1808-5
España en revolución: la Guerra
...Fue el botín abundante, porque como era domingo casi todos los habitantes de Valladolid habían ido allí como a fiesta y romería, imaginándose a fuer de inexpertos segura y fácil la victoria. El camino de Cabezón estaba sembrado dedespojos de innumerable gentío que precipitadamente quería ponerse a salvo.
Las tropas imperiales entraron en Valladolid sobre las 5 de la tarde. Obispos y autoridades salieron a recibirlas y aplacarlas. No hubo saqueos, desarmaron a la población, hicieron unos pocos rehenes, se provisionaron de armas y víveres, impusieron un fuerte gravamen a la ciudad, y el día 16 la abandonaron con dirección a Santander, donde consiguieron sofocar la rebelión cántabra y tomar el control el día 23.
El desarrollo de los hechos, debiera haber hecho meditar a quienes propugnaban el enfrentamiento en campo abierto, con más pasión que inteligencia, llevando al combate milicias de paisanos mal adiestrados y peor armados, frente a tropas bien pertrechadas, militares profesionales y fuerzas regulares entrenadas, especialmente la caballería y cuerpos de choque franceses, pero la vorágine general impedía pensar con sentido común. Aún nos costaría unas cuantas derrotas más.
Los sucesos de Logroño, Segovia, Cabezón, hasta ahora no indicaban sino orgullo, ignorancia, furor, pero ningún hábito para guerrear, y sobre todo, ninguna muestra de la tenacidad que encontraríamos más tarde. A. Thiers. Histoire de l'Empire.
Tanto la Junta de Asturias como la de Galicia, eran de la opinión de lo desacertado de librar combates en llano, y así se lo hicieron saber al capitán general, pero la soberbia de García de la Cuesta, máximo jefe militar de la zona, le impedía reconocer lo descabellado de su plan*.
*La idea fija de García de la Cuesta, consistía en cortar la vía de comunicación de Francia con Madrid, pretensión totalmente lógica y que no admitía dudas. Lo insensato era plantear el combate en los páramos castellanos, sin disponer de fuerzas suficientemente preparadas.
A regañadientes, Asturias acabó enviando el regimiento de Covadonga, al mando de Pedro Méndez de Vigo, y dispuso que otro regimiento con unos 1.000 hombres pasase a León, donde el terreno montañoso era más favorable a los españoles.
El general Joaquín Blake (copia) Cuadro original de Manuel Ojeda Siles (1835-1904) Fuente: Museo Nacional del Prado |
Blake había preparado con antelación un plan de despliegue de sus efectivos, del que hizo partícipe a la Junta. Ésta mantenía recelos y desconfianza sobre la persona de García de la Cuesta, por lo que dictó instrucciones concretas a Blake, que hicieron llegar al general castellano. Particularmente y de forma confidencial, marcaron unas directrices a seguir por su comandante en jefe, en las que le manifestaban que no le cediese el mando de sus tropas, y claramente exponían sus dudas sobre la lealtad de don Gregorio.
Zona de operaciones En color, el camino real que llegaba hasta Francia Atlas Geográfico de España... (1790) Matías López de Vargas (1730-1802) Fuente: Biblioteca del Banco de España |
El 4 de julio partieron las tropas del ejército de Galicia; la componían unos 23.500 hombres y unos 150 caballos, con 30 piezas de artillería. En Benavente conferenciaron ambos generales. Pese a las prevenciones que la Junta de Galicia había formulado a Blake, en el sentido de no ceder el mando de su ejército al poco fiable García de la Cuesta, el reciente teniente general*, conforme a las ordenanzas militares, tuvo que permitir que el capitán general, como mando más antiguo y de mayor graduación, asumiera el mando de las fuerzas conjuntas.
*Joaquín Blake había asumido el mando del ejército de Galicia tan sólo diez días antes, siendo ascendido a teniente general sin haber pasado antes por los grados de brigadier y mariscal de campo. Esta circunstancia no debió de ser muy del agrado de García de la Cuesta, quien con sus disposiciones para la batalla, menospreció los planteamientos de Blake.
En Benavente quedó como reserva una división de unos 5.000 hombres, y con el resto de fuerzas, confluyeron el ejército de Galicia y el de Castilla, en las proximidades de Medina de Rioseco. Los 15.000 militares de Blake y los casi 7.000 de García de la Cuesta, formaban un cuerpo militar de 22.000 efectivos, de los cuales, unos 700 constituían la caballería. Las tropas españolas debían enfrentarse a las dirigidas por el mariscal Bessières, cuyo cuartel general estaba en Burgos.
Napoleón era conocedor de los movimientos españoles, y del enorme riesgo para sus planes, si la ruta con Francia caía en poder de los sublevados. Transmitió urgentemente instrucciones a sus mandos para que, a la mayor bervedad, fuera impedido el avance de las tropas enemigas.
El mariscal Bessières salió de Burgos el 9 de julio, y se le fueron uniendo las divisiones de los generales Merle, Sabathier, Mouton y la caballería del general Lasalle. El total del contingente ascendía a unos 12.000 infantes, más de 1.500 caballos, 30 piezas de artillería con sus dotaciones, y los convoyes de intendencia.
Una partida de reconocimiento francés hizo pensar a García de la Cuesta que el enemigo se aproximaba por el camino de Valladolid. Aprovechando la noche, Blake posiciona sus tropas a la derecha de Rioseco, en dirección a la capital vallisoletana, es el 13 de julio. Las tropas de Cuesta, se sitúan retrasadas, frente la población, en la dirección de Palencia. Amanece el día 14 y unos paisanos avisan de que los franceses avanzan por la ruta palentina. García de la Cuesta, viéndose en desventaja pide ayuda a Blake, que le envía una de sus divisiones como refuerzo, y cambia su posición inicial, ocupando la meseta del Moclín, que se eleva unos 80 metros sobre los terrenos circundantes.
Gabriel de Mendizábal Iraeta (1765-1838) |
Blake y Cuesta, enfrentados entre sí, ordenan el repliegue, sin ser muy estorbados por el enemigo. Las bajas de las tropas españolas entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos son muy numerosas, más de 4.000 hombres, aunque más de la mitad lo constituían los extraviados o desaparecidos, también se perdieron varias piezas de artillería. A destacar que la mayoría de bajas, las padecieron los regimientos de Galicia, con 336 muertos, entre ellos el conde de Maceda, Baltasar Pardo de Figueroa, brigadier de las fuerzas de vanguardia, que aun estando herido se negó a ser evacuado y luchó hasta el final. Por su parte, la pobre intervención de las tropas de Cuesta, permitió que sus bajas fueran muy inferiores con 155 fallecidos. Los franceses, sufrieron cerca de 1.000 pérdidas entre muertos y heridos, siendo especialmente dañada la caballería ligera, del general Lasalle.
Tras el desastre, los soldados imperiales sometieron a Rioseco, al acostumbrado saqueo y destrucción, quemando edificios, destruyendo bienes, robando, asesinando, violando, cometiendo sacrilegios, y convirtiendo la iglesia de Santa Cruz en un burdel.
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