El 8 de marzo de 1893, tuvo lugar en Albalate de las Nogueras, un pueblo de La Alcarria conquense, un sangriento crimen que conmocionó al país y que dio origen a un dicho o frase que ha perseguido a los naturales de Cuenca durante mucho tiempo al referirse a ella como “La provincia del crimen”, y que el tiempo y la sucesión de otros hechos tan graves y trágicos como los que allí ocurrieron han desvanecido.
La fama del suceso, que aún siendo truculento no era sino uno más de los casos que periódicamente se producían en España, se acrecentó por las circunstancias y "anécdotas" macabras que adornaron el drama y que le dieron el morbo suficiente para formar parte del repertorio de las exageradas y poco fidedignas, “Coplas de ciego” de la época.
Iglesia de Albalate de las Nogueras (Cuenca) (foto Gom) |
“A las once de la mañana del jueves se recibió en este Gobierno Civil un telegrama de Priego, firmado por el jefe de la Guardia Civil de dicha villa, que decía lo siguiente: Asesinadas cinco personas la noche anterior en la casa de Hipólito Mayordomo, del pueblo de Albalate. Salgo con el juzgado.”
La familia objeto del brutal crimen estaba formada por el matrimonio Hipólito Mayordomo y Manuela Bollo y sus cinco hijos, José (aquí hay una cierta confusión con el nombre de pila del hijo superviviente, ya que junto con el nombre de José, el corrresponsal de La Correspondencia lo llama Manuel en las primeras crónicas y Mariano en el seguimiento del juicio comenzado en el mes de septiembre de 1893, debiendo ser éste último su verdadero nombre), Manuela, Pedro, Cándido y Toribio.
Cuando tuvieron lugar los hechos, el padre se encontraba ausente en Cuenca y el hijo mayor estaba de ronda con otros mozos.
Cuando en la madrugada del Jueves 9, el hijo mayor José (Mariano) Mayordomo regresó a su casa y empujó la puerta, se encontró con una escena dantesca. La madre, tendida delante de la puerta de la cocina, presentaba profundas heridas en el cuello y la cabeza. Aterrado, salió dando gritos por lo que autoridades y algunos vecinos acudieron a la casa del crimen y entraron en ella.
Cerca del cadáver de la madre, yacía el cuerpo de Pedro, uno de los hijos, con una mano casi seccionada y con heridas en el cuello. Otro hijo, Cándido de 12 años, fue hallado muerto en la cama, presentando también terribles heridas en el cuello. En el piso primero, se encontraron degollados los otros dos hijos, Toribio, un varón de 10 años y Manuela, de 20 años, ésta última con la cabeza casi separada del cuello.
Cuando tuvieron lugar los hechos, el padre se encontraba ausente en Cuenca y el hijo mayor estaba de ronda con otros mozos.
Cuando en la madrugada del Jueves 9, el hijo mayor José (Mariano) Mayordomo regresó a su casa y empujó la puerta, se encontró con una escena dantesca. La madre, tendida delante de la puerta de la cocina, presentaba profundas heridas en el cuello y la cabeza. Aterrado, salió dando gritos por lo que autoridades y algunos vecinos acudieron a la casa del crimen y entraron en ella.
Cerca del cadáver de la madre, yacía el cuerpo de Pedro, uno de los hijos, con una mano casi seccionada y con heridas en el cuello. Otro hijo, Cándido de 12 años, fue hallado muerto en la cama, presentando también terribles heridas en el cuello. En el piso primero, se encontraron degollados los otros dos hijos, Toribio, un varón de 10 años y Manuela, de 20 años, ésta última con la cabeza casi separada del cuello.
En un cuarto contiguo a la cocina, los asesinos fracturaron un baúl, por lo que parece que el móvil del espantoso crimen fue el robo.
Terminaba El Progreso Conquense, diciendo:
Terminaba El Progreso Conquense, diciendo:
“Actualmente se encuentran en Albalate las autoridades judiciales de Priego, el abogado fiscal de la Audiencia de Cuenca y el comandante de la Guardia Civil.
Han sido presos 10 vecinos de Albalate y uno de Priego, por creérseles complicados en el crimen.
El juzgado trabaja sin descanso. La opinión pide el inmediato descubrimiento de los autores y un castigo ejemplarísimo, por sus brutales asesinatos.”
Dada la magnitud del suceso y el interés provocado en la opinión pública, la prensa de Madrid envía corresponsales al lugar de los hechos.
