Militar
Retrato de D. Teodoro Reding (Litografía de J. Vallejo) |
Teodoro Reding, al mando de un regimiento suizo al servicio de la Corona de España, desempeñó un papel crucial en la batalla de Bailén, de tal modo que algunos historiadores le consideran el verdadero artífice de la victoria sobre los franceses.
Una de las cuestiones que uno se hace cuando lee sobre la batalla de Bailén, es el de ¿por qué habían tropas extranjeras en los bandos combatientes?.
En el caso de las tropas napoleónicas la respuesta puede ser más evidente, ya que el ejército francés se nutría de soldados de los países que conquistaba, de aliados a la fuerza, o en el caso de los regimientos suizos, por la larga tradición de la monarquía francesa de los Borbones, de contratar a los mercenarios helvéticos.
En España, aunque los monarcas de la Casa de Austria ya habían contado con mercenarios de los cantones suizos, fue Felipe V, el primer rey Borbón de España, quien dio impulsó a la entrada entre las fuerzas españolas de los regimientos helvéticos, que tomaban su nombre del mando que los organizaba y/o mandaba.
El origen del regimiento Reding al servicio de España comienza en 1742. En 1743 el regimiento se divide en dos a los que se conoce como el Viejo Reding, al mando del coronel José Carlos Reding, y el Joven Reding, bajo las órdenes de Carlos José Reding.
Teodoro Reding (Theodor Reding von Biberegg), nació en la ciudad suiza de Schwiz, capital del cantón del mismo nombre el 3 de julio de 1755. Sus padres fueron, Theodor Antonius Reding, jefe militar del cantón y María Magdalena Freüler. Su familia era propietaria de dos compañías del regimiento Reding y el joven Teodoro manda una de ellas, entrando al servicio de España con tan sólo dieciséis años y con el grado de capitán, .
En el año 1788 obtiene el empleo de coronel y como tal está al frente de su regimiento. Interviene en las campañas de la llamada Guerra de los Pirineos o Guerra del Rosellón, que tuvo lugar entre los años 1793 y 1795, contra la primera República Francesa. En esta contienda fue herido varias veces y premiado por sus méritos con el ascenso a brigadier de infantería (equivalente hoy a general de brigada). El buen hacer de Reding y de su regimiento durante el conflicto, le valieron el ascenso a mariscal de campo.
En 1801, al mando de la cuarta división del ejército español, interviene en la campaña contra Portugal en la denominada Guerra de las Naranjas, ocupando varias poblaciones del Alentejo.
Pero si algo distinguió a Teodoro Reding, además de su valía como soldado, fue su capacidad para el mando, su entrega, altruismo y honestidad, tal como demostró en Málaga. cuando en 1803 se desencadenó una epidemia de fiebre amarilla o vómito negro. Reding, cuyo regimiento estaba de guarnición en la población, se puso al frente de la Junta de Sanidad, ya que la mayoría de miembros habían caído enfermos y desarrolló una intensa labor visitando hospitales, lazaretos y casas particulares, ayudando y confortando a la ciudadanía con su ejemplo y ganándose el afecto de la ciudad, de la que será nombrado gobernador en 1806. En agosto de ese año, publica su "Bando del Buen Gobierno".
En su nuevo cargo, del que podían tomar ejemplo muchos cargos electos actuales, demostró sus dotes de administrador honesto, mostrándose inflexible frente a las corruptelas e inmoralidades, persiguió el contrabando, administró con prudencia y economía las finanzas de la ciudad, recuperando fondos distraídos, con lo que saneó las arcas de Málaga y permitió dotarla de obras necesarias y de utilidad, que conformaron en parte la modernización de la ciudad, que agradecida después de más de 200 años, ha mantenido vivo el recuerdo del personaje.
