1808-9
Andalucía, del 24 de mayo al 24 de julio
El control de Andalucía era objetivo principal del emperador, y la captura de Cádiz elemento esencial para su política. Para conseguirlo, ordenó que un potente ejército se dirigiera a la zona. Entre el 23 y 24 de mayo, salieron con destino a Cádiz, tropas acantonadas en Toledo y alrededores al mando del general Dupont. Las fuerzas totales la componían unos 14.000 efectivos, con 10.250 infantes, de los cuales unos 2.400 eran guardias suizos al servicio de España, unos 2.900, coraceros y dragones a caballo, y entre 700-800 artilleros.
Todavía no se habían producido levantamientos en las ciudades importantes, aunque empezaba a notarse el estado de agitación de la población. Dupont, alardeaba de su capacidad para cumplir el objetivo encomendado y fijaba el día en que ocuparía Cádiz. La marcha de sus tropas atravesó sin problemas La Mancha; al entrar en Sierra Morena, recibieron escasos disparos de partidas aisladas, y para el día 7 de junio llegaban al puente de Alcolea, a unos 10 km de Córdoba. Para entonces, Dupont era conocedor del levantamiento de Sevilla.
Ataque a convoy francés de suministros Grabado de Histoire de l'Empire. Adolphe Thiers. Source gallica.bnf.fr / BnF |
Pero el combate había abierto la veda para las tropas napoleónicas. Córdoba iba a pagar las consecuencias. Los franceses llegan sobre las dos y media de la tarde a las puertas de la ciudad, que sus habitantes habían cerrado para ganar tiempo, y esperando negociar algún acuerdo. Estando en la Puerta Nueva, los invasores reciben disparos, a los que responden derribando la puerta a cañonazos, tras lo cual entran en la población, degollando a todos los habitantes que encuentran a su paso, asaltando edificios civiles y religiosos, robando todo lo que consideran, profanando los templos, saqueándolos, ultrajando y violando a las personas.
Los soldados, tras conquistar cierto número de casas y matar a los insurrectos que las defendían, no tuvieron grandes escrúpulos en instalarse allí, haciendo uso de todos los derechos de la guerra. Al ver a los insurgentes que mataban, cargados de objetos, saquearon a su vez, pero más para comer y beber que para llenar sus mochilas. El calor era sofocante y sobre todo querían beber. Bajaron a las bodegas, llenas de los mejores vinos de España, desfondaron los toneles a golpes de fusil, e incluso varios se ahogaron en el vino derramado. Otros, completamente ebrios, sin respetar nada, mancillaban el nombre del ejército, arrojándose sobre las mujeres y haciéndolas padecer todo tipo de ultrajes. A. Thiers. Histoire de l'Empire.
El saqueo de Córdoba, fue uno de los actos de guerra más abominables, y llenó de vergüenza a las tropas de Napoleón por toda Europa.
Vista de Córdoba (aprox. 1840) Obra de François Antoine Bossuet (1800-1889) Fuente: Museo Bellas Artes de Córdoba |
Es Valdepeñas, población rica de 3.000 vecinos, asentada en los llanos de la Mancha, y a la que dan celebridad sus afamados vinos. Atraviésala por medio la calle llamada Real, tránsito de los que viajan de Castilla a Andalucía, y la cual tiene de largo cerca de un cuarto de legua. Aprovechándose de su extensión, dispusieronla los habitantes de modo que en ella se entorpeciese la marcha de los franceses. La cubrieron con arena, esparciendo debajo clavos y agudos hierros; de trecho en trecho y disimuladamente ataron maromas a las rejas, cerraron y atrancaron las puertas de las casas, y embarazaron las callejuelas que salían a la principal avenida... Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España. Conde de Toreno.
Valdepeñas: Contienda del Seis de Junio Obra de Carlos Isidro Muñoz de la Espada Fuente: Web Carlos Isidro |
Sigue contando el conde de Toreno, que los franceses envían por delante una avanzada de exploración, los caballos tropiezan y caen, los vecinos disparan a los jinetes y les tiran piedras, ladrillos, aceite y agua hirviendo; el general Liger-Belair, acomete por los lados de la población, incendiando casas y matando a los vecinos que encuentra a su paso. Para impedir que siguiera la matanza y destrucción, el alcalde mayor, Francisco María Osorio arriesga entrevistarse con el general francés quien, temiendo por los suyos, escucha al alcalde y acuerdan cesar los enfrentamientos. Escarmentadas, las tropas francesas retrocederán hasta Madridejos.
