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lunes, noviembre 28, 2022

Cronología de la Historia: 1808-1. Un año de vértigo (cap. 3)

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1808-1

1808: Un año de vértigo
El año de vértigo, en el que España estalló en una revolución contra la invasión napoleónica, y el pueblo se rebeló contra autoridades militares y civiles de la época. Un año tan lleno de acontecimientos determinantes en nuestra Historia, y al mismo tiempo tan novelescos, que no he podido resistir la tentación de extenderme en algunos hechos acaecidos. 

Una vez asegurada la ocupación de Portugal, Napoleón iba a completar la toma de control de España, de la que decía que, "los países donde los monjes son numerosos se subyugan fácilmente".

Haciendo valer las cláusulas del tratado de Fontainebleau que le favorecían, e ignorando las que no le gustaban, actitud que ya había empleado antes, consiguió que las tropas napoleónicas fueran entrando en la Península, aprovechando la indolencia e incompetencia de Carlos IV, así como la inopia del gobierno y las escasas guarniciones militares de la época. Los soldados franceses se dedicaron, sin apenas oposición, a ocupar cuarteles y poblaciones estratégicas como Pamplona, Figueras, San Sebastián o Barcelona, utilizando tretas infantiles, de las que los militares franceses se jactaban como ejemplos de astucia. Napoleón se aseguraba así, las plazas fuertes desde las que avanzarían sus tropas.
Vista aérea de la Ciudadela de Pamplona
Fuente: Gobierno de Navarra
Convencido Manuel Godoy, de que las intenciones de Bonaparte eran las de incorporar la parte norte de la Península a su Imperio, o incluso toda España y Portugal, hizo convocar a Carlos IV un consejo de gobierno extraordinario, en el que intentó convencer a los reunidos de que había que pedir al emperador el cese del envío de tropas. Y ante la cuestión de qué hacer si se negaba, el valido propuso el impedirlo y defenderse. Ni que decir tiene, que las consideraciones de Godoy llegaban tarde, y que no tuvieron ningún apoyo de los asistentes, convencidos algunos, incluso el propio Carlos IV, de que los soldados franceses venían en ayuda del príncipe de Asturias.    

El motín de Aranjuez
La inestable situación política de España favorecía la estrategia de Napoleón. No habían transcurrido ni seis meses desde los sucesos de El Escorial, cuando en el mes de marzo tuvo lugar el motín de Aranjuez, (hoy lo llamaríamos golpe de estado) y que obligó a Carlos IV a abdicar, y ceder el trono a su hijo Fernando.

El motivo o excusa de la revuelta, orquestada por el canónigo Escoiquiz, junto con determinados miembros de la nobleza, con el conde de Montijo (se hacía llamar el tío Pedro) dirigiéndola, era impedir que los reyes abandonaran Madrid con dirección a Andalucía, o que, imitando a sus parientes portugueses, pudieran emigrar hacia las Américas. La idea de que la familia real se trasladarse a Sevilla o Cádiz, había partido de Godoy, quien desconfiaba de las intenciones de Napoleón, y pensaba que desde Andalucía podía prepararse una defensa más eficaz.
Asalto al palacio de Godoy
Coloreado digitalmente
Histoire de l'Empire. Adolphe Thiers.
Source gallica.bnf.fr / BnF 


