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Junio
A finales de mayo de 1811, la
situación de los ejércitos imperiales en la Península no era la más
halagüeña, y el desánimo y rivalidades entre los mandos franceses, no ayudaban,
a mejorarla. A la escasez de subsistencias y vestuario, se añadía la falta de
recursos económicos para pagar los sueldos de militares y empleados.
Comenzaría un lento declive del
dominio invasor, que se iría acentuando mes a mes, y que la obtención de algunos
hechos favorables e importantes, no impedirían el inexorable deterioro de
la ocupación imperial.
Tampoco era mejor la situación de los defensores de la causa por la independencia, y sobre todo de la población, cansada de la larga guerra, y de tener que mantener tanta tropa, propia y ajena. Aumentaban el número de personas hartas del conflicto, y que bien por pasividad, por oportunismo o por necesidad, servían a los intereses franceses.
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Vista de la ciudadela de Sagunto (antes de 1806) Retoques: color digitalizado Fuente: Atelier de Alexander de Laborde (1773-1842) Bibliothèque de Montpellier Source gallica.bnf.fr/BnF |
Tras la pérdida española, de las
principales poblaciones catalanas y la irrupción de lord Wellington en
Extremadura, la mayoría de acciones militares de este periodo tendrán lugar en
el Oeste y Sur de la Península, junto con una gran actividad de las partidas en Navarra y las Castillas. La ciudad de Valencia, que seguía siendo la principal ciudad a conquistar por los imperiales, estaba en el punto de mira, y allí tendría lugar uno de los episodios más amargos para la causa patriota.
Los militares españoles,
aprendiendo de errores pasados, procurarán no exponerse en combates desiguales,
evitando las batallas en campo abierto, utilizando la táctica del ataque por sorpresa y
retirada, al modo de las innumerables partidas de guerrilleros, convertidas
algunas en auténticos regimientos de tropas ligeras, que hostigarán con
frecuencia, a los convoyes de suministros y patrullas francesas, obstaculizando
las comunicaciones con Francia. Este modo de guerrear, aun haciendo daño a los ocupantes, seguían sin ser determinantes para acabar con el conflicto, faltaba una victoria rotunda, en batalla abierta contra las fuerzas imperiales, pero España carecía de un líder ejemplar, indiscutible y respetado, capaz de unificar esfuerzos, fortalecer los recursos y levantar la moral de los ejércitos.
Día 3. Reanudación del sitio de Badajoz. Tras la derrota de los franceses en la batalla de La Albuera, lord Wellington ordenó reanudar el sitio de Badajoz, interrumpido en su momento por la llegada de las tropas de Soult. La caída de la ciudad pacense podría representar un golpe decisivo para las aspiraciones de Napoleón de controlar Extremadura e intentar de nuevo la conquista de Portugal, por lo que el emperador emplazó a los generales Marmont y Soult a unir esfuerzos para impedir la pérdida de la ciudad.
Ante el riesgo que llegarán nuevos efectivos franceses, Arthur Wellesley se propuso acelerar el asedio, para lo cual envió un cuerpo de su ejército para reforzar a las fuerzas que habían combatido en La Albuera. Las tres divisiones enviadas, al mando de los generales Houston, Picton y Hamilton, completaron el cerco a la ciudad el 27 de mayo.
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Badajoz durante el sitio de junio de 1811 Dibujo de Thomas Saint-Clair (1785-1847) Grabado de Charles Turner (1773-1857) Retoques: recorte lámina, limpieza, refuerzo color Fuente: A serie of views of the Principal Ocurrences of the Campaigns in Spain and Portugal taken during the Peninsular War Biblioteca Nacional de Portugal |
Tras construir trincheras y asentar las piezas artilleras, el día 3 de junio comenzaron los bombardeos, siendo objetivo preferente el fuerte de San Cristóbal, por donde, y una vez abierta brecha, el día 5 los sitiadores intentaron un asalto que fue repelido por los franceses.
Continuó el fuego artillero que agrandó las roturas de las defensas, y el día 9 de junio, las fuerzas aliadas intentaron otro asalto, que también fue rechazado por los sitiados. A partir de ese malogrado intento, con los refuerzos franceses próximos, Wellington mandó convertir el asedio activo en un bloqueo, impidiendo o dificultando los suministros a la ciudad.
Poco tiempo iba a durar el bloqueo, puesto que a mediados del mes de junio los ejércitos imperiales reunían en las proximidades, un gran ejército de unos 70.000 soldados, que lord Wellington, posicionado en La Albuera, consideró imbatible para sus fuerzas de unos 60.000 hombres, por lo que ordenó recoger los pertrechos, terminar con el bloqueo y replegarse a Portugal*.
*La decisión de Wellington ha sido criticada y puesta en tela de juicio por estudiosos y militares, que han considerado excesivamente conservadora la medida, achacándole el posible retraso de un año en la liberación de la Península.
Día 14. Acción de Carrascal (Navarra). Las actividades de las milicias de Francisco Espoz y Mina, traían de cabeza a los mandos napoleónicos, y la acción de Arlabán, habida en mayo contra el convoy de Massena, camino de Francia, los enfureció aún más.
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Retrato del general Francisco Espoz y Mina Autor anónimo Museo del Romanticismo |
Era gobernador de Navarra, el general Honoré Charles Reille, que había amenazado a Mina, sin éxito, con prender y ejecutar a sus familiares si no cesaban las hostilidades, por lo que emprendió una campaña junto con fuerzas de apoyo, enviadas por el mariscal Suchet, para acabar con los regimientos guerrilleros, y tratar de recaudar los veinte millones de reales que el mariscal Bessières había impuesto a Navarra.
Entre las ventajas estratégicas de los guerrilleros destacaban su red de informadores y el conocimiento físico del terreno. Pronto quedaron informados de los itinerarios seguidos por las fuerzas del general Reille, a las que atacaron, una vez más, en las angosturas próximas al pueblo de Carrascal, obligándolas a retirarse, pero ignorando, que las tropas del general Caffarelli, llegaban por la retaguardia. Mina con sus hombres quedaron atrapados debiendo abrirse camino por en medio de los militares enemigos, con enorme riesgo para sus vidas, lo que supuso la pérdida de más de 100 partidarios, entre muertos, heridos y prisioneros.
En los días siguientes, los generales franceses continuaron la persecución y acoso de las huestes guerrilleras, y el día 18 la división de Reille, encontrándose en Aoiz, sufrió una emboscada, con significativas pérdidas humanas*.
* Viendo lo infructuoso de acabar con Mina, el gobernador Reille probó otros métodos, como el de ofrecer sustanciosas recompensas por las cabezas de los guerrilleros y de sus oficiales más destacados. También llegó a proponerles, la incorporación de sus fuerzas en el ejército francés, manteniendo su estatus militar. Para ello, les emplazó a tener una reunión el 14 de septiembre en la localidad de Leotz, próxima a Olite. Allí se reunirían con cuatro emisarios de la Diputación del Reino de Navarra. Temiendo caer en una encerrona, en la noche del día 13, Francisco Espoz y Mina arrestó a los diputados, a los que mandó ejecutar, alejándose de la zona.
Día 14. Evacuación de Asturias. Las tropas francesas al mando del general Jean Pierre Bonet evacúan Asturias, para ponerse a las órdenes del mariscal Auguste Marmont, quien después de relevar a Massena, al frente del ejército de Portugal, había establecido el cuartel general en Salamanca. Comenzarán una serie de enfrentamientos entre las tropas del reorganizado sexto ejército español, al mando del general Santocildes*, y las fuerzas francesas del general Bonet.
* Al brigadier José María de Santocildes (1771.1835), de regreso a España tras fugarse de Francia donde estaba como prisionero de guerra, le fue otorgado el mando del sexto ejército, como comandante general interino. Abarcaba dicho ejército las provincias de Galicia, Asturias, León y las de Castilla situadas a la derecha del Duero, y lo componian numerosos soldados de a pie, aunque era escaso en caballería y artillería. Santocildes mejoró las condiciones de sus tropas, al tiempo que las reorganizó, instruyó e inculcó mayor disciplina.
Día 23. Batalla de Cogorderos (León). El general francés Bonet había ordenado al general Valletaux, atacar las tropas españolas acantonadas en el valle del río Tuerto, en el camino de Astorga, población que habían abandonado los franceses tras destruirla, y que fue reocupada por el general Santocildes. Las fuerzas del general Taboada, aguantaron las embestidas francesas, y la llegada de la brigada asturiana de Federico Castañón, atacando por un flanco, terminó por derrotar a los invasores. El general Valletaux fue una de las víctimas mortales.