Mientras, la Junta de Sevilla había continuado con su política de pedir a la población que, prosiguiera con las hostilidades al invasor, al tiempo que procuraba organizar un ejército numeroso y capaz. A las organizadas tropas del Campo de Gibraltar, al mando del general Castaños, las de la guarnición de Cádiz, y las procedentes de batallones dispersos que se iban uniendo, se habían incorporado miles de voluntarios, a los que se intentaba formar en la disciplina militar, en la zona de Utrera.
Conocedor Dupont de los peligros que le acechaban, había solicitado refuerzos a Murat, y detenido su avance, retrocediendo hasta Andújar, donde llegó el día 19 de junio. Por el camino fue testigo de la venganza de los cordobeses, al encontrar cadáveres de soldados napoleónicos en la ruta. Al día siguiente, envío a Jaén un destacamento de tropas al mando del capitán Baste, para proveerse de víveres, y cometer todo tipo de crueldades, desvalijando a la ciudad, y engrosar el botín de guerra.
La noticia de los graves acontecimientos que se sucedían por toda la nación, causaba inquietud y zozobra en la Junta de Madrid, cuyos miembros colaboraban con los invasores. Para colmo de sus desgracias, Murat, su principal soporte, cayó enfermo, víctima del llamado cólico de Madrid, aunque también se sospechaba de su interés por abandonar España, una vez que sus esperanzas de ocupar el trono como rey, se habían esfumado.
Murat abandonó Madrid, para reunirse con Napoleón en Bayona y recuperarse en un balneario. El emperador nombró para sustituirle al general Savary, hombre de su confianza, pero con un perfil más de agente secreto que de militar, por lo que sus decisiones militares debía corroborarlas otro militar más veterano, el general Belliard. Su nombramiento no fue bien recibido por los altos mandos franceses.
Una de las primeras medidas que tomó Savary, recién llegado a Madrid el 15 de junio, fue enviar refuerzos a Dupont. El día 19 partieron de Toledo, unos 7.000 militares y 12 cañones, bajo el mando del general Vedel; por el camino se le fueron sumando los destacamentos de los generales Roize y Liger-Belair. El día 26 aparecen en Despeñaperros, cuyo paso estaba vigilado por un destacamento español, mandado por el teniente coronel Pedro Valdecañas, que no consiguió impedir el paso de las tropas francesas.
Al frente de las divisiones españolas estaban: Teodoro Reding, con las fuerzas de Granada y la 1ª división; Antoine de Malet, marqués de Coupigny al frente de la segunda; Félix Jones Rooth mandaba la tercera división a la que estaba agregada la de reserva del teniente general Manuel de la Peña, y el mando conjunto lo ostentaba Francisco Javier Castaños Aragorri, comandante en jefe del ejército de Andalucía.
Por su parte, el mariscal Dupont había conseguido congregar un ejército, compuesto por la división Barbou con 5.900 soldados; la división Frere con unos 2.300 hombres, la división Vedel con 5.200; la división Gobert con 6.500 componentes, y la división Frescia con 2.400 militares que, junto con unos 1.800 efectivos de tropas suizas, formarían un conjunto de más 24.000 hombres a pie, a caballo, y artilleros. Viendo que era arriesgado avanzar, Dupont permaneció en Andújar y envió al general Vedel a proteger los pasos de sierra Morena, en su retaguardia.
Theodor Reding von Biberegg (1177-1809) Cuadro de José Aparicio Inglada Fuente: Museo del Prado |
El día 11, los mandos españoles celebraron una reunión de estado mayor en Porcuna, para tratar sobre el plan de ataque. Reding, cruzaría el Guadalquivir para dirigirse a Bailén, resguardado por el marqués de Coupigny. Castaños, avanzaría con la tercera división y la de reserva y atacaría de frente al enemigo, que sería acometido por su flanco derecho por las tropas ligeras y cuerpos francos de Juan de la Cruz. El día 13, comenzó el cumplimiento del plan.
Los días siguientes se produjeron enfrentamientos y escaramuzas entre los adversarios, destacando la acción del día 16, llevada a buen término por el general Reding, que consiguió cruzar el río por el vado del Rincón, obligando al general Liger-Belair a desalojar Mengíbar, y retirarse en dirección a Bailén, donde el general Gobert, que acudía en su ayuda, recibió un disparo que le costó la vida.
La muerte de Gobert, el avistamiento de las numerosas tropas españolas, las noticias con el fracaso en la toma de Valencia, la continua pérdida de hombres, la acumulación de heridos y enfermos, más los efectos del calor en el agobiante valle del Guadalquivir, con los soldados sedientos, empezaban a causar efecto en el ánimo de los militares napoleónicos. Dupont y los suyos pensaban más en retroceder que seguir avanzando. Las fuerzas del Liger-Belair y del general Doufour, que había sustituido a Gobert, se dirigieron hacia La Carolina y Santa Elena, para asegurar los pasos de Sierra Morena, uniéndoseles el general Vedel.
