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sábado, enero 14, 2023

Cronología de la Historia: 1808-2. Los Borbones en Bayona (cap. 4)

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1808-2 

Los Borbones en Bayona

Mientras el futuro Fernando VII se encontraba en Bayona, en España se sucedían los hechos vertiginosamente. Tras la partida del príncipe de Asturias, Murat había ido preparando el terreno para que Bonaparte se hiciera con el control del trono español. Aconsejados por el gran duque de Berg, Carlos IV y su esposa habían mudado residencia de Aranjuez a El Escorial, únicamente custodiados por tropas francesas. Napoleón reclamó la presencia de Godoy en Bayona, y tras varios intentos fallidos y tremendas amenazas, Murat obligó a que la provisional Junta Suprema, le entregara al exministro, lo que acrecentó la animadversión contra los franceses que actuaban como dueños y señores de la situación, teniendo que emitir la Junta, continuos bandos para calmar a la población, cada vez más soliviantada. A finales de abril se produjeron graves incidentes en Toledo y Burgos.

"Allí sobre unas fétidas pajas, cubierto de sangre y pidiendo a voces la muerte,
 está el que ayer gobernaba dos mundos"
Godoy en prisión
Dibujo de Enrique Mélida y Alinari (1838-1892)
 El 19 de marzo y el 2 de mayo, de Benito Pérez Galdós
Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes


En la noche del 20 de abril, Godoy es excarcelado y entregado a los militares franceses, que primero lo conducen a un campamento francés, donde Murat le hace llegar una carta de los reyes padres. El valido de Carlos IV, que lo había sido todo, cuenta en sus memorias, que durante su cautiverio no tuvo noticias de lo que pasaba en el reino, y escribe el siguiente pasaje:
 « ¿ Quién reina ? »
preguntaba : los unos me decian , que Carlos IV ; otros ,
que el príncipe de Asturias; algunos, que el emperador
de los Franceses; y algún otro, más sincero, respondía ,
que no reinaba nadie. Del príncipe Fernando me dijeron ,
que habia salido once dias antes , que estaba ya en Vito-
ria , y que probablemente seguiria á Bayona donde el em-
perador habia llegado hacia ya cinco dias : cuanto a los
reyes padres , me añadieron , que corria la voz de que sus
magestades irian tambien á verse y entenderse con su
amigo y aliado ; y en cuanto á mí, me respondieron, que el
emperador, á quien Fernando habia hecho dueño de mi
suerte , habia mandado me llevasen á Bayona.

(Memorias de Don Manuel Godoy. Príncipe de la Paz. Tomo Sexto) 

Desde el campamento francés en Madrid, Godoy es escoltado hasta Bayona, adonde llegará el día 25 y será alojado en Beyris, a las afueras de la ciudad. Al día siguiente, el general Savary lo recogerá para llevarlo ante Napoleón, con quien mantendrá una única y extensa conversación, de la que informa ampliamente en sus memorias*.
*La presencia de Godoy en Bayona, parece haber sido una condición que pusieron Carlos IV y su esposa a Napoleón, para realizar su traslado a territorio francés.

Los reyes Carlos IV y María Luisa en Bayona
Retrato de Carlos IV**
Autor desconocido
Fuente: Illustrierte Weltgeschichte
 für das Volk (1883)
El día 30 de abril llegan Carlos IV y la reina a Bayona, les acompañan un gran número de carruajes, cargados de enseres, muebles y pertenencias varias, como si de una mudanza se tratara. Son recibidos con honores regios y son alojados en el palacio del Gobierno, en el centro de Bayona. Cuando los reyes se encuentran con Godoy lo acogen con grandes muestras de afecto, abrazos y llantos, todo lo contrario del recibimiento a Fernando, al que se niegan a ver en privado. Más tarde, el emperador acude a saludarles y les hace objeto de todo tipo de atenciones, lisonjas y buenas palabras, que hacen creer a Carlos IV de las buenas intenciones del emperador, que les dice no pretender agrandar su Imperio, sino que sus aliados sean también más poderosos.

