de los 9.000 soldados estaba el futuro duque de Wellington, sir Arthur Wellesley. El desembarco de los efectivos empezó el 1 de agosto y se prolongó hasta el día 5. Por el sur avanzarían las tropas que desde Gibraltar habían pasado la frontera con España, y su gobernador, el veterano Hew Dalrymple, ostentaría el mando conjunto, como militar de mayor graduación. Junto con un destacamento de fuerzas portuguesas, el ejército británico-portugués sumaría a unos 15.000 hombres y 500 jinetes. Para contener el avance de Wellestey y ganar tiempo, Junot envió al general francés Delaborde con un menguado ejército, que fue derrotado cerca de Roliça, el 19 de agosto; las bajas entre muertos y heridos fue similar en ambos bandos.
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Batalla de Roliça Dibujo de William Heath (1795-1840) Grabado de Thomas Sutherland (1785-1838) The martial achievements of Great Britain and her allies Fuente: Biblioteca Nacional de España |
Con la llegada sucesiva de refuerzos ingleses, el mariscal Junot que no podía contar con tropas de refresco, decide dar un golpe de efecto. El día 20, concentró en las proximidades de Torres-Vedras el mayor contingente de tropas que podía permitirse, con unos 12.000 infantes, 1.500 caballos y hasta 26 piezas artilleras. Los británicos, reforzados con nuevos soldados, se acercaban a los 18.000 militares, con una exigua caballería. Pero desde el norte se aproximaba, un cuerpo de ejército con otros 11.000 hombres, bajo el mando del general John Moore. En la mañana del día 21, Junot tomó la iniciativa, y atacó a los ingleses en las cercanías de Vimeiro, Wellesley resistió la ofensiva y contraatacó. Tras unas 3 horas de combates, los franceses tuvieron que replegarse, hasta Torres-Vedras, con gran pérdida de hombres y cañones.
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Batalla de Vimeiro Dibujo de William Heath (1795-1840) Grabado de Daniel Havell (1793-1878) The martial achievements of Great Britain and her allies Fuente: Biblioteca Nacional de España |
Las dos victorias obtenidas en tierra por los ingleses, con ayuda portuguesa, en un tipo de combate donde habitualmente eran derrotados, debió aportarles la confianza de que podían vencer a las invencibles tropas imperiales.
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Junot vomitando su botín Dibujo de George Saulez Fuente: The Britihs Museum |
La viñeta caricaturiza al mariscal Junot, vomitando objetos religiosos, monedas de oro, relojes y joyas, obtenido de los expolios y saqueos que las tropas napoleónicas cometían. Frente a él, un portugués recoge en un recipiente parte de lo expulsado, mientras detrás de Junot, el personaje John Bull, que representa al Reino Unido, le sostiene la cabeza.
Tras la derrota, y considerando que la situación era crítica, con pérdidas de hombres y armas, y sin capacidad para aumentar sus fuerzas, Junot reunió a sus mandos para tratar sobre las posibles opciones a adoptar, acordando pactar con los ingleses la retirada de todas sus tropas de Portugal. Tras varios contenciosos entre los propios británicos, y también con los portugueses, a los que no se les había tenido en cuenta, el 30 de agosto, franceses y británicos firman el convenio de Sintra, según el cual los militares napoleónicos, con sus armas, serían transportados por buques ingleses hasta los puertos de Francia.
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Embarque de Junot y sus tropas en el muelle de Sodre. Lisboa Dibujo de Henri L'Evêque (1769-1832) Grabado de Francesco Bartolozzi (1727-1815) Campaigns of the British Army in Portugal (1812) Fuente: Biblioteca Nacional de Portugal
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La evacuación francesa comenzó a mediados de septiembre y se completó el 7 de octubre, con el embarque de la guarnición de Yelves. En Inglaterra, no se entendió el acuerdo, que dejaba libres unos 18.000 soldados veteranos. Los firmantes británicos del convenio, Dalrymple, Burrard y Wellestey fueron llamados a Londres, donde fueron sometidos a juicio, siendo exonerados los tres, pero apartados del servicio los dos generales más veteranos, y confiando el mando de las tropas en la Península a Arthur Wellestey. La salida de Junot y sus tropas, permitió liberar a más de 3.000 españoles, a los que el mariscal francés había mandado entregar las armas, y confinado en los pontones franceses, anclados en la desembocadura del Tajo.
Para los británicos había empezado la Peninsular War.
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