El día 18, Reding y Coupigny entran en Bailén, desde cuyo lugar y de acuerdo con el plan trazado con Castaños, debían atacar la retaguardia de Dupont, mientras aquél arremetería frontalmente a las fuerzas francesas. Pero el mariscal francés no se sentía seguro en Andújar, las divisiones de Castaños se acercaban y cañoneaban sus posiciones. Decide evacuar el campamento, dejando atrás los heridos graves, y tras obstaculizar el puente e inutilizar las defensas que había construido, comienza la retirada al atardecer, evitando las horas fuertes de calor, y cargado con el inmenso botín capturado en los saqueos y rapiñas*. A pesar del sigilo con que se realizaba el avance, Dupont fue hostigado en su avance por las tropas ligeras de Juan de la Cruz, que se habían adelantado respecto el ejército de Castaños.
*Un testigo ocular no tuvo reparo en escribir "este pequeño ejército llevaba más equipajes que un ejército de 150.000 hombres. Simples capitanes transportaban carromatos con cuatro mulas. Había al menos cincuenta carros por batallón; eran los despojos de la ciudad de Córdoba...". Guerre d'Espagne. Capitulation de Baylen. Lt. Colonel Clerc.
La salida de Dupont, había alterado los planes de los españoles, la retaguardia francesa se había convertido en la vanguardia y viceversa. Reding y Coupigny, pernoctaban en una almazara junto al camino de Andújar, y al escuchar disparos les sorprendió la proximidad de Dupont. Era necesario replantear el plan de ataque. El general retirado, D. Francisco J. Venegas de Saavedra, fue el encargado de entretener las primeras tropas francesas, mientras Reding y Coupigny reorganizaban las suyas.
Esquema del campo de operaciones de la batalla de Bailén
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El grueso de las tropas napoleónicas avanzó, y cruzó el puente del Rumblar hasta quedar a unos 2 km de Bailén, y sobre las 4 de la madrugada del día 19, empezaron los combates. Con la táctica habitual, las fuerzas imperiales atacaron vigorosamente por el lado donde estaba Coupigny; rechazando la acometida, los soldados de los regimientos de Bujalance, Ciudad Real, Trujillo, Cuenca, Zapadores, guardias walonas y el regimiento España de caballería. Reagrupadas sus fuerzas, Dupont recuperó parte del terreno desalojado y mando atacar contra el centro y flanco derecho, donde estaban los soldados de Pedro Grimarest que, flaqueando, fueron auxiliados por las fuerzas de Francisco Venegas. Una y otra vez fueron repelidos los intentos franceses, al tiempo que la efectiva artillería española rompía la del enemigo. A media mañana, el cansancio y la sed producían un gran desgaste entre los combatientes*.
*La sed causada por el intenso calor era tanta que nada disputaron los combatientes con mayor encarnizamiento como el apoderarse, ya unos y otros, de una noria sita más abajo de la almazara antes mencionada. Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España. Conde de Toreno.
Poco después del mediodía, Dupont determinó una acción que debía ser decisoria; con todos sus generales se puso al frente de las columnas, y arremetieron con furia a las tropas españolas, con especial empeño en romperlas por el centro, donde estaban Reding y el general Abadía. El ardor y arrojo de unos se estrelló contra la bravura y constancia de otros. Un último intento de los afamados marinos de la guardia, en columna, arropados por los restos de la caballería imperial, también fracasó. Agotados los combatientes, tras más de 8 horas de enfrentamientos, y no viendo salida, Dupont propuso una suspensión de los combates que fue aceptada por Reding.
Las noticias de la salida de Dupont de Andújar, habían llegado tarde a Castaños, y hasta la misma mañana del día 19, no ordenó el avance de la tercera división reforzada, al mando de Manuel de la Peña, que debía alcanzar a los franceses. Para ganar en rapidez, artillería y caballería avanzarían por el camino real, y la infantería por los flancos. El general en jefe, estableció el puesto de mando en una casa de postas, a medio camino entre Andújar y Bailén, con parte de la división de reserva.
Episodio de la batalla de Bailén Cuadro de Ricardo Balaca y Orejas Canseco (1844-1880) Fuente: Museo del Prado |
Peña y los suyos llegaron a las proximidades de Bailén, sobre las 2 de la tarde, y conforme lo acordado, hicieron cuatro disparos de cañón para avisar a Reding. La proximidad de estas tropas por su retaguardia, posiblemente sirvió para reforzar la decisión francesa de pedir el cese de las armas. Conocida la tregua, Peña, que estaba dispuesto a atacar, recibirá la orden de no continuar su avance*.