La invasión napoleónica y la consiguiente secuela bélica, obligaron a la Junta del Reino de Granada, a confiar en Reding para encomendarle, en junio de 1808, la organización y mando de las tropas útiles. Consigue la formación de una división que queda incorporada al ejército de Andalucía. La Junta Suprema de Sevilla le pone al mando de una de las divisiones con unos 8.000 hombres, que junto con las otras divisiones mandadas por el marqués de Coupigny, el mariscal Jones, el general La Peña, el coronel Valdecañas, y demás tropas y personal civil, que ayudaron en el aprovisionamiento de víveres y agua, todos ellos bajo el mando conjunto del general Castaños, causarán en Bailén, la primera derrota en tierra a las hasta entonces invencibles tropas napoleónicas, en julio de 1808.
Sorprendentemente, tras la victoria, Reding no es invitado a las celebraciones y festejos que tuvieron lugar en Sevilla y Madrid y mostrando una vez más su fidelidad, acudió al requerimiento de la Junta de Granada para entregar el mando de las tropas que él había organizado. Añadir que enterada la ciudad de su llegada, se hicieron preparativos para recibirle con festejos, pero Reding prefirió entrar de noche en la población evitando ser objeto de homenaje alguno. El 27 de septiembre de 1808, se reparó la injusticia cometida con Reding, al publicarse en la Gaceta de Madrid el parte del general Castaños de 27 de Julio de 1808, en el que da cuenta pormenorizada de lo acontecido en Bailén y de la valiosa y decisiva intervención de Reding.
De regreso a su antiguo cargo en Málaga, la ciudad lo agasajará y le hará varios regalos, entre ellos un magnífico caballo del que se servirá en lo sucesivo. También la Junta de Granada le adjudicará una pensión vitalicia de 1000 duros.
En noviembre de 1808, la Junta Central con sede en Aranjuez, ordena a Reding partir a Cataluña para reforzar con sus tropas el ejército español, poniéndose a las órdenes del general Vives (Juan Miguel de Vives y Feliú, ?-1809), responsable militar de la zona. Tras la llegada de Reding al cuartel general de Cataluña, en Martorell, los franceses fueron rechazados hasta las afueras de las murallas de Barcelona. Con la llegada a Gerona de nuevas tropas francesas bajo el mando del general Saint-Cyr, se le ordena acudir en refuerzo de las fuerzas del general Vives, quien viéndose superado en combate, abandonará la zona para llegar a Mataró y embarcar hacia Sitges.
Reunidas de nuevo las tropas españolas, éstas son derrotadas en Cardedeu (16 de diciembre) y Molins del Rey (21 de diciembre), debiéndose replegarse hasta Tarragona, adonde Reding llega el 22 de diciembre de 1808. En la ciudad tarraconense debe de hacer frente al levantamiento de militares y paisanos contra el general Vives, al que tienen arrestado en su casa y al que responsabilizan de la derrota. La Junta de Cataluña ofrece a Reding, el mando supremo de las tropas, a lo que el militar se niega en base al menoscabo que ello representaría para la obligada disciplina militar. Finalmente, y al caer enfermo Vives, Reding asume el mando como capitán general del Principado.
Pese a la reorganización de las defensas y de sus fuerzas, para mantener Tarragona, las superioridad francesa se impondrá en la batalla habida cerca de Valls, el 25 de febrero de 1809, en la que Reding sufrirá graves heridas, no obstante lo cual y tras mejorar, siguió con su tarea de reorganización del ejército, supervisión de las fortificaciones y visitas a hospitales y sitios habilitados, llenos de heridos y enfermos de fiebre tifoideas. El propio Teodoro Reding fallecerá, víctima de la infección, el 23 de abril de 1809, tras once días de padecimiento.
