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viernes, diciembre 16, 2022

Diligencias, caballos, mulas y borricos (1 de 2)

Campesina  a lomos de una mula (1835)
(Peasant girl on a mule)
Acuarela de John F. Lewis
The Sketches of Spain & Spanish Character
Fuente:Biblioteca del Banco de España
Tras la guerra de los españoles contra Napoleón, España, que hasta entonces había quedado relegada en las rutas viajeras, se puso de moda en Europa.

Los relatos de los soldados ingleses, franceses y otros países involucrados en el conflicto, que de vuelta a sus hogares, contaban sus impresiones y experiencias, despertaron la curiosidad de sus compatriotas, y los forasteros, trotamundos, aventureros y espíritus inquietos del continente comenzaron a llegar.

Algunos visitantes, reflejaron sus vivencias en forma de libros, o en entregas por capítulos encargados por editoriales, que debían incluir grabados, basados en dibujos o acuarelas, a veces realizados por los propios viajeros o algún artista que les acompañaba, y en otros casos, debidos a la imaginación basada en la descripción del relato. Muchas ilustraciones representaban imágenes con burros, mulas, caballos, diligencias, ventas y posadas.

Esta entrada está dedicada a los medios de transporte, y a los animales que hacían posibles los desplazamientos, y que eran esenciales en la vida cotidiana de las personas.

Las diligencias 

El transporte de pasajeros, que perduró incluso después la llegada de las primeras líneas de ferrocarril, se hacía en carruajes tirados por caballos y mulas. A los viajeros extranjeros les causaba asombro la formación de los tiros de animales, y de los responsables de llevarlos a buen término, el mayoral, el postillón o delantero y el zagal o cuarteador.      

Diligencia
Amias Charles Andros (1837-1898)
Pen and Pencil, Sketches of a Holiday in Spain
1860
Fuente: Ministerio de Cultura...
"El transporte está formado por diez caballos y mulas, aparejados con extrañas y artísticas combinaciones de cuerdas, cadenas y cueros sin curtir; tan desvencijado es todo el atalaje que tenemos que detenernos cada hora, de promedio, para reparar los daños. El postillón, un joven de radiante aspecto, con un gran sombrero, pañuelo rojo anudado a su cabeza, chaqueta púrpura y pantalones azules, monta en cabeza, el mayoral, o conductor, sube al pescante y agarra una gruesa cuerda sujeta a los cabestros; el zagal, o ayudante se abalanza sobre los caballos y los azota sin piedad. Todos gritan y chillan al unísono: "¡arrea!¡arrea!¡alza!¡alza!¡alza!" y salimos con toda la fuerza que los animales se permiten". 

Los caminos estaban llenos de peligros y obstáculos, y en los pasos montañosos había que reducir la marcha y extremar las precauciones, sobre todo cuando la oscuridad de la noche hacía más arriesgado el viaje.

Puerto de Arenas (ruta de Granada a Jaén)
Grabado sobre dibujo de Gustave Doré
L'Espagne (1862-1873)
Barón Jean Charles Davillier (1823-1883)
Source gallica.bnf.fr / BnF 
"Los desfiladeros desiertos que recorríamos se prestaban admirablemente a historias de bandoleros; a un lado del camino, un precipicio cuyo fondo se perdía en la oscuridad; al otro lado, una alta pared de rocas escarpadas que se alzaban sobre nuestras cabezas como gigantescos obeliscos; a veces un enorme bloque, que se había desprendido del macizo, sobresalía por encima de la carretera, y parecía haber sido detenido en su caída por la mano de un gigante. El gran farol de la diligencia iluminaba la escena con fantásticos destellos; la luz se reflejaba en el más pequeño saliente de las rocas, que proyectaban grandes sombras, cambiando sin cesar en formas diferentes. Las diez mulas de nuestro largo carruaje hacían brillar sus pompones, las primeras a plena luz, las otras se perdían poco a poco en las sombras; el cielo, oscuro y tormentoso, sólo mostraba unas pocas estrellas; si, en un recodo del camino, hubiéramos visto unas toberas, parecidas a las que tienen los órganos de las iglesias españolas, nos hubiera parecido lo más natural del mundo, y bastante acorde con la situación en el sombrío puerto de Arenas: tal es el nombre de este desfiladero, poco tranquilizador para los tímidos o crédulos, que todavía creen en los bandidos."

Los percances y accidentes, principalmente vuelcos de los carruajes, eran más frecuentes de lo deseable. El estado de los caminos no ayudaba a los vehículos, que a veces volcaban a causa de baches, o quedaban atascados en vados y barrizales. 