La visita del emperador se prolongó hasta muy avanzada la tarde. Según cuenta Manuel Godoy en sus memorias, Carlos IV** contestó a las amables palabras de Napoleón, abriendo "...el flanco que jamás debiera haber mostrado a Bonaparte,...". El rey padre, dejó patente su poco apego a ceñir una corona que no le ofrecía atractivo alguno, así como su voluntad de abdicar en su hijo Fernando, aunque antes debería repararse la ignominia de la que había sido objeto. Napoleón añadió, que no era necesario abdicar la corona en aquellos momentos, que no había nadie más en quien confiar, y "que el  príncipe de Asturias carecía de las prendas y virtudes para ocupar el trono; que fiel y consiguiente a su política no le era dable convenir en que aquél príncipe reinase mientras no corrigiese su conducta y adquiriese la experiencia, las virtudes y la capacidad de que se hallaba enteramente falto". (Memorias de Don Manuel Godoy. Príncipe de la Paz. Págs.180-181 Tomo Sexto).
**No tengo duda que a los personajes hay que juzgarlos en el contexto de su tiempo, pero resulta muy difícil contenerse al enjuiciar al rey Carlos IV, porque pese a sus cualidades, demostró indolencia y dejadez de funciones para reinar, y en los momentos excepcionales, en los que debería haber mostrado la nobleza y dignidad que se le suponen a un monarca, sólo evidenció egoísmo y vileza.

Napoleón, terminó la conversación con Carlos IV, diciéndole que llamase a su hijo, y lo requiriese para que de su puño y letra le devolviera la corona.

Al día siguiente de su llegada, los reyes padres fueron invitados a un banquete al atardecer, en el que se repitieron las muestras de afecto y buenas palabras de Napoleón. Pero el acto principal de la trágico comedia estaba a punto de empezar.

Carlos y Fernando en Bayona
(Carlos IV exige a su hijo que le devuelva la corona)
Ilustración de Felician von Myrbach (1853-1940)
Life of the Napoleon Bonaparte, William Milligan Sleoane
Fuente: The Century Magazine


Fernando se presenta ante su padre y Napoleón. Carlos IV, delante de la concurrencia, apremia a su hijo para que le devuelva la corona y que, según sus palabras, le había arrebatado con violencia. Fernando intenta defenderse, pero Carlos IV colérico se lo impide, al tiempo que su madre también se une a la retahíla de reproches y amenazas contra el heredero.

Por carta fechada el mismo día 1 de mayo, y entregada a Carlos IV al día siguiente, Fernando ofrece devolver la corona a su padre, con una serie de condicionantes, y siempre y cuando se hiciese formalmente en Madrid ante las Cortes de los Reinos o una representación. A este juicioso escrito, responde su progenitor con una extensa carta, previsiblemente acordada con Napoleón, llena de recriminaciones y negando la necesidad de lo que en ella se propone:
Fragmento de la carta que con fecha 2 de mayo Carlos IV responde al escrito de su hijo
Fuente: Apéndice 8 del libro de Pedro Cevallos: Exposición de los hechos ...  
El intercambio epistolar entre padre e hijo acabará cuando, informado Napoleón de los graves sucesos del 2 de mayo madrileño, acude a visitar a Carlos IV en su residencia oficial. Son las cuatro de la tarde del día 5 de mayo*, el emperador que había ido soterrando la moral del rey desde días antes, cuenta al monarca las tremendas noticias que un enviado de Murat le ha transmitido. Al término de una hora, es requerida la presencia de Fernando y su hermano Carlos. El príncipe, ignorante de los acontecimientos, de nuevo es  objeto, con mayor dureza, de los reproches y amenazas de sus padres.
Fragmento del libro de Pedro Cevallos: Exposición de los hechos y maquinaciones que...
Napoleón interviene, interrumpiendo la discusión familiar, amenazando a Fernando y su comitiva de tratarlos como "emigrados", despidiéndose con estas palabras: "Prince, il faut opter entre la cession et la mort".

Tras marcharse Fernando y sus acompañantes, Bonaparte permaneció todavía con Carlos IV, de quien consiguió la cesión de sus derechos al trono y los de su dinastía. El general Duroc y Godoy, firmarían esa misma tarde, el tratado** de renuncia. Los reyes, que habían llegado a Bayona, con intención de no regresar a España, consiguieron la protección y asilo del francés, con una sustanciosa compensación económica de por vida, o sea que, vendió sus derechos dinásticos a la corona española. 