La Correspondencia de España encarga la tarea informativa al periodista Ramiro Mestre Martínez (Madrid, 1847-1922), quien desde la central de telégrafos de Priego envía un primer telegrama, en el que lamentándose de los medios de transporte, dice:
La Correspondencia de España encarga la tarea informativa al periodista Ramiro Mestre Martínez (Madrid, 1847-1922), quien desde la central de telégrafos de Priego envía un primer telegrama, en el que lamentándose de los medios de transporte, dice:
“Priego (Cuenca) 14, 2,12 t.- Después de un penoso viaje, aprovechando los pésimos medios de comunicación que hay, llegué a este pueblo, Albalate de Nogueras, teatro del horroroso crimen, del cual LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA ha dado la primer noticia.
Enviaré por peatones más telegramas a la estación telegráfica de Priego.
Espantan los detalles que llevo recogidos..- Mestre Martínez.”
Siguen sucesivos despachos del corresponsal, dando cuenta de la evolución del caso.
“Cómo se cometió el crimen.-He aquí cómo se supone que la cuadrilla de criminales debió cometer los asesinatos.
La esposa de Hipólito, acompañada de uno de sus hijos, salió a pasar las primeras horas de la noche del crimen en una de las casas vecinas.
Cuando la madre y el hijo regresaron, a las nueve de la noche, los asesinos habían ya dado muerte a los tres hijos, que sorprendieron dormidos en sus camas.
Los criminales acecharon dentro de la casa a los recién llegados y les dieron muerte.
En la cocina se han encontrado cazuelas de agua y sangre.
Se han observado en el suelo numerosas huellas de pies ensangrentados.
El sumario avanza mucho.
Hay fundadas esperanzas de descubrir pronto a los autores de este crimen inaudito e inconcebible.”
“Un superviviente.-Hipólito Mayordomo, jefe de la familia asesinada, es zapatero, pero además se ocupaba en comprar y vender grano y distribuir pequeñas cantidades a réditos.
Ha estado en la cárcel por haber recaído en él la denuncia de un penado que le acusó de ser autor de un robo cometido en la iglesia de Torralba.
En la actualidad, Hipólito Mayordomo, está en una situación de ánimo parecida a la locura, a consecuencia de la emoción que le ha producido tan espantosa desgracia.”
“Los detenidos.-Entre los detenidos hasta ahora, figuran tres individuos de la familia de Basilio Viejo Bueno, criminal ahorcado en Priego el 22 de febrero de 1892, por varios delitos graves.
…
La guardia civil custodia las entradas del pueblo. En los primeros momentos de descubrirse el crimen y constituirse el juzgado en el pueblo de Albalate, el juez prohibió la salida de ningún vecino fuera del pueblo.
El estado de la población, con motivo de lo ocurrido y de las numerosas detenciones practicadas, es verdaderamente fúnebre.
Los vecinos que quedan libres se hallan muy inquietos y han abandonado sus quehaceres.
El pueblo consta de unos 200 vecinos, aproximadamente.”
“Otro superviviente.-La esposa de Hipólito Mayordomo se hallaba encinta.
Un hijo de la víctima se libró milagrosamente de la fiereza de los criminales, por encontrarse de ronda.
Cuando volvió, encontróse con aquélla hecatombe, y pidió socorro a los vecinos.”
“El móvil del crimen.-La casa donde se ha cometido tan feroz matanza, se halla situada frente a una cuesta muy pendiente, situada cerca del río y que da a la iglesia.
Seguramente el origen del asesinato ha sido el robo.
Días antes Hipólito Mayordomo, jefe de la familia, había vendido varias fanegas de trigo.
La familia tenía en su poder unas 500 pesetas, la mayor parte en calderilla.
Los criminales es indudable que se pusieron a cenar tranquilamente después de cometidos los asesinatos.
Algunos de los detenidos serán trasladados inmediatamente a la cárcel de Priego.”
En un nuevo telegrama fechado el día 14 a las 7,50 de la tarde, Mestre Martínez informa de que el crimen está completamente descubierto, con cuatro reos confesos y otros, sobre los que aparecen cargos. Los autores ya conocidos, son el sobrino y el cuñado del ahorcado Basilio Viejo Bueno.
El 15 de marzo el periodista envía a la redacción de su periódico, las siguientes informaciones:
“Priego 15, 11,10 m.-El procesado Agripino, sobrino del ahorcado Viejo Bueno, acaba de declarar ante el juez.
Este desalmado refiere con brutal y aterradora franqueza, que él fue quien dio muerte a la esposa de Hipólito, descargando sobre ella varios golpes con un hacha de leñador y acribillándola después a puñaladas.