Lamentablemente distintos avatares no dejaron que su cuerpo descansase en paz. Tras su muerte, se recaudó dinero suficiente para darle sepultura en un mausoleo, que no pudo llevarse a efecto inicialmente por la invasión francesa, siendo inhumado en un nicho de la capilla del cementerio tarraconense, que fue profanado por las tropas napoleónicas cuando entraron en la ciudad. Recuperado su cuerpo, fue enterrado en una fosa bajo tierra en el centro del camposanto, cubierta con una lápida donde se grabó la siguiente octava:
Teodoro Reding (Theodor Reding von Biberegg), nació en la ciudad suiza de Schwiz, capital del cantón del mismo nombre el 3 de julio de 1755. Sus padres fueron, Theodor Antonius Reding, jefe militar del cantón y María Magdalena Freüler. Su familia era propietaria de dos compañías del regimiento Reding y el joven Teodoro manda una de ellas, entrando al servicio de España con tan sólo dieciséis años y con el grado de capitán, .
En el año 1788 obtiene el empleo de coronel y como tal está al frente de su regimiento. Interviene en las campañas de la llamada Guerra de los Pirineos o Guerra del Rosellón, que tuvo lugar entre los años 1793 y 1795, contra la primera República Francesa. En esta contienda fue herido varias veces y premiado por sus méritos con el ascenso a brigadier de infantería (equivalente hoy a general de brigada). El buen hacer de Reding y de su regimiento durante el conflicto, le valieron el ascenso a mariscal de campo.
En 1801, al mando de la cuarta división del ejército español, interviene en la campaña contra Portugal en la denominada Guerra de las Naranjas, ocupando varias poblaciones del Alentejo.
Convocatoria al acto de homenaje a Teodoro Reding cuyo monumento fue inaugurado en Málaga el 4/10/2019 (Asociación Histórica Cultural Teodoro Reding) |
Pero si algo distinguió a Teodoro Reding, además de su valía como soldado, fue su capacidad para el mando, su entrega, altruismo y honestidad, tal como demostró en Málaga. cuando en 1803 se desencadenó una epidemia de fiebre amarilla o vómito negro. Reding, cuyo regimiento estaba de guarnición en la población, se puso al frente de la Junta de Sanidad, ya que la mayoría de miembros habían caído enfermos y desarrolló una intensa labor visitando hospitales, lazaretos y casas particulares, ayudando y confortando a la ciudadanía con su ejemplo y ganándose el afecto de la ciudad, de la que será nombrado gobernador en 1806. En agosto de ese año, publica su "Bando del Buen Gobierno".
En su nuevo cargo, del que podían tomar ejemplo muchos cargos electos actuales, demostró sus dotes de administrador honesto, mostrándose inflexible frente a las corruptelas e inmoralidades, persiguió el contrabando, administró con prudencia y economía las finanzas de la ciudad, recuperando fondos distraídos, con lo que saneó las arcas de Málaga y permitió dotarla de obras necesarias y de utilidad, que conformaron en parte la modernización de la ciudad, que agradecida después de más de 200 años, ha mantenido vivo el recuerdo del personaje.
La invasión napoleónica y la consiguiente secuela bélica, obligaron a la Junta del Reino de Granada, a confiar en Reding para encomendarle, en junio de 1808, la organización y mando de las tropas útiles. Consigue la formación de una división que queda incorporada al ejército de Andalucía. La Junta Suprema de Sevilla le pone al mando de una de las divisiones con unos 8.000 hombres, que junto con las otras divisiones mandadas por el marqués de Coupigny, el mariscal Jones, el general La Peña, el coronel Valdecañas, y demás tropas y personal civil, que ayudaron en el aprovisionamiento de víveres y agua, todos ellos bajo el mando conjunto del general Castaños, causarán en Bailén, la primera derrota en tierra a las hasta entonces invencibles tropas napoleónicas, en julio de 1808.
Sorprendentemente, tras la victoria, Reding no es invitado a las celebraciones y festejos que tuvieron lugar en Sevilla y Madrid y mostrando una vez más su fidelidad, acudió al requerimiento de la Junta de Granada para entregar el mando de las tropas que él había organizado. Añadir que enterada la ciudad de su llegada, se hicieron preparativos para recibirle con festejos, pero Reding prefirió entrar de noche en la población evitando ser objeto de homenaje alguno. El 27 de septiembre de 1808, se reparó la injusticia cometida con Reding, al publicarse en la Gaceta de Madrid el parte del general Castaños de 27 de Julio de 1808, en el que da cuenta pormenorizada de lo acontecido en Bailén y de la valiosa y decisiva intervención de Reding.