Un accidente
Grabado sobre dibujo de Gustave Doré
L'Espagne (1862-1873)
Barón Jean Charles Davillier (1823-1883)
Source gallica.bnf.fr / BnF.
"La diligencia es el medio de transporte aristocrático que sólo circula por los caminos reales o carreteros. Aunque sería más exacto decir: sólo ha circulado, ya que desde que hay ferrocarriles en España, este anticuado vehículo ha desaparecido casi por completo. Otra de sus desventajas, no estaba exenta de peligro: era cuando se producía un "vuelco", es decir, cuando la diligencia volcaba, lo que pasaba con demasiada frecuencia, y el mayoral se exponía a una multa de doce duros  (unos sesenta francos). Dos veces tuvimos que pagar, y nos levantamos sanos y salvos; pero no siempre escapa uno tan felizmente de semejantes accidentes: en nuestro viaje de Barcelona a Valencia, nos mostraron un espantoso barranco en el que se había precipitado una diligencia, arrastrando en su caída a pasajeros y caballos."


Paso del Coll de Balaguer
Dibujo y grabado de Rouargue fréres
Voyage pittoresque en Espagne et Portugal (1852)
Émile Auguste Bégin (1802-1888)
 Source gallica.bnf.fr / BnF.

Las diligencias tenían que hacer paradas como máximo cada dos horas, para descanso de animales y pasajeros, y en ocasiones para relevo del postillón y zagal. El grabado inferior, representa una parada en Illescas, en el camino de Madrid a Toledo, y que aún hoy en día, con los vehículos a motor, mantiene la costumbre de ser lugar de parada. 

Un descanso en Illescas, entre Toledo y Madrid
Grabado sobre dibujo de Gustave Doré
L'Espagne (1862-1873)
Barón Jean Charles Davillier (1823-1883)
Source gallica.bnf.fr / BnF 

"Paramos en Illescas, a mitad de camino, para disfrutar de un descanso muy necesario, a despecho de la singular etimología, según la cual el nombre de Illescas se formó con el principio y el final de una frase en latín: Illic non quiescass: Aquí no descansarás. La cena en la posada inspiraba alguna desconfianza al viajero, sobre todo porque recordaba cierto capítulo de la novela de Lesage, en la que se dice que se ofreció un gato a Gil Blas bajo el nombre de liebre, gato por liebre, como dice el refranero español".

En las paradas de postas y ventas de los caminos, se juntaban gentes de todas las clases sociales: arrieros, viajeros de paso, campesinos, clérigos, soldados, alguaciles, aristócratas, etc. La convivencia, aunque temporal, no siempre resultaba fácil.
Interior de la venta de Los Alazores
Grabado de Valentín Foulquier (1822-1896)
Voyage en Espagne (1882)*
Eugène Poitou (1815-1880)
Source gallica.bnf.fr / BnF 
* Eugène Poitou y su familia viajaron por España en 1866
La primera edición del libro se publicó en 1869


"La situación no era precisamente alegre. Estábamos a cuatro leguas de Loja y seis de Málaga, en medio de montañas desiertas, en el lugar más espantoso y desolado. La noche era oscura, y una brisa helada soplaba desde las gargantas de la sierra. Nuestro único asilo era una miserable venta, la venta de los Arazolès (Alazores), no he olvidado su nombre, una especie de tugurio oscuro situado al borde de la carretera, y frente al  cual se había detenido la diligencia: demasiado afortunado todavía por encontrar en tal lugar cualquier refugio.  No hubo necesidad de deliberar. Seguimos penosamente a nuestras mulas, ya desenganchadas, y entramos tras ellas  por la única puerta de la casa. Consta de dos salas pavimentadas unidas entre sí. La más grande y confortable está al fondo, frente a la puerta: es el establo; la segunda es la cocina, al fondo de la cual se sitúa una gran chimenea, de dos a tres metros de embocadura, con un hogar alto, en el que un hombre puede ponerse de pie. El fuego está en el centro del hogar; uno se coloca a su alrededor. Una lámpara de hierro colgada de la campana de la chimenea ilumina la estancia. No hay habitaciones ni camas: por encima lo único que hay  son buhardillas y desvanes, donde duermen los dueños de la casa. Fue en este agradable lugar donde tuvimos que pasar la noche".