"La Justicia y Vecinos acudieron al socorro y suministro de ambos Exércitos el tiempo que duró la capitulación y entrega,...Parece increíble que en tan corto recinto pudiese subsistir tanta gente y caballos. Los pozos se agotaron, y la población quedó inmunda y asquerosa, con una plaga de moscas que cubría el sol; las calles y casas llenas de estiércol, caballos muertos y despojos de reces; y los campos sembrados de cadáveres y caballos que habían fenecido en la batalla: y como la capitulación y entrega de los enemigos duró cuatro días, la estación tan calorosa lo había todo corrompido, y exhalaba una fetidez insufrible que permaneció por mucho tiempo, de que se temió una epidemia". Descripción de la batalla de Baylen y auxilios que en ella dieron los vecinos. Antonio José Carrero.
Por su parte, el general Vedel, se había quedado en La Carolina, tras dejar algunos batallones y compañías en Santa Elena y los pasos de Despeñaperros. Al escuchar los cañonazos que venían de la zona de Bailén se puso en marcha, pero al cesar éstos, aprovechó para acampar en Guarromán y dar el rancho a la tropa. Reiniciada la marcha, sin tener noticia de los combates, llegarán sobre las cinco de la tarde a las proximidades de los combatientes, cuando ya estaba pactado el alto el fuego.
Reding conocía los movimientos de Vedel, y había reforzado las tropas que guardaban el camino de entrada en Bailén desde la Sierra. A un lado, en un cerro donde había una ermita a San Cristóbal, se emplazó un contingente, y al otro lado del camino, en un cerro llamado del Ahorcado, quedó emplazado otro grupo de tropas con dos piezas de cañón
Al aparecer la vanguardia de tropas francesas, dos oficiales españoles comunican al general francés el armisticio acordado cuatro horas antes. Desconfiando de lo que le dicen, Vedel envía a su ayudante de campo, Meunier, para confirmar la sorprendente noticia, dando un cuarto de hora para su regreso, tras lo cual atacaría. Meunier llega a la posición de Reding y se muestra incrédulo y altanero; Reding le propone que se llegue donde el general Dupont, para que le confirmen la situación.
Al no regresar el emisario en el tiempo señalado, y temiendo haber sido objeto de un engaño, Vedel manda formar dos columnas y acomete las dos alturas que guardaban el camino. La columna de la izquierda, no encuentra resistencia en el cerro del Ahorcado, y hace prisioneros a los españoles que confiados en la tregua se entregan. La columna de la derecha tardó más en subir al cerro de la ermita, por lo que, viendo lo que había pasado en la otra posición, Reding había ordenado reforzar el puesto, con el regimiento de Ordenes Militares y los granaderos de Jaén, que bajo el mando del coronel Francisco de Paula Soler, repelieron la acometida francesa. Dispuesto Vedel a acabar con la resistencia, atacó en persona, debiendo interrumpir el ataque, al recibir la orden de su general en jefe de no emprender ninguna acción ofensiva.
Informado el general español de lo acecido en los dos cerros, hizo saber a Dupont que sus tropas pasarían a cuchillo a todos los soldados de la división Barbou, a los que mantenían acorralados, si Vedel no liberaba a los prisioneros y devolvía los dos cañones capturados. El mariscal, hizo llegar un escrito con ambas exigencias, pero al mismo tiempo y por medio del emisario enviado, comunicaba a Vedel otra orden verbal para incumplirlas. El tiempo pasaba y no había avances. El atrevido capitán Baste, conseguía pasar las líneas españolas e intermediaba entre Dupont y Vedel, para intentar una acción que sorprendiera a los españoles y conseguir salir de Bailén, aunque hubiera que dejar atrás los equipajes, enfermos y heridos. Pero Dupont, conocía el estado de sus tropas y él mismo, enfermo de disentería, no estaba en condiciones de entablar batalla. Vedel podía retroceder y escapar del alcance del enemigo.
El general Francisco Javier Castaños (1758-1852) Obra de José Aparicio Inglada (1770-1838) Fuente: Museo del Prado |
*La participación y actuación del general Castaños en el desarrollo de los hechos ha sido muy cuestionada por historiadores y militares. La intervención directa de sus fuerzas en la batalla, fue limitada. Teodoro Reding fue el verdadero hacedor de la victoria junto con el marqués de Coupigny, Félix Jones Rooth, y las tropas al mando. Para mayor controversia, las fuerzas francesas derrotadas, desfilaron y depusieron sus armas delante de las tropas de Castaños, en lugar de hacerlo frente a las fuerzas españolas que habían combatido en primera línea de la batalla.
La rendición de Bailén José Casado del Alisal (1832-1886) Fuente: Museo del Prado |
La capitulación de Bailén Dibujo de Maurice H. Orange (1867-1916) The Century Magazine Fuente: Library of Congress |