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Croquis de la acción en los Altos de Cogorderos Dibujo de Jph. de Castellón? Retoques: limpieza, refuerzo Fuente: Ministerio de Defensa |
JulioDía 2. Acción del puente del Órbigo (León). Las tropas francesas que ocupaban la margen izquierda del río Órbigo, eran objeto de la vigilancia de los españoles. Dispuesto a terminar con la amenaza, el general Bonet emprendió un ataque contra las tropas de Santocildes, comenzando los enfrentamientos entre ambos ejércitos, pero a modo de ataques por sorpresa y retirada, con participación de sucesivas fuerzas. La llegada de un importante refuerzo de tropas imperiales, obligaron a replegarse a los combatientes españoles.
Día 5. Levantamiento de Venezuela. La invasión francesa de España, produjo la inevitable debilidad del poder de la metrópoli, para hacer frente a las tensiones en las provincias de ultramar. A la formación de las Juntas de Defensa en los territorios americanos, creadas provisionalmente hasta la restauración en el trono de Fernando VII, pero no sujetas a la Regencia de Cádiz, siguieron los movimientos proclives a la emancipación, en los que no faltaron los intereses de Estados Unidos, Francia y hasta Gran Bretaña, para potenciarlos.
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El 5 de julio de 1811 Cuadro al óleo de Juan Lovera (1776-1841) Fuente: Palacio Municipal de Caracas |
La Junta de Caracas había convocado un Congreso de las provincias que la reconocían, que congregó el 2 de marzo de 1811, a 44 diputados electos, de las llamadas Provincias Unidas de Venezuela. En principio, la Asamblea seguía reconociendo a Fernando VII, pero en los debates que siguieron aumentó la influencia del partido por la independencia, del retornado Francisco Miranda, al que la Junta había nombrado teniente general, como principal impulsor de la emancipación.
La tensión de la Asamblea fue aumentando hasta que el 5 de Julio, la ciudadanía entró en el edificio asambleario instando a los diputados a proclamar la independencia. Tras acalorados debates, finalmente fue votada la resolución por la república, firmándose por los representantes la primera acta que proclamaba formalmente la independencia de unas provincias americanas, si bien el proceso soberanista no concluyó hasta años más tarde, ya que esta primera república cayó en el verano de 1812.
Día 9. El general Luis Lacy y Gautier asume el mando del ejército primero de Cataluña. El militar había sido designado en el mes de junio para sustituir al marqués de Campoverde como capitán general del Principado, circunstancia que se produjo en Vich, donde se encontraron ambos generales. Lacy se encontró con unas fuerzas bajo mínimos, divididas, y desmoralizadas en las que tras la pérdida de Tarragona, la deserción de efectivos había sido muy numerosa.
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D. Luis Lacy (1772-1817) Litografía de J. Carol (?) Fuente: BNE |
El nuevo comandante en jefe situó su cuartel principal en Solsona, donde se había trasladado la Junta del Principado, y con la que conjuntamente emprendió una gran actividad para reactivar la lucha contra el invasor, comenzando por estructurar el abatido ejército. Despidió a parte del exceso de oficiales y unos 500 jinetes sin caballos, a los que consideró poco aprovechables, o que no le inspiraban confianza, o cuya carga limitaba la disponibilidad de recursos para usos más importantes, y los animó a unirse a otros contingentes armados. Al frente del singular contingente se puso el brigadier Gervasio Gasca*.
* El recorrido y peripecias de los militares a los que despidieron Lacy y la Junta catalana, tiene caracteres novelescos, y plantea dudas por lo singular del suceso, del largo camino, rodeos y andanzas que hicieron, sin incorporarse a otros cuerpos, hasta llegar a finales de agosto a Valencia, donde gran parte de los soldados descartados, se unieron a las fuerzas valencianas.
Siguieron disposiciones para aprovechar los líderes propios del país, asignándoles tareas para recuperar efectivos, formando batallones para mantener el hostigamiento y provocación contra el ejército imperial, reforzando los somatenes y fortaleciendo las defensas de algunas poblaciones clave, para romper o al menos entorpecer, las líneas de suministros enemigas. La actividad y dedicación de Lacy, impulsó la ofensiva contra los invasores, quienes no podían salir de sus reductos sin grandes escoltas. El nuevo capitán general llegó a penetrar con sus hombres en la Alta Cerdaña francesa, derrotando a una brigada enemiga, e imponiendo contribuciones a los consternados habitantes de Er.
Día 15. Acción de Ariza (Zaragoza). Durante el transcurso de la guerra se produjeron numerosos combates de tipo menor, que tenían a la venganza como uno de sus componentes. A las atrocidades cometidas por unos, se sucedían las llevadas a efecto por otros. Uno de estos hechos tuvo lugar en las cercanías de la villa de Ariza, donde el brigadier José Joaquín Durán, comandante de las tropas de la demarcación de Soria, sorprendió a una columna francesa de unos 700 soldados y 30 jinetes, que procedentes de la guarnición de Calatayud, se dirigían hacia Ariza para recaudar contribuciones y subsistencias.
Las fuerzas de Durán, eran de unos 500 soldado de a pie y 170 jinetes. El escuadrón de caballería del comandante Bartolomé Amor, fue el encargado de vigilar y entretener a los franceses, mientras el grueso de las fuerzas se recuperaba de la marcha y del calor. Al retroceder el enemigo hacia el pueblo, para parapetarse en el castillo, Durán mandó avanzar con todas las tropas, desalojando el puente, y haciendo abandonar la fortaleza, obligando a huir a los imperiales, a los que persiguieron algunos jinetes y tiradores. Según el informe de Durán remitido a la Regencia, "Perdieron los franceses 250 hombres entre muertos y prisioneros, y quedaron en nuestro poder algunos caballos, muchas maletas, mochilas y armas" (Gazeta de la Regencia de 3/09/1811).
Día 15. José I regresa a Madrid. Tras dos meses de ausencia y procedente de Francia, donde viajó para entrevistarse con su hermano, con la excusa de asistir al bautizo del hijo del emperador, llega a Madrid, José Bonaparte, sin conseguir de Napoleón el reconocimiento de su autoridad como monarca de una España, que el autócrata galo pensaba despiezar. Para José I, la falta de liquidez económica era el obstáculo principal para consolidar su reinado y ganar adeptos. Una y otra vez, en las cartas que escribía a su hermano, y al consejero Louis Alexandre Berthier, insistía en reclamar dineros, que no le llegaban.
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"El Secretario y el tío Pepe" Caricatura del rey José al que se le atribuía una inexistente adicción al vino Autor anónimo Fuente: Bibliothèque municipale de Valenciennes Source gallica.bnf.fr/BnF
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La obstinación de José I en sus peticiones de fondos a su hermano, tenía por finalidad, incrementar las fuerzas propias con soldados españoles, convenientemente renumerados y equipados, los llamados juramentados o jurados, asegurando con un sueldo, su interesada fidelidad.
A su llegada a Madrid, José se encontró con una situación aún peor de cuando se marchó, a los males habituales se había añadido la hambruna del pueblo, ocasionada no solo por la sequía, sino por los campos incultos, y la incesante requisa de alimentos para las tropas invasoras.
Decidido a tomar la iniciativa en la búsqueda por terminar un conflicto, al que no le veía fin, José envió a entrevistarse con la Regencia, en Cádiz, al canónigo de Burgos, Tomás de La Peña, al objeto de plantear su reconocimiento como rey en unas renovadas Cortes, y poner fin a la guerra. Ni que decir tiene que la Regencia ni siquiera hizo públicos los motivos de la entrevista.
Día 24. Acción de Calatayud. Estimulados por el daño causado a los franceses en la acción de Ariza, el brigadier Durán, junto con el comandante del batallón de Numantinos, Ramón Atentas, el jefe de la caballería, Bartolomé Amor y el capitán Antonio Hernández, acordaron atacar a la guarnición francesa de Calatayud, que en un principio mantuvo la posición fuera del recinto de la ciudad. Tras simular los atacantes una retirada, los franceses hicieron avanzar sus hombres, sin percibirse que a sus espaldas quedaba la caballería española. Acorralados entre dos fuegos, los franceses se refugiaron en el convento de la Merced, edificio bien pertrechado y fortificado. Sabedor de la llegada de refuerzos de las guarniciones cercanas, y no disponiendo de artillería, Durán terminó con el asedio, no sin antes hacerse con suministros de boca y vestuarios.