 
Venta del Baúl
Adolphe Rouargue (1810-1870)
Crónica General de España (1864)
Cayetano Rosell López (1817-1883)
Fuente: Biblioteca Digital de Madrid

Una venta
Dibujo y grabado de Rouargue fréres
Voyage pittoresque en Espagne et Portugal (1852)
Émile Auguste Bégin (1802-1888)
Source gallica.bnf.fr / BnF.
Durante los largos viajes podían ocurrir mil incidentes o anécdotas, pero lo que nunca faltaba, era el grupo de curiosos, mensajeros, recaderos y mendigos que rodeaban a los viajeros recién llegados. 
Llegada de la diligencia a una posada de
 La Mancha (Santa Cruz de Mudela)

Grabado sobre dibujo de Gustave Doré
L'Espagne (1862-1873)
Barón Jean Charles Davillier (1823-1883)
 Source gallica.bnf.fr / BnF 
"Estas fueron las reflexiones de un español, nuestro compañero de viaje; cuando llegamos a Santa Cruz de Mudela y nos vimos acosados por mendigos, nos sentimos mucho más inclinados a compadecer a estos desgraciados que a culparlos. Santa-Cruz de Mudela es un pequeño pueblo, o más bien una gran aldea, de un aspecto triste y miserable, donde las calles están llenas de baches: en invierno, uno corre el riesgo en la oscuridad, de hundirse en el profundo barrizal, y en verano, verse medio asfixiado por espesas nubes de polvo. La mayoría de las casas son bajas y las ventanas tienen rejas de hierro. Estos sólidos enrejados a veces, están artísticamente trabajados: la mayoría están coronados por un remate y una cruz; comprobamos que algunos databan del siglo XVI. Santa Cruz, compite con Albacete, en lo que a cuchillería popular se refiere, y cuyos productos ya hemos descrito: es para esta ciudad lo que Langres y Chatellerault son para nosotros. Desde que el tren se paró, fuimos asediados por mercaderes de navajas, puñales, cuchillos, etc. Compramos algunos objetos para ajustarnos a la tradición, y para fomentar una industria que todavía tiene que hacer progresos para igualar a la de Sheffield".

Los alojamientos donde hospedarse evolucionaron con los años, pero sobre todo a partir del desarrollo del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX, y el aumento de poblaciones intercomunicadas, con el consiguiente movimiento de viajeros. A las ventas, fondas, posadas y casas de huéspedes, o de pupilos de la primera mitad del siglo, siguieron la apertura de establecimientos hoteleros. Los viajeros extranjeros utilizarán cualesquiera de los hospedajes, según la ocasión, disponibilidad y recursos económicos a su alcance. En ocasiones pernoctarán en alguna de las ventas situadas a lo largo de las carreteras, que por lo general no despertarán elogios de los invitados.
  
Venta de Benecasi (Benicasim)
Litografía de Charles J. Hullmandel (1789-1850)
Según boceto del autor del libro (nov. 1813)
Views in Spain (1824)
Edward Hanke Locker (1777-1849)
Fuente:
"La Venta de Benecasi (Benicasim) puede servir como ejemplo de las ínfimas posadas de España. La cocina es el lugar de reunión de toda la familia, sin excluir a las cabras, los cerdos y las aves de corral, que hacen de ella su morada. Las puertas rara vez se cierran, incluso por la noche. Bajo la campana de una enorme chimenea aparece la anfitriona, en alegre atuendo, ante su sartén humeante, que fríe sucesivamente pescado salado para los arrieros, tortilla y tocino para los mejores huéspedes, con aceite y ajo para todos. Aquí ella es la reina suprema, pues todos los demás, cualquiera que sea su rango o categoría, se mezclan en perfecta igualdad. Los españoles hablan con voz muy alta, pero en medio de todo el clamor y confusión, su voz y autoridad prevalecen. Los invitados con sus cigarros, forman grupos y bromean sin parar, con alegría. Es su mayor deleite, y no hay pueblo en la tierra que los supere en humor vulgar. Aquí, por la noche los arrieros descansan en sus monturas; sus mulas y carros están en una dependencia exterior, donde comúnmente se encuentra el pozo que genera miríadas de mosquitos que infestan las habitaciones superiores, junto con los parásitos habituales". 
Llegando a la posada (1853)
Dibujo de Lady Louisa Tenison y Mr. Egron Sellif Lundgren (1815-1875)
Castile and Andalucia (1853)
Lady Louisa Tenison (1819-1882)
Fuente: Ministerio de Cultura...
El Correo español de Toledo
Cuadro de Alexaander von Wagner (1838-1919)


Sigue en parte 2





  

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