Al día siguiente, 6 de mayo, Fernando renuncia sin condiciones a la Corona en favor de Carlos IV.   
 
**En las memorias del ministro francés del Tesoro entre 1780 y 1815, François-Nicolas Mollien, publicadas en 1845 y reimpresas en 1898, se incluye la carta que Napoleón le dirige desde Bayona, el 9 de mayo, en la que el emperador le informa de que ha firmado un tratado secreto con Carlos IV, y que por lo que concierne al ministro, debe saber que tiene que pagar a la familia real española, un monto total de 10 millones de francos por año y en doce pagos, empezando por el 1 de mayo anterior. Dicha cantidad no debe figurar en el presupuesto y se considera como un préstamo a reembolsar por España. 


Boney (Napoleón) soplando una burbuja española
Caricatura publicada en junio de 1808 por Thos. Tegg. Londres
Fuente: Library of Congress (USA)


La caricatura muestra a Napoleón convenciendo a la familia real española, (encerrada en una burbuja), de su amistad, al tiempo que cañonea Madrid.

Traducción del bocadillo de la viñeta:
"¡Mi buen y viejo Rey depende de que yo venga como un Amigo! (A Carlos IV)
Su dignísima Majestad no tiene nada que temer de mí.(A la reina María Luisa).
¡Ah, el Príncipe de Asturias, mi Amigo y Hermano!
Magnánimo Príncipe de la Paz, en mí se encuentra tu Ángel de la Guarda. (A Manuel Godoy). 

El 2 de mayo madrileño

Dejamos Bayona y volvemos a Madrid donde habían tenido lugar los graves sucesos del 2 de mayo. Su origen hay que buscarlo, en la pretensión de Napoleón de asegurarse los derechos de la dinastía de los Borbones, para lo que necesitaba anular a todos los posibles herederos, reteniéndolos en Francia.

El 30 de abril, Murat por medio del embajador francés, presenta una carta de Carlos IV, dirigida a la Junta de Gobierno, en la que pedía el traslado a Bayona de la reina de Etruria, y del hijo menor del monarca, el infante Francisco de Paula. La Junta se negó a la petición de la salida del infante, pero Murat insistió al día siguiente, amenazando con emplear la fuerza, y asumiendo la responsabilidad de la decisión. Finalmente, la partida de la reina de Etruria, el infante y la hija de Godoy, se fijó para el día siguiente, 2 de mayo.

El comienzo del 2 de mayo, Palacio Real
" Provocan los franceses la ira del pueblo"
Grabado de Tomás L. Enguídanos sobre probable dibujo propio
Retoques: marco recortado, coloreada digitalmente
Fuente: Biblioteca Nacional de España
Pese al secreto con que se pretendía hacer el traslado, los rumores se extienden rápidamente por la ciudad, y desde primeras horas del 2 de mayo, grupos de mujeres permanecen apostadas frente al Palacio Real. Conforme pasan las horas, la tensión aumenta, llegan más paisanos, algunos criados de palacio comentan que el infante, de 14 años, no quiere abandonar Madrid, y con la situación tensionada al límite, bastaba un gesto o una frase para provocar una reacción de las gentes. Cuando el pueblo ve salir al infante para subirse a la carroza, surgen las voces de protesta y un grupo de hombres, cortan las correas de las caballerías, otros agreden al ayudante de Murat, Lagrange, al que salva una patrulla cercana. El gran duque de Berg, informado del tumulto, envía un batallón con dos cañones que sin previo aviso, abren fuego sobre la multitud, ocasionando muertes y heridos.

La lucha con los mamelucos
Cuadro de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828)
Fuente: ©Museo Nacional del Prado

La muchedumbre enfurecida se dispersa por todo Madrid pidiendo venganza. El odio y resentimiento contenido de la población estalla, y degüella a los soldados franceses que encuentran aislados. Murat contraataca con la caballería, matando a quien se pone por delante de sus tropas, y el pueblo responde como puede y con todo tipo de armas improvisadas. Pero la desigual diferencia en el número de fuerzas, y la falta de una organización previa, iban a ser demoledores para los madrileños, muchos de ellos acuchillados y degollados por la guardia imperial, los coraceros polacos y los temibles mamelucos egipcios.    