De regreso a su antiguo cargo en Málaga, la ciudad lo agasajará y le hará varios regalos, entre ellos un magnífico caballo del que se servirá en lo sucesivo. También la Junta de Granada le adjudicará una pensión vitalicia de 1000 duros.
En noviembre de 1808, la Junta Central con sede en Aranjuez, ordena a Reding partir a Cataluña para reforzar con sus tropas el ejército español, poniéndose a las órdenes del general Vives (Juan Miguel de Vives y Feliú, ?-1809), responsable militar de la zona. Tras la llegada de Reding al cuartel general de Cataluña, en Martorell, los franceses fueron rechazados hasta las afueras de las murallas de Barcelona. Con la llegada a Gerona de nuevas tropas francesas bajo el mando del general Saint-Cyr, se le ordena acudir en refuerzo de las fuerzas del general Vives, quien viéndose superado en combate, abandonará la zona para llegar a Mataró y embarcar hacia Sitges.
Reunidas de nuevo las tropas españolas, éstas son derrotadas en Cardedeu (16 de diciembre) y Molins del Rey (21 de diciembre), debiéndose replegarse hasta Tarragona, adonde Reding llega el 22 de diciembre de 1808. En la ciudad tarraconense debe de hacer frente al levantamiento de militares y paisanos contra el general Vives, al que tienen arrestado en su casa y al que responsabilizan de la derrota. La Junta de Cataluña ofrece a Reding, el mando supremo de las tropas, a lo que el militar se niega en base al menoscabo que ello representaría para la obligada disciplina militar. Finalmente, y al caer enfermo Vives, Reding asume el mando como capitán general del Principado.
Pese a la reorganización de las defensas y de sus fuerzas, para mantener Tarragona, las superioridad francesa se impondrá en la batalla habida cerca de Valls, el 25 de febrero de 1809, en la que Reding sufrirá graves heridas, no obstante lo cual y tras mejorar, siguió con su tarea de reorganización del ejército, supervisión de las fortificaciones y visitas a hospitales y sitios habilitados, llenos de heridos y enfermos de fiebre tifoideas. El propio Teodoro Reding fallecerá, víctima de la infección, el 23 de abril de 1809, tras once días de padecimiento.
Lamentablemente distintos avatares no dejaron que su cuerpo descansase en paz. Tras su muerte, se recaudó dinero suficiente para darle sepultura en un mausoleo, que no pudo llevarse a efecto inicialmente por la invasión francesa, siendo inhumado en un nicho de la capilla del cementerio tarraconense, que fue profanado por las tropas napoleónicas cuando entraron en la ciudad. Recuperado su cuerpo, fue enterrado en una fosa bajo tierra en el centro del camposanto, cubierta con una lápida donde se grabó la siguiente octava:
D.O.M.
¡TRISTE PATRIA! LLORA SIN MEDIDA
LA PREMATURA MUERTE DEL FAMOSO
D. TEODORO REDING, QUE DIÓ SU VIDA
POR CONSERVARTE EN TIEMPO PROCELOSO.
Á SU FRIO CADÁVER DA ACOGIDA
Y ESPERA QUE EN ESTILO MAS COPIOSO
DE BAILEN SE AMPLIFIQUE LA VICTORIA,
SE ENSALCEN SUS VIRTUDES Y MEMORIA.
Murió S.E. día 23 de abril de 1809
En 1819, es desenterrado de nuevo y colocados sus restos en un túmulo levantado en el mismo lugar, con una nueva leyenda y con la antigua lápida a sus pies. Debido a su mal estado, en abril de 1892 se inaugura el restaurado monumento funerario, que con algunas mejoras, es el panteón que hoy en día puede verse en un lugar privilegiado del camposanto de Tarragona.
Noticia del acto de homenaje a Reding en Tarragona ( La Actualidad, 27/04/1909) |