No quiso declarar quiénes fueron los que le acompañaron; pero no hace falta, por haberlo ya hecho los otros procesados.
La guardia civil custodia la casa del crimen.”
“Priego 15, 11,55 m.-Está probado que algunas noches antes de cometerse el espantoso crimen, uno de los procesados llamado Castrillo y su esposa se disfrazaron alternativamente de fantasmas, pasando repetidas veces por las inmediaciones de la casa de las víctimas, para que los vecinos huyeran por la noche de aquélla zona.”
…
“Priego 15, 2,10 t.-Las armas de las que se ha incautado el juzgado son dos enormes cuchillos, que fueron utilizados por los criminales para degollar a las víctimas.
Estas armas las mandaron hacer dos de los criminales a un herrero pidiéndoselas días antes del crimen, diciéndole que eran para matar cerdos.
El herrero, que es un vecino honrado, declara que, en efecto, él había hecho los cuchillos.”
“Confesión de los criminales. Priego 15, 3,15 t.-Después de verificado un careo entre los procesados, todos confesaron de plano su participación en tan horrible crimen.
Resulta que realizaron el asesinato: Juan Antonio Racionero, cuñado del Ahorcado; tres hijos de aquél llamados Agripino, Casto y Justo, y un tal Mariano Castro (a) Castrillo, amigo de los tres anteriores.”
De todas las declaraciones a los imputados, la realizada por Mariano Castro resulta la más coherente y la que aporta más datos al Sr. Juez y al teniente fiscal de la Audiencia de Cuenca. Según el detenido, todo el plan del crimen fué dirigido por Juan Antonio Racionero, de común acuerdo con sus tres hijos, para lo cual se reunieron en casa de Justo donde convinieron robar la casa de Hipólito, porque allí debía haber bastante dinero.
En su declaración dice, que en la noche del crimen:
"Agripino y yo estábamos de espías, y no entramos en la casa hasta el momento de cometerse los asesinatos.
Cuando estaban ya bien muertos, les registramos, cogiendo lo que nos acomodó. Mis compañeros, entonces, buscaron qué comer y cenaron lo que encontraron... Yo apenas si probé nada, porque tanta sangre y tanto muerto me habían impresionado algo... Después Juan Antonio se llevó un talego blanco, donde había dinero, diciéndome que al día siguiente se haría el reparto."
El periodista de La Correspondencia sigue informando puntualmente del desarrollo de las actuaciones judiciales, (y aquí me pregunto, cómo conseguía la información, siendo secreto el sumario) y en un telegrama enviado a la redacción del periódico el 16 de marzo, escribe:
"A las tres y media de esta madrugada, después de las importantes revelaciones de Castrillo, verificóse un terrible careo entre Juan Antonio, sus tres hijos y Castrillo.
La escena fue verdaderamente repugnante.
El padre furibundo, pareciendo más bien una hiena que una persona humana, apostrofó a sus hijos de la siguiente forma:
-Vosotros fuisteis los que más hachazos descargasteis sobre Manuela y su hija.
-Sí, pero usted en cambio -contestaron los hijos-, usted se cebó a pegar golpes sobre los chicos Cándido, Toribio y Pedro.
-¡Mentís! Fuisteis vosotros.
-Señor juez -objetó uno de los hijos,- no haga usted caso a mi padre, que él fué quien nos reunió y el que nos impulsó a cometer el robo y a matarlos después en unión de Castrillo.
-Eso no es verdad -repuso éste- Yo estuve solo de espía.
El juez les preguntó por el saco y todos dijeron que Juan Antonio se lo llevó y que nada les entregó, porque al día siguiente de asesinato, que iban a repartirse el dinero, fueron presos.
Juan Antonio contestó que nada sabía del talego.
La escena fue horripilante; merece el calificativo de monstruosa.- Mestre Martínez."
En informaciones telegrafiadas el día 17, aparece por vez primera uno de los personajes clave de la tragedia. Se trata de Petra Viejo Bueno, esposa de Juan Antonio y hermana del ajusticiado un año antes en Priego, Basilio Viejo Bueno.
Comenta el periodista, que se supone que Petra, que también se encuentra presa, está enterada de todo y que tiene una mala reputación entre su vecinas, a las que en varias ocasiones intentó agredir, navaja en mano.
El día 17 de marzo, se produce el traslado de los imputados a la cárcel de Priego, partido judicial. Sobre las 7,30 de la mañana, en la plaza de Albalate, un enorme gentío se congrega para ver salir a los criminales. Para el traslado de los reos, que van amarrados por medios de lazos, se utilizan seis asnos sobre los que son subidos con dificultad y sujetas las piernas a la cincha de las caballerías.