2 de mayo
Defensa del Parque de Artillería de Monteleón
Cuadro de Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923)
Fuente: ©Museo Nacional del Prado

Mientras, en varios puntos de la ciudad, seguían los enfrentamientos a la desesperada de los combatientes, las escasas tropas españolas permanecían acuarteladas por orden de la Junta. Grupos de paisanos se dirigieron hasta el Parque de Artillería de Monteleón, y consiguieron el apoyo de sus militares. Los oficiales artilleros, Pedro Velarde y Luis Daoiz junto con escasos diez hombres salieron con tres cañones, les acompañaban el teniente Jacinto Ruiz y 33 soldados de infantería. En unión de grupos de paisanos, mujeres incluidas, intentaron hacer frente  a los franceses. Tras un sostenido y atroz combate, con numerosas bajas por ambos lados, los españoles fueron arrollados por el mayor número de soldados napoleónicos quienes, con las bayonetas caladas, acometieron a los sublevados. 
   
Dos de mayo de 1808
Juan Manuel Malasaña da muerte al dragón
francés que acaba de matar a su hija
 Manuela de 15 años
Cuadro de Eugenio Alvarez Dumont (1864-1927)
Fuente: ©Museo Nacional del Prado

Los hechos se sucedían vertiginosamente y algunos miembros de la Junta reaccionan. Piden a Murat que se les permita salir a las calles, junto con un general francés, para tratar de apaciguar al pueblo. Así lo hacen los comisionados Azanza y O'Farrill, junto con el militar Harispe y varios consejeros y oficiales de ambos bandos, que agitando pañuelos blancos y gritando ¡paz!, ¡paz! recorren las calles y plazas, consiguiendo el cese de hostilidades. Los alborotos comenzaron sobre las 10 de la mañana y la calma se impone sobre las 2 de la tarde. 

Pero lo peor estaba por llegar. Murat había publicado un bando según el cual, serían fusiladas todas las personas encontradas con un arma. Pese a lo acordado con la Junta, se suceden las detenciones y en la misma noche del día 2 y en la mañana siguiente, se producen los fusilamientos de los detenidos. Las ejecuciones se hicieron, entre otros sitios, en el Paseo del Prado, el Retiro, la montaña del Príncipe Pío, o en la Puerta del Sol, mientras los cañones disparaban a intervalos, atemorizando a la población.

El recuento de las víctimas españolas de esos días, realizado por Juan Pérez de Guzmán, basándose en archivos y documentos oficiales, suma 406 fallecidos, de los cuales 60 eran mujeres, y los heridos asistidos, unos 172. Por parte de las tropas napoleónicas, algunos autores franceses hablan de cifras exageradas, quizás para justificar el desigual combate, aunque lo más creíble es que no pasasen de 500 las bajas francesas, entre muertos y heridos.
Enterrar y callar
Aguafuerte de Francisco de Goya y Lucientes
Fuente: Biblioteca Nacional de España

Tras la atroz represión francesa, quedó patente el divorcio entre la autoridad oficial, sometida al invasor, y el pueblo que se negó a someterse. El drástico castigo impuesto por Murat, dueño y señor de la situación, acabó rápidamente con el levantamiento, pero las circunstancias habían cambiado, los soldados franceses no eran amigos, eran invasores y enemigos.

El magistrado, Juan Pérez de Villaamil redactó la declaración de guerra a Napoleón y la hizo firmar a los regidores de Móstoles. La supuesta vieja amistad hispano-francesa, que había comenzado con los pactos de familia del primer Borbón, Felipe V, había terminado.

El infante Francisco y su hermana, salieron al día siguiente para Bayona, y un día más tarde, lo hizo el presidente de la Junta, el hermano de Carlos IV, Antonio Pascual de Borbón. Al frente de la única entidad del gobierno de la nación quedaba el vocal más antiguo, Francisco Gil y Lemus.