La acción costó la vida a 78 soldados enemigos, 90 prisioneros y más de 100 heridos. Las fuerzas de Durán sufrieron 24 bajas, de las cuales hubo 4 muertos.
Día 25. Los franceses toman Montserrat. Al tomar el mando de los restos del ejército de Cataluña, el general Lacy encomendó al barón de Eroles, la defensa de Montserrat, importante bastión para mantener viva la resistencia catalana, y que servía como almacén de apoyo para los combatientes catalanes.
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Monasterio de Montserrat (1808-1809) Dibujo de Louis Albert Bacler d'Albe (1761-1824) Grabado de Godefroy Engelmann (1778-1839) Retoques: recorte lámina, color digitalizado Fuente: Souvenirs Pittoresques du Général Bacler d'Albe |
Para acabar con el foco de la insurgencia, Napoleón encargó al mariscal Suchet la misión de hacerse con el monasterio y acabar con su influencia.
Aparte de la propia naturaleza del terreno, Montserrat contaba con escasas fuerzas para defenderla. Varias baterías se habían emplazado en las zonas por donde podían subir los enemigos, y entre 2.500 y 3.000 hombres, casi todos voluntarios o somatenes, formaban la guarnición para defender el enclave.
El recién ascendido mariscal Suchet, dirigió en primera persona la conquista del santuario. Tropas ligeras subieron por el rocoso reducto y anularon las baterías, matando a los artilleros que las sostenían. A partir de ahí, y pese al fuego sostenido de escopeteros, y escaramuzas de los defensores, con la llegada de refuerzos franceses, la caída de Montserrat fue inevitable.
Gran parte de los defensores pudieron ponerse a salvo, con sus jefes principales, el barón de Eroles y el patriota José Manso. Las piezas principales del joyero de la Virgen pudieron salvarse del expolio, al haber sido trasladadas en su día a Mallorca.
Los franceses, hostigados continuamente por todo el Principado, también lo fueron en Montserrat, y no aguantaron mucho tiempo en el santuario, y el 10 de octubre lo abandonarían, no sin antes prenderle fuego.
Agosto
Día 6. Las Cortes aprueban la supresión de los señoríos. Tras dos meses de debates, la Cortes gaditanas promulgan la supresión de los señoríos jurisdiccionales, que afectaban a la condición del vasallaje de las personas, permaneciendo los ligados a la propiedad territorial. La medida era un primer paso para la supresión definitiva del concepto de señorío, que se produjo en 1837.
Día 7. Acción en los llanos de Villarrobledo (Albacete). Una columna francesa procedente de la población de Infantes, compuesta por cerca de 500 integrantes, y un par de piezas artilleras, al mando del barón August von Kruser, patrullaba por tierras manchegas, requisando cereales de la reciente cosecha. El 4 de agosto llegó a Villarrobledo donde exigieron cien carros con diez costales de grano cada uno. Al día siguiente siguieron ruta hacia San Clemente, MInaya y otros lugares de la zona, para volver hacia Villarrobledo con rumbo a La Roda, donde habían reclamado 2.000 fanegas de trigo.
Por aquél entonces era comandante militar de la Mancha, el médico cirujano, José Martínez de San Martín, quien, reuniendo un contingente de 820 combatientes de varios regimientos y partidas, atacó a los franceses, causándoles hasta 200 bajas, y recuperando municiones, unos 300 carros de grano y otras pertenencias. Por su parte, las bajas propias superaron los 40 hombres, entre muertos y heridos.
Día 9. Acción de Zújar (Granada). Conocedora la Regencia de la intención de Napoleón de conquistar Valencia, exoneró a Joaquín Blake de su función como regente y le confió la defensa de Valencia y Murcia. Para ello le confirió el mando del 2º y 3º ejército, sustituyendo al marqués de Palacio, que figuraba como capitán general, y ejercía el cargo, más con espíritu religioso que guerrero.
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Niebla, muralla y castillo Gom 2025 |
A la tropas que habían peleado por el condado de Niebla, y las propias de los ejércitos 2º y 3º, debían unirse los partidarios, y dos divisiones expedicionarias, al mando de Freire y Zayas, que maniobraban desde hacía tiempo por el territorio del antiguo reino de Granada.
El 31 de julio desembarcó Blake con sus tropas en Almería, para desde allí marchar hasta la Venta del Baúl, donde Manuel Freire tenía su cuartel general. Este general quedaba al frente del tercer ejército y parte del cuarto, para contener el avance francés. Blake y el mayor número de su ejército siguieron viaje el día 7, camino de Valencia, adonde llegaron el día 14. En Alicante se agregarían la artillería y equipajes del ejército, que habían desembarcado en el puerto.
Temiendo que el movimiento español de tropas tuviera por objeto atacar Granada, el mariscal Soult acudió en auxilio de los generales Godinot y Leval, a los que había enviado meses atrás para socorrer al mariscal Horace Sebastiani, gobernador de la zona, que tuvo que retirarse enfermo a Francia. Soult mandaba un ejército de 10.000 soldados, dividido en dos cuerpos.
Soult mandó atacar en la noche del 6 al 7 de agosto sobre la posición derecha de Freire, en Pozo Alcón, donde estaba la división mandada por el mariscal de campo Ambrosio de la Cuadra. También dirigió Soult otra ofensiva directamente contra la Venta del Baúl, donde se juntaría con las fuerzas del general Leval.
Sabedor Freire de las intenciones francesas, permaneció en su estratégica posición, reforzando la derecha con la división de Zayas, mandada provisionalmente por José O'Donnell, y la caballería al mando de Casimiro Loy, con un total de unos 5.000 hombres.
En su avance hasta la posición encomendada, O'Donnell, supo de que las tropas de Cuadra se habían replegado frente a las francesas de Godinot, y en un acto de temeridad, decidió hacerles frente, situado en las alturas cercanas a la población de Zújar.
La artillería francesa, de la que carecía O'Donnell, conmocionó a las fuerzas españolas, que se vieron atacadas por la caballería e infantería enemigas, infringiendo una severa derrota a los españoles, ocasionando numerosas bajas entre muertos y heridos.
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Croquis con las operaciones del enemigo el 9 de agosto en el área de Zújar Dibujo de Manuel Navarro Fuente: Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico Ministerio de Defensa |
Freire a su vez, resistía en su posición, sin poder acudir en ayuda de O'Donnell, y enterado de la derrota de éste, y viendo la imposibilidad de mantener el sitio, lo levantó de noche y se dirigió hacia tierras murcianas, perseguido por fuerzas enemigas, que aún ocasionaron nuevas bajas más adelante, en Las Vertientes. A su vez, los franceses sufrieron la pérdida de un batallón de dragones en Águilas. Finalmente, tras sufrir mil penalidades, Freire y sus hombres llegaron a Caravaca, donde descansaron y se les unió la división de la Cuadra.
La desastrosa acción, agravada por la amplitud de las líneas de combate, costó el mando a Freire, reemplazado por el general Mahy de Galicia. Un consejo de guerra, que juzgó el proceder de los dos actores principales del desastre, Cuadra y O'Donnell, absolvió a éstos junto con Freire.
El parte de bajas españolas fue de 155 muertos, 268 heridos y 1.164 prisioneros.
Día 18. La comisión de Cortes encargada, presenta un primer borrador de Constitución. El texto presentado contemplaba las dos primeras partes del proyecto. En meses sucesivos seguirían las restantes, acabando la cuarta y última el 26 de diciembre. La proposición de ley fue objeto de largos debates, que duraron hasta el 23 de enero de 1812, mostrándose claramente las diferencias entre las tendencias liberales, y las tradicionalistas o continuistas del antiguo régimen, a las que había que añadir los propios intereses de los diputados americanos.
Día 19. Rendición del castillo de Figueras. Llega a su fin el control de la célebre fortaleza. Tras fracasar un nuevo intento para romper el bloqueo francés y faltos de alimentos, Juan Antonio Martínez, gobernador de la plaza, firma la rendición.
Días 23. Acción de Préjano (La Rioja). Fuerzas de la división del general Durán, al mando del teniente coronel Bartolomé Amor, rechazan a un contingente francés mixto de infantería y caballería, en las proximidades de la villa de Préjano, causándoles bajas y capturando 27 prisioneros.