La comitiva sigue el siguiente orden:
Juan Antonio, el padre, llevaba un pañuelo en la cabeza en forma de cucurucho y una manta blanca sobre los hombros, mostrándose muy sereno; le siguen sus hijos Casto y Justo, vestidos ambos con blusa a rayas y calzón negro y llevando la cabeza descubierta; el hijo menor Agripino, viste blusa oscura y se cubre con boina; sigue Castrillo que cubre su cabeza con un pañuelo de hierbas. La comitiva la cierra Petra Viejo Bueno, vestida de luto. Cada reo es custodiado por una pareja de la guardia civil.
Desde Albalate a Villaconejos, los reos bebieron aguardiente en poca cantidad. Al llegar a Villaconejos, el vecindario esperaba a la comitiva, repitiéndose las protestas contra los asesinos, llegando finalmente a Priego, sobre las once de la mañana.
Una vez en la cárcel, casi todos piden agua, se les conduce a los calabozos, quitándoles las esposas y sustituyéndolas por grillos de gran peso, únicamente Petra quedó libre de toda sujeción.
Descripción de los acusados:
Juan Antonio Racionero, de 59 años, de frente deprimida; ojos grises, pequeños y hundidos; rostro enjuto; nariz aguileña y labios enjutos. Mide 1,74 m. Sagaz y astuto. Jamás dejó de asistir un domingo a misa.
Justo Racionero, el hijo mayor, de 28 años, delgado, de ojos grandes azules y de similar estatura que su padre. Se muestra locuaz y hace alarde de gran cinismo.
Casto Racionero, de 24 años y 1,45 m de estatura, de nariz pequeña, labios gruesos, pelo castaño y ojos pequeños.
Agripino Racionero, el hijo menor, de 19 años, soltero; ojos negros, pequeños; frente estrecha, nariz aguileña y labios delgados.
Mariano Castro (a) Castrillo, amigo de Agripino, de 22 años, de 1,64 m de estatura. Frente ancha, nariz aguileña, ojos azules y pequeños.
En la misma tarde del 17 de marzo de 1893, se produce el fallecimiento, dentro del calabozo, del cabeza de familia Juan Antonio Racionero.
Cuenta Ramiro Mestre, que fue a visitarlo en compañía del jefe de la cárcel, sobre las 6,30 de la tarde y que lo encontró sentado en el suelo con las piernas cruzadas y arropado con una manta, mostrando un semblante lívido y la voz apagada. Al sentirse indispuesto pidió una taza de café para reponerse. que le fue servida. Cuando el jefe Sr. Sánchez, acudió una hora más tarde para ver cómo se encontraba, lo encontró muerto. El médico, Sr. Cornago certifica la muerte de Juan Antonio como debida a una apoplejía sanguínea cerebral fulminante. Cara y cuello se encontraban amoratados. El entierro tiene lugar el día 18, siendo sepultado sin caja en un rincón del cementerio.
La familia del difunto, no parece haberse impresionado con la noticia, debido a que no la creen y piensan que es un ardid para asustarles.
Al día siguiente de su entierro es exhumado el cadáver de Juan Antonio con el fin de practicarle la autopsia, que es realizada por los médicos señores Cornago y Page, que se ratifican en dictamen inicial formulado por el primero.
En el mes de septiembre de 1893 tiene lugar el juicio, que se desarrolla con gran expectación, en la Audiencia Provincial de Cuenca. La vista comienza el día 25 con una duración de 12 horas y termina con el veredicto del jurado popular, el día 28.
El desarrollo del juicio da juego para mucho, pero este post, ya es suficientemente extenso , así que de momento, omitiré los detalles.
(Del ejemplar de El Progreso Conquensse de 27/03/1895) |
El hermano menor, Agripino Racionero será indultado por ser menor de edad cuando se cometieron los crímenes. Casto Racionero morirá en la cárcel de Cuenca en circunstancias un tanto difusas.
Por último, El Progreso Conquense da cuenta desde Priego, el 27 de marzo de 1895, de la ejecución en la horca de Justo Racionero y de Mariano Castro.
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Un libro sobre el tema: Lastimosa Historia "Crimen de Cuenca" . Autor: Arturo Culebras Mayordomo. ISBN: 9788497709750 Editorial: Vision Libros Año: 05/2009
Una web sobre el tema: http://www.elcrimendecuenca.blogspot.com/
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