Con un país conmocionado, una Junta sin poder efectivo y sin saber a quién obedecer, el mariscal Murat impuso su presencia en las reuniones de los comisionados. El 7 de mayo presentó un decreto de Carlos IV, según el cual, había sido nombrado lugarteniente general del Reino y como tal presidiría la Junta Gubernativa. El viejo rey, que ya no lo era, porque había abdicado en favor de Bonaparte, cometía otra vileza más, poniendo al frente de la nación, al jefe de las tropas invasoras.

Por si no había bastante confusión, hacia el 9 ó 10 de mayo, los miembros de la Junta, Azanza y O’Farril, reciben dos decretos de Fernando VII en los que manifestaba estar sin libertad, y autorizaba la constitución de cualquier cuerpo gubernativo que ejerciese las tareas de soberanía, al tiempo que ordenaba comenzar las hostilidades contra los invasores, también pedía convocar las Cortes para proporcionar los arbitrios y subsidios necesarios para la defensa del Reino. Para complicar aún más la situación, en un sucesivo escrito, Fernando comunicaba que había devuelto la corona a su padre, y que la Junta Suprema debía someterse a lo dispuesto por su padre. No es de extrañar que los comisionados y el Consejo de Castilla, con su gobernador interino al frente, Arias Mon y Velarde, no supieran a qué atenerse, y practicaran un comportamiento de sumisión a todas las irregularidades y peticiones de los invasores franceses.


Bibliografía (Autor/es. Título del libro. Edición. Lugar de publicación: Editorial; año).

- Javier Tusell; Rafael Sánchez Montero. Historia de España. El Siglo XIX. De la Guerra de la Independencia a la Revolución de 1868. Tomo XII. Edición para Biblioteca El Mundo. Pozuelo de Alarcón (Madrid), Editorial Espasa Calpe, 2004.

- E. Ducéré. Les journées de Napoleón a Bayonne. Éphémérides impériales. Bayonne. Imprimerie A. Lamaignére, 1908. 

- Francisco Pi y Margall, Francisco Pi y Arsuaga. Historia de España en el siglo XIX. Barcelona. Miguel Seguí-Editor. 1902.

- Comte Mollien. Mémoires d'un ministre du Trésor Públic, 1780-1815. Tome deuxième. Paris. Guillamin et Cie. 1898.

- Andrés Muriel. Memorial Histórico Español. Tomos XXIX-XXXIV. Real Academia de la Historia. Historia de Carlos IV. Varios tomos. Madrid. Est. Tip. Vda. e Hijos de Manuel Tello, 1894.

- José Gómez de Arteche. Historia General de España. Reinado de Carlos IV. Tomo II. Madrid. El Progreso Editorial, 1892.

- Modesto Lafuente; Juan Valera. Historia General de España. Desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII. Tomos XV y XVI. Barcelona. Montaner y Simón Editores, 1889.

 - Jose María Queipo de Llano, conde Toreno. Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Biblioteca de autores españoles. Tomo LXIV de la colección. Madrid. M.Rivadeneyra-Impresor-Editor, 1872.

 - Antonio Alcalá Galiano. Historia del levantamiento, revolución y guerra civil de España. Tomo I. Madrid. Librería de D. Leocadio López, 1861.

 -  - Miguel Agustín Príncipe. Guerra de la Independencia, narración histórica. Tomo segundo. Madrid. Imprenta del siglo a cargo de Ivo Biosca. 1846.

- Memorias de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz. Tomo VI. Gerona. Librería de Vicente Oliva, 1841.

- Michael J. Quin. Memorias históricas sobre Fernando VII, rey de España. traducción del inglés de Joaquín García Jiménez. Tomo primero.Valencia. Imprenta de Gimeno, 1840. 

- Juan Escoiquiz. Idea sencilla de las razones que motivaron el viage del rey D. Fernanddo VII a Bayona, en el mes de abril de 1808. Madrid. En la Imprenta Real, 1814.

- Pedro Cevallos. Exposición de los hechos y mauinaciones que han preparado la usurpación de la Corona de españa y los medios que el emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla. Madrid. En la Imprenta Real, 1808. 


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