Días 30-31. Los franceses desisten de invadir Galicia. El 6º ejército español, que había sido reorganizado por el general Santocildes, custodiaba las entradas a Galicia por las provincias de León y Asturias. La vanguardia de Federico Castañón, se posicionaba en San Martín de las Torres y controlaba el puente de Cebrones sobre el rio Órbigo, en el Páramo leonés, el brigadier Francisco Cabrera Ramírez, al frente de la 3ª división, se situaba en La Bañeza; el conde de Belveder, con la segunda división, protegía el puente de Órbigo en el camino de Santiago; la reserva esperaba en Astorga, y en Asturias, se situaba la primera división, al mando de Francisco Javier Losada.
Mandaba las tropas francesas del distrito del Norte, el general Jean Marie Dorsenne, que había sustituido al mariscal Bessières, que había pedido ser relevado, cansado de una guerra que podía perjudicar el prestigio logrado.
El nuevo general en jefe francés decidió invadir Galicia, y comenzó los ataques contra las tropas de contención españolas, el 25 de agosto.
Era comandante el jefe del 6º ejército español, el general Francisco Javier Abadía, que había sustituido al general Santocildes, en una sorprendente decisión de la Regencia. Con buen criterio, el recién llegado dejó la dirección de la estrategia a seguir, a su antecesor y al jefe del Estado Mayor, Juan José Moscoso.
Fuente: Portal de Turismo de Castilla y León
Los franceses atacaron primero a la división de Cabrera, en La Bañeza, que aguantó la embestida de los lanceros, para retirarse ordenadamente hasta la Puebla de Sanabria. Por la tarde, los imperiales acometieron a la vanguardia y segunda división, que tuvieron que replegarse hasta Castrillo, uniéndose a la reserva. Juntas las tres formaciones, el día 26 marcharon hasta el puerto de Fuencebadón.
Al día siguiente, los enemigos sufrieron dos graves percances. En el puerto del Manzanal fueron contenidos por los regimientos 1º del Ribero y 2º de Asturias, y en las montañas entre Riego y Molinaseca, fueron escarmentados por las fuerzas de la reserva. Ambas acciones ocasionaron numerosa bajas a los franceses, la muerte del general Corsin y la captura del águila de un regimiento de infantería.
Pero la superioridad francesa era manifiesta, sus tropas fueron ocupando el Bierzo y los españoles retrocedieron, estableciendo el cuartel general en Puente de Domingo Flórez, en el límite con Galicia, al tiempo que se distribuían contingentes de tropas en los puntos altos estratégicos.
Inesperadamente, Dorsenne decidió no avanzar, parando el avance en Villafranca del Bierzo, y retirándose entre los días 30 y 31 de agosto, dejando tras de sí, a los pueblos arruinados por los acostumbrados saqueos. El mariscal Marmont necesitaba refuerzos en Extremadura, con la llegada del ejército anglo-luso de Wellington.
Día 31. Las Cortes crean la Orden de San Fernando. La Cortes de Cádiz instituyen por decreto la Real y Militar Orden Militar de San Fernando. Junto con dicha Orden, se creaba la condecoración militar más importante, la Cruz Laureada de San Fernando*
* Fernando III, el Santo, rey de Castilla (1199-1252).
Septiembre
El hambre asola Madrid. Tras las malas cosechas de cereales en las provincias cercanas, la escasez de grano agudizó la precaria falta de alimentos en la capital, provocando una hambruna generalizada que durará hasta bien entrado 1812. José I ordenará la salida de numerosas escoltas por las poblaciones agrícolas limítrofes para requisar víveres. Pero poco podían ofrecer unos agricultores esquilmados por unos y otros, con unos campos sin braceros suficientes para cultivarlos, y tras varios años de saqueos y sequía.
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Gracias a la almorta Aguafuerte de Francisco de Goya De la serie: Los Desastres de la Guerra Como en otras hambrunas anteriores, las gachas de harina de almortas o guijas, ayudó a paliar los efectos del hambre en las familias
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Día 25. Acción de Jimena (Cádiz). Conocedores la Regencia y Joaquín Blake de la intención del Suchet de hacerse con Valencia, intentaron estorbar las posibles ayudas o refuerzos que pudiera obtener el mariscal francés, desde el Sur, desde Cataluña, o desde La Mancha.
En Andalucía, la sierra de Ronda y Granada, constituían un foco permanente de insurrección. Tras desembarcar con sus tropas en Algeciras, el 4 de septiembre, el general Francisco Ballesteros estableció su cuartel en Jimena (hoy Jimena de la Frontera), donde reactivó los ánimos para la lucha, engrosando sus filas con voluntarios y partidarios.
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Nicolas Deo Gratia Godinot (1765-1811) |
Para contener a Ballesteros, Soult envió refuerzos desde Sevilla, para unirse al regimiento polaco del coronel Antoine Rignoux, reuniendo un total de unos 2.500 efectivos, que avanzó sobre Jimena. Ballesteros había evacuado el pueblo para situarse oculto a la vista, y encargado al marqués de las Cuevas del Becerro, que mandaba la vanguardia, que atrajera al enemigo, hacia terreno más abrupto. Rignoux, pensando haber expulsado a los españoles, tomó el camino de San Roque, siendo sorprendido por el flanco y de frente por las tropas españolas, que le ocasionaron más de 600 bajas.
El revés hizo que el mariscal Soult organizara una expedición con unos 5.000 hombres, al mando del general Godinot*, para acabar con Ballesteros, pero éste esquivó la persecución refugiándose en Gibraltar, bajo la protección de la artillería del Peñón.
* Nicolas Deo Gratias Godinot (1765-1811), tras fracasar en la expedición persiguiendo a Ballesteros, y en el intento de la toma de Tarifa, con cuantiosas bajas, fue recriminado por parte del mariscal Soult. Afectado por crisis nerviosas desde hacía tiempo, después de retirarse a su dormitorio, en la madrugada del día 27 de octubre, tomó el fusil de un soldado y se suicidó.
Día 25. Batalla de El Bodón y sitio de Ciudad Rodrigo. Con el mariscal Marmont en una posición centrada en el valle del Tajo, y con el ejército de Soult, retirado hacia Sevilla, sir Arthur Wellesley consideró emprender una acción contra el Imperio francés.
Wellington contaba con unas tropas renovadas, adiestradas y descansadas, con 45.000 infantes, 4.300 jinetes y artilleros, más 5.000 militares desembarcados en Lisboa. Entre las posibles acciones a realizar, el meticuloso militar británico trazó un plan para hacerse con Ciudad Rodrigo, un objetivo viable, ahora que, por la enemistad entre los mariscales franceses, las tropas imperiales, con más de 60.000 soldados, se hallaban divididas, y espiados sus movimientos por una legión de informadores.
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Vista lejana de Ciudad Rodrigo tomada desde el alcornocal cerca de Espeja con tropas de las guerrillas Dibujo de Thomas Saint-Clair (1785-1847) Grabado de Charles Turner (1773-1857) Retoques: recorte lámina, limpieza, refuerzo color Fuente: A serie of views of the Principal Ocurrences of the Campaigns in Spain and Portugal taken during the Peninsular War Biblioteca Nacional de Portugal |
En el detallado plan trazado por Wellesley, preveía el traslado de 68 piezas artilleras, que remontarían el Duero hasta Lamego, en Portugal y desde allí viajarían a las proximidades de Ciudad Rodrigo, calculando en 50 días la duración del trayecto. La información de que la ciudad contaba con escasas provisiones, hizo adelantar la marcha aliada, y abandonando el hasta entonces refugio portugués, el comandante en jefe anglo-luso, estableció el 12 de agosto, el cuartel general en el pueblo de Fuenteguinaldo, a unos 23 km de Ciudad Rodrigo. Al generalísimo inglés se le había unido como lugarteniente el general Graham Hill. Dispuso las tropas abarcando una amplia zona, con las espaldas cubiertas en caso de retirada, y comenzó el bloqueo de la ciudad. Por parte española, únicamente contaba con las fuerzas del partidario Julián Sánchez, bajo el mando teórico de Carlos de España, posicionadas al norte de Ciudad Rodrigo.
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Plano de los combates de El Bodón Grabado de Charles Burton (?) Dibujo de T. Livingstone Mitchell (1792-1855) Fuente: Maps, plans, British Army Peninsular War |
El mariscal Marmont, percatándose de las intenciones de Wellington, solicitó el apoyo del general Dorsenne. Los ejércitos franceses de Portugal y el del Norte se unieron cerca de Tamames el 22 de septiembre. Hábil estratega, reforzó puntos de defensa, aseguró pasos de sierras y puentes en los ríos, y posicionó las tropas disponibles, a las que se habían añadido una división al mando del general Souham, llegada a España hacía poco. En total, las fuerzas francesas en la zona, a finales de septiembre, serían de unos 47.000 soldados a pie, y unos 3.500 jinetes, a los que había que añadir unas 80 piezas de artillería.
Causó extrañeza que bloqueando la ciudad las tropas anglo-lusas, los franceses no encontrarán impedimentos mayores para aprovisionar la fortaleza, a la que suministraron existencias para resistir unos seis meses.
Todo hacía presagiar que Wellington volvería a retirarse a Portugal. Pero esta vez no fue así, el inglés reposicionó sus tropas, y se mantuvo a la espera de la iniciativa enemiga que no se hizo esperar. El 25 de septiembre los escuadrones del general Pierre Watier atacaban la posición que protegían las fuerzas del general Graham, arrollando a los puestos avanzados, que fueron recuperados, una vez rechazada la carga de la caballería francesa.
Pero esta acción se trataba de una maniobra de distracción. Por el suroeste de Ciudad Rodrigo, cuatro brigadas de caballería, al mando del general de caballería Louis Pierre Montbrun, avanzaban en dirección a Fuenteguinaldo, para atacar a la tercera división inglesa, dividida entre los pueblos de El Bodón y Pastores, ocupando zonas elevadas. Los aliados reforzaron la posición sobre el camino real, controlando en altura, y posicionaron varios cañones portugueses.
La caballería de Montbrun arrasó las avanzadillas aliadas, y cargó sobre el alto de El Bodón por tres zonas, apoderándose de dos piezas de artillería. Y aquí acontece el episodio más destacado, por los historiadores británicos. El 5º regimiento de infantería (Northumberland) situado detrás de los artilleros, tras hacer una descarga contra la caballería enemiga, hizo frente a los jinetes con la bayoneta calada, obligándoles a retroceder, y recuperando los cañones.
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5.º Regimiento de Infantería (Northumberland) atacando a la caballería francesa Ilustración de Richard Simkin (1850-1926) Fuente: https://www.britishbattles.com/ |
Siguieron varias escaramuzas, entre la caballería francesa y los escuadrones a caballo de la Legión Real alemana y el 11º regimiento de dragones británicos, apoyados por la infantería. Cuando finalmente al mariscal Marmont le llegaron los refuerzos de la división del general Paul Thiebault, Wellington ordenó abandonar los altos que habían defendido, que fueron ocupados por las tropas recién llegadas.
Al día siguiente, prevaleció la opinión del mariscal Marmont de levantar el campamento y no seguir combatiendo, pese a la opinión en contra de Thiebault y Dorsenne. Aún así, volvieron sobre sus pies sobre Fuenteguinaldo, abandonado por Wellington, y el 27 de septiembre, marcharon en persecución de los aliados, ocupando Aldea da Ponte, en Portugal.
Marmont y Dorsenne, incapaces de colaborar entre ellos, por el orgullo de uno y la vanidad del otro, según Thiébault, se retiraron a sus anteriores asentamientos, y dejaron las manos libres a Wellington, para tomarse su tiempo en trazar un nuevo plan.
La caótica campaña llevada a cabo por ambos bandos, dejó unas 250 bajas en las tropas francesas y otras tantas entre los aliados. El general inglés, al que la fortuna le había favorecido, volvió a retroceder la posición de sus fuerzas y asentó temporalmente el cuartel general en Quadrazais. La toma de Ciudad Rodrigo debía esperar.
28. Los franceses son rechazados en Murviedro-Sagunto (Valencia). Hacia mediados del mes de septiembre, llegaban a tierras valencianas las tropas del flamante nuevo mariscal Louis Gabriel Suchet. Un ejército de unos 22.000 soldados, incluyendo unos 3.000 jinetes y una importante artillería, habían llegado en tres columnas desde Aragón y Cataluña.
Reunidas en Cabanes, las tres divisiones y la caballería, avanzaron las tropas, ocupando Villarreal el día 21, y vadeando el rio Palancia, se presentaron en Murviedro el 23. La antigua y heroica Sagunto, sería la base de operaciones y abastecimientos en la conquista de Valencia. La estratégica ciudad, abandonada por sus habitantes, fue ocupada sin mayor dificultad, al carecer de murallas.
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Plano general de la ciudad de Murviedro y antigua Sagunto Dibujo de Jacques Moulinier (1753-1828) Litografía de Aglaé Vicq (17..-18..) Source gallica.bnf.fr/BnF |
No era el caso del castillo, cuyas ruinosas defensas, habían sido objeto de trabajos para reforzarlas desde la última visita francesa, en marzo de 1810, aunque las obras ocasionaron grandes daños al magnífico teatro romano. El fuerte, ocupaba toda la cima del monte, y constaba de cuatro recintos, susceptibles por sí mismos de autodefenderse. La guarnición no llegaba a los 2.700 soldados, 17 piezas artilleras armaban la fortaleza, y era comandante general de la plaza, Luis María Andriani.
Suchet, destinó tropas a bloquear el camino de Valencia para impedir la llegada de refuerzos, cortó las vías de escape de la fortaleza, y en un acto de autoconfianza, proyectó la conquista por sorpresa del castillo, pensando quizás, en el maltrecho estado en que lo encontró en su visita del año anterior.
Sobre las dos de la madrugada del día 28, la columna del mayor de ingenieros
Chulliot, emprendió la escalada por la ladera próxima a la población, al que debía seguir otra columna y las fuerzas del general
Habert, mientras otras patrullas, maniobrando en otras partes, tratarían de distraer a los defensores.
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Castillo y ruinas del anfiteatro romano de Sagunto (1808-1809) Dibujo de Louis Albert Bacler d'Albe (1761-1824) Grabado de Godefroy Engelmann (1778-1839) Retoques: recorte lámina, color digitalizado Fuente: Souvenirs Pittoresques du Général Bacler d'Albe |
Andriani envió una partida de exploración, que informó de las intenciones francesas. Fueron cerradas las comunicaciones entre los recintos, y tras un inoportuno disparo de los sitiadores, éstos se lanzaron al asalto, principiando una descarga de los españoles, acompañada de enorme alboroto, llegando al enfrentamiento a bayonetazos con los asaltantes que consiguieron escalar los muros. Tras fallar en el primer intento, el general Habert, lanzó un segundo asalto, que también fracasó.
Los franceses, que querían sorprender, se vieron sorprendidos y emprendieron confusos la retirada, tras sufrir bajas y dejar algunas armas, pertrechos y más de 50 escalas. Suchet contó en sus memorias haber sufrido unas 300 pérdidas. Por parte de los defensores, hubo 15 muertos y 20 heridos.
Suchet tuvo que replantearse la toma de la fortaleza y organizar un sitio en firme, empleando la artillería, paralizada por aquel entonces en Oropesa.
Día 30. Derrota de una expedición francesa en Huércal Overa. La derrota de las fuerzas españolas en Zújar, derivó en una gran actividad de las tropas francesas en el territorio circundante, con la posible pretensión de invadir Murcia. Pero las correrías francesas solían estar expuestas a peligros y pérdidas, que, aunque no cuantiosas, minaban la moral de sus soldados.
Uno de estos lances tuvo lugar en las cercanías de Huércal-Overa, protagonizado por el batallón de cazadores de Vélez-Málaga al mando de José Antonio Sanz Baturell, quien anteriormente, ya había burlado a los invasores en Águilas y Las Vertientes. Tropas francesas, superiores en posición y número, fueron puestas en fuga hacia Albox, sufriendo importantes bajas.
Éste y otros sucesos que afectaban al aprovisionamiento de las tropas, decidieron a los mandos franceses al repliegue hacia Granada, cesando los temores de una invasión en tierras murcianas, al menos de momento.
Octubre
Día 4-11. Combates de Igualada y Cervera (Barcelona). Desde la toma del mando del general Lacy como capitán general de Cataluña, las acciones militares en el Principado se habían reactivado, creándose nuevos destacamentos, aumentando los somatenes y cuerpos francos, involucrando a los naturales del país con mandos propios.
Para proteger los convoyes que transitaban por el camino real de Barcelona a Zaragoza, los franceses habían dispuesto guarniciones, en varias poblaciones a lo largo de la ruta hasta Lérida.
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Tropas del barón de Eroles rinden a los franceses refugiados en la universidad de Cervera Dibujo: Joan Serra Pausas (18..-1902) Litografía: Eusebi Planas Franquesa (1833-1897) Retoques: recorte, color digitalizado Fuente: Historia de la Guerra de la Independencia en el Antiguo Principado |
Informados de la próxima salida de un convoy de aprovisionamiento para Barcelona, el general Lacy, junto con su segundo, el barón de
Eroles y
José Manso, elaboraron un plan para impedir el paso del avituallamiento. Para lograrlo, deberían anular la protección que pudieran prestar los franceses desde las guarniciones del camino.
Fallida la primera misión, que consistía en hacerse con el fuerte de Moncada, lo que ocasionó fuertes pérdidas humanas de unos y otros, la operación tomó como objetivo Igualada, donde el convento de Capuchinos, servía a los franceses como baluarte fortificado, provisto de artillería.
Mientras las fuerzas de Manso y Eroles, hacían frente a las patrullas que los franceses enviaban, Lacy entraba en la población de Igualada anulando los guardias y parte de las tropas. Al no disponer todavía de la artillería que debía llegar de Cardona, puso a cubierto sus tropas del alcance de los disparos, que desde el convento de Capuchinos lanzaban los enemigos, y al día siguiente levantó el puesto para llegarse a Manresa.
Pensaron los franceses que, con la retirada de Lacy, el camino hasta Igualada quedaba despejado para que avanzara el convoy, detenido en Cervera. Las fuerzas del barón de Eroles, debían detenerlo, mientras las de Lacy impedirían su retirada. El día 7, los efectivos del barón, arrollaron a la escolta y capturó el cargamento, acabando también con otra patrulla enviada para socorrer el convoy.
En la madrugada del 9 al 10, los franceses abandonaron Igualada, concentrándose en Cervera, en la que habían convertido en fortaleza el edificio de su famosa Universidad, única defensa fortificada. La aproximación a la ciudad de las tropas de Eroles y José Manso, hizo salir a una columna enemiga, que se dirigió a Lérida, siendo perseguida por el regimiento de húsares del coronel Decreft, 40 coraceros y unos 150 infantes, al mando del coronel Casas.
El día 11, los españoles pusieron sitio a los ocupantes del edificio de la Universidad, y montaron un cañón frente a la puerta principal. El batallón de cazadores de Cataluña, fue el encargado del bloqueo. Tras intercambios de disparos y otros sucesos, e intimada la rendición, al anochecer se rindieron los ocupantes de la Universidad.
La cantidad de enfrentamientos habidos entre los contrincantes, en una semana, en la que los franceses se llevaron la peor parte, con numerosas bajas, prisioneros y pérdidas de subsistencias, quebró la línea de protección entre Barcelona y Lérida, por Martorell, Montserrat, Igualada, Cervera y Bellpuig.
Día 10. Los franceses toman Oropesa (Castellón). Los franceses toman el castillo de Oropesa, cuya pequeña guarnición estorbaba el avance del tren de artillería, que Suchet destinaba para la conquista de Valencia. Otra reducida guarnición en la costera Torre del Rey, pudo ponerse a salvo, embarcando en la flotilla hispano-inglesa que patrullaba la costa.
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Vista de Oropesa desde el camino de Tortosa. A la izda. la Torre del Rey Retoques: recorte lámina, color digitalizado Fuentes: Mémoires du maréchal Suchet. Source gallica.bnf.fr/BnF |
Día 17. La guarnición del castillo de Sagunto vuelve a rechazar el asalto enemigo. El mariscal Suchet, mando instalar una batería para bombardear la fortaleza, que después de lanzar más de 1000 disparos, consiguió abrir brecha en las precarias murallas.
Al oscurecer el día, ocho compañías de los afamados granaderos del Vístula, apoyados por infantería y artillería asaltaron el castillo, siendo rechazados de nuevo por los defensores.
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Vista de Sagunto y su fortaleza Retoques: recorte lámina, color digitalizado Fuentes: Mémoires du maréchal Suchet. Source gallica.bnf.fr/BnF |
Al día siguiente, aumentaron los proyectiles de la artillería francesa, abriendo nuevos huecos. Un segundo asalto también fue repelido, para disgusto del mariscal, que, ante la proximidad de tropas enviadas por Joaquín Blake, debía prepararse para una batalla de mayor trascendencia.
Día 25. Batalla de Sagunto. El general Joaquín Blake, enviado a Valencia por la Regencia para impedir la toma de la ciudad por los franceses, era de la opinión de que únicamente una completa derrota del enemigo en batalla abierta, podía condicionar el resultado de la guerra.
El asedio y sitio de la fortaleza de Sagunto por los franceses, podría ser la oportunidad para enfrentarse al enemigo, derrotarlo, salvar el fuerte saguntino y alejar de tierras valencianas al invasor.
En principio, para la defensa de Valencia, Blake contaba con un formidable ejército en cuanto a la cantidad de efectivos, pero no en cuanto a la calidad de las tropas, muchas de ellas bisoñas en el combate y en el uso de las armas. Tampoco podía contar con todas las divisiones, para tan decisiva batalla como la que se iba a librar a las puertas de Sagunto.
Las fuerzas de Joaquín Blake, según Gómez de Arteche (Tomo XI, Guerra de Independencia) eran las siguientes:
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Resumen de las tropas españolas
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Blake planteó la batalla con un frente de más de 10 km que cubría una línea entre el barranco de Carraixet, a la izquierda, entre Bétera y Rafelbuñol, y la Alquería de los Frailes, a la derecha, próxima a Puzol. Blake y el estado mayor, quedaban a retaguardia, en El Puig, desde podían observar la evolución de la batalla. Frente a este amplio frente, se situaban las tropas francesas, a la defensiva, en un frente escalonado de escasos 2 km, con Sagunto a sus espaldas.
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Plano de la batalla de Sagunto, en el que se pueden ver la evolución del posicionamiento de tropas Fuente: Atlas de la Guerra de Independencia de D. José Gómez Arteche |
De izquierda a derecha, la línea española estaba ocupada por las divisiones de los generales Villacampa, O'Donnell, San Juan, Miranda, Caro, Lardizábal y Zayas. En el flanco izquierdo, próximo a Bétera quedaban las fuerzas de reserva del general Mahy.
Sobre las ocho de la mañana los españoles iniciaron el avance por columnas. Zayas se apoderó de Puzol y sus hombres comenzaron un movimiento hacia el centro con intención de envolver la izquierda de los franceses.
El control de las alturas del Hostalet, fue la acción más destacable en los primeros momentos, ya que unos y otros intentaron el control del altozano, cuyo dominio daría una posición de ventaja. La iniciativa del coronel Wenceslao Prieto hizo posible adelantarse a los franceses y los españoles tomaron la altura, desde donde repelieron a la infantería del general francés Harispe. Conocedor de la importancia de la posición, Suchet desplegó varias columnas para hacerse con el alto, con graves pérdidas de hombres y caballos, consiguiendo tras varias acometidas hacerse con el cerro.
Los españoles intentaron recuperar la posición, la división de Lardizábal hacía huir a los húsares y neutralizaba la artillería enemiga, ayudado por la caballería. La pérdida del Hostalet hubiera significado un golpe decisivo en el desarrollo de los combates, por lo que Suchet recurrió a las fuerzas de reserva, escalonadas en segunda y tercera línea, que consiguieron vencer la resistencia de los españoles, cayendo heridos los generales Caro y Loy. La caballería hispana, en su retirada, arrolló a la propia infantería, que se dispersó. La amplitud del frente español había impedido acudir en auxilio de Lardizábal con la rapidez exigida.
Mientras el centro quedaba en manos francesas, las divisiones de O'Donnell, Villacampa y Miranda, en el ala izquierda española, eran sostenidas por los imperiales en las laderas de los montes Sancti Spiritus, impidiéndoles acudir en ayuda de Lardizábal. Una desafortunada marcha en paralelo con el enemigo, del general Miranda, propició el desbarajuste de sus tropas, que se dispersaron sobre las fuerzas de reserva del general Mahy, que alejadas de los puntos calientes de la batalla, no pudieron socorrer a los combatientes españoles.
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Batalla de Sagunto Dibujo de Aarón Martinet (1762-1841) Retoques: recorte, limpieza, aumento resolución Fuente: France Militaire. Histoire des Armées Françaises de Terre et de Mer de 1792 a 1837
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Tras la pérdida del centro y la izquierda, quedaba la derecha donde se mantenía el general Zayas, pero que, al contrastar la situación del resto de fuerzas nacionales, y la maniobrabilidad francesa, tuvo que retirarse. Todas las fuerzas españolas se replegaron a la margen derecha del río Turia, y los franceses adelantaron sus líneas hacia Bétera, Albalat y El Puig.
Las bajas españolas fueron de unos 900 hombres, entre muertos y heridos. Los prisioneros o extraviados ascendieron a cerca de 4.000. Por parte francesa, las bajas llegaron a ser de unos 800 militares.
Tras la derrota, Suchet intimó la rendición de la fortaleza de Sagunto, que no sin incidentes, hubo de rendirse. El mariscal francés, no acometió de inmediato la conquista de Valencia, donde el resultado de la batalla había causado profunda desmoralización entre los valencianos, cada vez más proclives a colaborar con los invasores. Suchet desplegó sus fuerzas en la margen izquierda del Turia, esperando recibir nuevos refuerzos.
Día 28. Acción de Arroyomolinos. La necesidad de conseguir víveres y otros recursos para las tropas francesas radicadas en Extremadura, obligaban a los invasores a buscar las subsistencias allá donde creían poder obtenerlas. Con tal fin partió la división del general Jean Baptiste Girard hacia tierras cacereñas.
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Juan (John) Downie (1777-1826) Cuadro de José Mª Halcón y Mendoza (1799-1872) Real Academia de Bellas Artes de San Fernando |
Al estar Girard y sus hombres alejados del núcleo del ejército francés, el general Castaños, que mandaba las mermadas fuerzas del ejército de la Izquierda, colocadas entre Alburquerque y Alcántara, consideró la posibilidad de dar un golpe de mano al enemigo, para lo cual puso en antecedentes a lord Wellington* y poder contar con las tropas aliadas.* Aquí los autores no se ponen de acuerdo de quien partió la iniciativa, para los historiadores ingleses fue el General Hill quien propuso el ataque.
El líder británico, ordenó al general Rowland Hill, acuartelado en Portugal, próximo a la frontera, que se reuniese con la división del brigadier Pedro Agustín Girón, la partida de Pablo Morillo, y la caballería al mando del conde Luis Penne de Villemur. A estas tropas se sumó el escocés Juan (John) Downie con su singular Leal Legión Extremeña.
Los franceses montaron su cuartel general en Arroyomolinos, donde pernoctaron sin tomar la debida precaución de vigilancia y control. Las tropas aliadas avanzaron con rapidez y sorprendieron a los franceses, de tal manera que los llenó de ofuscación y desorden, provocando una huida tumultuosa. El daño inferido fue enorme, ocasionándoles unas 600 bajas entre muertos y heridos, más de 1.300 prisioneros, entre ellos el duque de Aremberg, que mandaba la caballería, y la captura de varios cañones.
Noviembre
Día 5. Acción de Bornos (Cádiz). Nuevo ataque por sorpresa del inquieto Francisco Ballesteros, quien después de desperdigar sus tropas por varios puntos de las sierras gaditanas, confundiendo a los franceses, las reunió de nuevo en Prado del Rey, desde donde marchando de noche, sorprendió a las fuerzas del general Jean Baptiste Semellé, estacionadas en Bornos, haciéndolas huir y persiguiéndolas, capturando unos 100 prisioneros, pertrechos y caballerías.
Día 5. Los franceses vuelven a invadir Asturias. Después de la salida de tropas francesas del ejército del Norte, para ayudar al ejército de Portugal del mariscal Marmont, el 6º ejército español quedó a la espera en el Bierzo y Asturias. El nuevo comandante en jefe, el general Abadía, nombrado por la Regencia a instancias del general Castaños, se dedicó a recomponer, alterándolas, unas tropas que el relevado general Santocildes, y su ayudante de estado mayor, Juan Moscoso, habían conseguido disciplinar y organizar. Abadía dejó el mando en manos del marqués del Portazgo y se marchó a un balneario y a La Coruña.
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Juan Díaz Porlier (1788-1815) Fuente: BNE |
Procedente de Ciudad Rodrigo, y aprovechando la confusión y desbarajuste, creados en las tropas españolas, el general francés Bonnet, entró el día 5 de noviembre por Pajares, y volvió a ocupar el Principado, sin mayores dificultades. Al entrar en Oviedo, lo encontró sin habitantes, sin armas y sin provisiones.
En Asturias estaba acantonada la primera división del 6º ejército, al mando del general Francisco Javier Losada, quien colocó sus tropas en la orilla izquierda del río Narcea, con la salida despejada hacia tierras gallegas, consiguiendo evitar la encerrona que el general Gauthier le tenía preparada, para obligarle a retirase por Oviedo, donde estaban las fuerzas de Bonnet. Desde las orillas del Narcea, procuró molestar a los franceses, mientras que, en la zona oriental, maniobraban las tropas del partidario Juan Díaz Porlier,"el Marquesito"*.
* Juan Díaz Porlier (1788-1815), nacido en Cartagena de Indias, poseía un instinto militar natural. Tras participar en la batalla de Trafalgar, pidió servir en la caballería. Pronto se daría cuenta que para combatir contra la formidable Armée française, no servían las antiguas tácticas, y se convirtió en jefe guerrillero. En 1811, su grupo armado, con más de 4.000 combatientes, fue el núcleo principal del recién creado 7º ejército. Su biografía es apasionante, con un indigno final.
Día 7. Acción de la Almunia (Zaragoza). Entre las partidas de guerrilleros, destacaba la de Juan Martín, el Empecinado, quien demostraba una y otra vez la movilidad y efectividad de sus fuerzas, a veces solo y otras unido a otras partidas. En esta fecha redujo la guarnición francesa de La Almunia de unos 150 soldados.
Día 30. Acción de Osunilla (Soria). Por tierras sorianas y riojanas, operaba José Joaquín Durán, comandante de la provincia, quien en ocasiones operaba en connivencia con el Empecinado, por tierras aragonesas. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas en Aragón decidió trasladarse a Soria, de donde había partido una columna francesa al objeto de proveerse de víveres, caballos y recaudar contribuciones.
Informado del regreso a la capital, de la columna enemiga, Durán dirigió sus fuerzas contra los franceses, atacándoles en las proximidades de Osunilla, batiéndolos completamente, requisando cuanto habían recogido, y causando unas 600 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
Diciembre
Día 19. Sitio de Tarifa. Con objeto de terminar con las correrías de Francisco Ballesteros, cortar las escaramuzas de partidas por la serranía de Ronda, hacerse con la estratégica plaza de Tarifa, y asegurar Sevilla, el mariscal Soult emprendió una campaña a la que destinó un cuerpo de unos 12.000 soldados, abundante artillería e ingenieros expertos en sitiar ciudades. El conjunto de fuerzas quedó al mando del general Jean François Leval, comandante en jefe del 4º cuerpo del ejército del Mediodía, al que se le uniría el mariscal Víctor, desde Cádiz.
Tarifa tenía una gran importancia estratégica, pues permitía controlar el paso de naves por el estrecho de Gibraltar, y servía como base para el movimiento de tropas por la costa. Su situación defensiva era muy endeble, y las principales bazas para su defensa, eran el fuerte de la isla de las Palomas, que había sido reforzado, y la cercanía al mar. En el momento de ser sitiada, la ciudad disponía de una guarnición de unos 3.200 hombres, de los cuales 1.707 eran británicos, al mando del coronel John Byrne Skerrett. Mandaba la plaza, el general Francisco Copons y Navia, enviado por la Regencia, que había desembarcado con sus tropas, el 26 de octubre, para retirarse y regresar de nuevo a Tarifa, el día 2 de diciembre, una vez confirmada la amenaza francesa.
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Plano representando el sitio y defensa de Tarifa Dibujo: William Fadem (1749-1836) Retoques: limpieza baja opacidad fotocopia |
Los días siguientes fueron dedicados a reforzar las defensas, acordar con los ingleses el reparto de puestos, montar un hospital, acopiar provisiones, municiones y materiales, y mantener la vigilancia sobre los movimientos del enemigo*.
* Como curiosidad, añado un párrafo de las instrucciones que el 6 de diciembre dictaba el general Copons, y que el teniente coronel de Ingenieros Eugenio Iraurgui detallaba en el Diario de operaciones: "Si la plaza tubiese brecha, mis tropas y yo será quien la defienda, y para esto se necesita grande cantidad de colchones, y para que no falten, en el momento se extraerán de los vecinos del pueblo hasta trescientos; gran cantidad de cuerdas de toda clase, y estacas".
El día 19 de diciembre llegaban los franceses a la vista de Tarifa, si bien desde hacía días se libraban escarceos y escaramuzas con las patrullas. Sobre las 11 de la mañana llegó una columna enemiga de unos 300 jinetes que hicieron desalojar la guardia de la ermita de la Luz. Salió la caballería española e inglesa, apoyadas por infantería, que contuvo al enemigo y lo hizo retroceder. Sobre las 4 de la tarde, llegaron, cuatro columnas enemigas de a pie, con unos 3.000 efectivos, produciéndose fuego de guerrillas hasta oscurecer.
Al día siguiente, sobre las 9 de la mañana, se aproximaron unos 6.000 infantes y 400 jinetes, obligando a replegarse a los defensores, que intentaron contener al enemigo con fuego de fusilería y artillería. Finalmente, los franceses ocuparon las alturas que dominan la ciudad, desde donde hicieron descargas de fusil, y lanzaron granadas de obús sobre la población. Los sitiados respondieron a su vez, disparando los cañones desde la plaza y la isla, ayudados desde el mar, por lanchas cañoneras, una bombardera y un bergantín inglés. Los ingleses sufrieron 22 bajas, y 30 fueron las de los españoles.
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Frente ataques franceses en el sitio de Tarifa Fuente: Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico |
Los días siguientes, los franceses los destinaron a preparar los asentamientos para las baterías, y construir trincheras mientras se les molestaba con disparos de cañón. En Tarifa seguían las mejoras de defensa. El día 28, un fuerte vendaval y lluvia, paralizaron las actividades al exterior, de unos y otros. El gobernador convocó una reunión en su casa, en la que propuso separar en los puestos de combate a los combatientes, por los problemas del idioma, proponiendo a Skerrett que eligiera la zona del recinto que quisiera.
El día 29, los franceses abrieron fuego con las baterías que habían montado, abriendo brecha y despejando la isla de barcos. Al día siguiente, sobre las 2 de la tarde, el general Leval envió un emisario intimando la rendición de la plaza, que fue respondida negativamente por Copons.
El 31 de diciembre, sobre las 9,30 de la mañana los franceses acometieron el asalto por la brecha abierta, con 23 compañías de granaderos y cazadores al mando del general Chassereaux, sostenidos por 8.000 hombres a las órdenes de Leval. Los defensores repelieron el ataque que duró hasta 11 de la mañana, causando gran cantidad de bajas enemigas. Copons y Leval, acordaron un alto el fuego para retirar heridos y recoger los fallecidos. Las bajas enemigas rondarían las 500.
En los primeros días de enero de 1812, y a causa de las fuertes lluvias, los sitiadores apenas hicieron fuego, estorbados por el fuerte temporal, de agua y viento. Tres desertores de las tropas francesas, aseguraron que pensaban levantar el sitio, por falta de víveres.
El día 5 de enero, se confirmó la retirada del enemigo, y el abandono de una parte de la artillería, a la que habrían inutilizado. Las tropas salidas en persecución, regresaron con 80 prisioneros, y la noticia de que los franceses habían abandonado el resto de su artillería al no poder transitar por los embarrados caminos.
Pese a los temores ingleses por preservar la joya de Gibraltar, Tarifa no volvió a ser sitiada.
Día 26. Batalla del Turia. Con este nombre los historiadores se refieren a una serie de hechos bélicos, previos al asedio en firme de Valencia y su capitulación.
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Dibujo de Vicente López Portaña (1772-1850) Litografía de Tomás López Enguídanos (1773-1814) Retoques: limpieza lámina, color digitalizado Fuente: Biblioteca Nacional de España |
Tras la derrota de la que debía ser la batalla decisiva de Sagunto, Blake se retiró con una parte de las tropas en Valencia, mientras que otras fuerzas españolas se distribuían por los pueblos situados en la margen derecha del Turia. Para evitar intromisiones del marqués de Palacio, capitán general de la región, Blake lo había alejado, junto con la Junta Gubernativa, a la ciudad de Játiva.
Tras rechazar la rendición de Valencia que Suchet propuso a Blake, los valencianos, cuyos ánimos no debían estar en máximos, se dedicaron a fortalecer las defensas, atrincherar los arrabales de Cuart y Manises, y a reforzar o impedir los accesos por los cinco puentes sobre el Turia.
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Plano de la ciudad de Valencia y alrededores sitiada por los franceses Fuente: Atlas de la Guerra de Independencia de D. José Gómez Arteche |
El mariscal Suchet, mientras esperaba los refuerzos que había reclamado, dedicó los meses de noviembre y casi todo diciembre, a asegurar y afianzar sus posiciones en la margen izquierda del río, capturando algunas poblaciones cercanas a la capital para estrechar el cerco sobre la misma. El 26 de octubre, la división del general Habert, se hizo dueña del arrabal de Serrano y del Grao, al tiempo que la división de Arispe se estableció en Beniferri y Paterna, cerrando el cerco hasta Villamarchante.
Desde Tortosa, Suchet mandó traer más de 150 pieza artilleras entre cañones, morteros y obuses, a los que se unirían los 40 cañones, que traían las divisiones de refuerzo de los generales Reylle y Severoli, que finalmente y procedentes de Navarra y Aragón, se agregaron en Segorbe a las fuerzas de Suchet, el 24 de diciembre. El mariscal francés distribuyó a los recién llegados y se dispuso a asediar en firme a la ciudad.
En la noche del día 25 al 26, los franceses cruzaron por dos puntos el río Turia y se hicieron con Mislata, tras vencer la resistencia de los españoles del general Zayas. Mostrando una gran movilidad por el perímetro de exterior de la ciudad, las tropas enemigas, atacaron Cuart, Manises y San Onofre, y se hicieron con el lazareto, cerca del puerto, completando el cerco a la ciudad, en la tarde del día 26.
Dueños del puerto, los franceses montaron una batería de 16 cañones en el muelle del Grao, consiguiendo alejar a dos fragatas inglesas y varias lanchas cañoneras fondeadas en las proximidades.
Apoyadas por las partidas de paisanos, las tropas españolas del ala izquierda mandadas por el general Mahy, consiguieron llegar hasta Alcira, donde formaron una posición defensiva. Suchet destinó a 4000 soldados del general Delort a contener a Mahy, y mandó otra división contra las fuerzas del general Obispo, en Cullera. Finalmente, las mermadas fuerzas de Mahy y Obispo, lograron reunirse en el camino de Alicante, sin opciones de combatir.
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Vista de Valencia desde el puente de Aragón
Dibujo de Louis Albert Bacler d'Albe (1761-1824) Grabado de Godefroy Engelmann (1778-1839) Retoques: recorte lámina, color digitalizado Fuente: Souvenirs Pittoresques du Général Bacler d'Albe |
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Concluía una insólita batalla, en la que la mayor parte de las fuerzas españolas, quedaron encerradas en el recinto de la ciudad, perdiendo más de 80 piezas de artillería, y con numerosas bajas humanas. También los franceses hubieron de sufrir importantes pérdidas entre soldados y oficiales.
Blake convocó una Junta de mandos, que decidieron hacer una salida por la puerta de San José en la noche del día 28. Anulada la sorpresa de la operación, ésta fracasó, y el planteamiento de una nueva salida, suscitó un intento de levantamiento de los habitantes, desmoralizados, hartos de sufrir reveses, y cuya confianza en el general Blake se había desvanecido.
La suerte estaba echada.
Continúa en cap. 21 (Pdte.)
Bibliografía (Autor/es. Título de la publicación o libro. Edición. Lugar de publicación: Editorial; año).
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- Gaceta de Madrid
- Gazeta de la Regencia de España e Indias
- El Conciso de Cádiz
- Revista de Soria (nº 83)
Webs:
Real Academia de la Historia
Instituto de Historia y Cultura Militar
The Napoleon Series
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