El masivo apoyo popular de que gozaba el príncipe de Asturias, unido a la creencia general de que Godoy era el culpable de todos los males del reino*, y la tensión ambiental fomentada por agitadores a sueldo, provocaron en la noche del día 17 de marzo, un tumulto junto a la residencia del príncipe de la Paz en Aranjuez, con presencia de soldados y personas de toda condición, que asaltaron y saquearon las estancias del edificio, sin que la turbamulta pudiera encontrar a Godoy, escondido en un desván.
* En Godoy se centraba todo el odio e ira de los españoles. Entre otras razones, se le culpaba de la firma de los desastrosos tratados con los franceses, que obligaban a España a colaborar en el sostén económico de las  fuerzas napoleónicas. A partir de marzo de 1807, los recaudadores recorrían la geografía española, para cobrar nuevas contribuciones o realizar embargos. No era el amor al indeseable Fernando lo que movería al pueblo, esa era la excusa común, sino el expolio económico a que eran sometidas las poblaciones, tanto en dineros como en bienes y víveres, situación que con la ocupación de 1808 se hizo insostenible. 
Al día siguiente y forzado por Fernando, el rey padre emite un real decreto, exonerando al valido de sus empleos de almirante y generalísimo, calmando con ello los ánimos. Pero la tranquilidad no iba a durar mucho. En la mañana del día 19, Godoy sale de su escondite y es detenido. Escoltado por soldados es conducido a prisión con grave riesgo para su vida, recibiendo múltiples heridas por objetos punzantes y piedras lanzadas por la multitud, que se agolpaba a su paso.
Grabado de 1814 mostrando a Manuel Godoy protegido por los guardias de Corps
Dibujo de Zacarías Velázquez          Grabado por Francisco de Paula Martí 
Retoques: lámina original recortada, figura de Godoy resaltada en color sepia
Fuente: Biblioteca Nacional de España

A pesar del arresto del favorito, los desórdenes no cesaban. Los objetivos de los instigadores cortesanos no eran únicamente la caída de Godoy, sino la de los reyes. Al atardecer del día 19, y abandonado por los miembros de su consejo, Carlos IV se ve obligado a abdicar en favor de su hijo, sin que este acto fuese protocolizado. En días siguientes, conocidos los acontecimientos de la destitución del odiado Godoy, y la subida al trono del deseadísimo Fernando, se celebraron actos festivos y de alegría por todo el reino, junto con episodios de pillaje, destrucción y saqueo de los bienes de las personas que el vulgo consideraba afines al favorito, avivados con bulos y disparates de toda índole.
Día 19 de marzo de 1808 en Aranjuez
Carlos IV abdica la corona en su hijo Fernando
Dibujo de Zacarías Velázquez          Grabado por Manuel Alegre 
Retoques: recorte de la lámina original, coloreada digitalmente

Fuente: Biblioteca Nacional de España
Ya rey, Fernando VII mantuvo a la mayoría de consejeros de su padre incluyendo al ministro de Estado, Pedro Cevallos, y mandó exculpar, otorgando cargos y distinciones, a los encausados por los sucesos de El Escorial.

El nuevo gobierno hizo público que las tropas francesas en España eran amigas, y como tales debían ser recibidas y atendidas. En paralelo se iniciaba una represión contra Manuel Godoy y las personas cercanas a él, confiscando todos sus bienes. El día 23 de marzo, el príncipe de la Paz es trasladado al castillo de Villaviciosa de Odón, al tiempo que ese mismo día, el mariscal francés Murat y sus tropas, entran en Madrid, con una teatral demostración de fuerza, siendo acogidos con expectación por el pueblo madrileño. 

Al día siguiente, 24 de marzo, Fernando VII hace su entrada triunfal en Madrid. Los madrileños lo reciben con enormes muestras de alegría, provocando el delirio de la muchedumbre. La comitiva tarda más de seis horas en recorrer los casi 2.500 metros de distancia entre la puerta de Atocha y el Palacio Real.
Entrada en Madrid de Fernando VII por la puerta de Atocha
Dibujo de Zacarías Velázquez          Grabado por Francisco de Paula Martí 

Retoques: recorte de la lámina original, coloreada digitalmente
Fuente: Biblioteca Nacional de España
Pero poco iban a durar las muestras de alegría. El arrogante Murat, cuñado de Napoleón y gran duque de Berg, no esperó demasiado para demostrar quien mandaba realmente, actuando por propia iniciativa, maniobrando y alardeando con sus tropas, sin conocimiento del gobierno. El embajador francés Beauharnais seguía sin reconocer al nuevo monarca y para mayor escarnio, Murat pidió al nuevo rey, por medio del secretario de Estado, la entrega de la espada que el rey francés Francisco I, había entregado al emperador Carlos V, tras ser derrotado en la batalla de Pavía, y que Napoleón había sugerido querer poseer. La espada le fue entregada en una ceremonia indigna, que retrataba al nuevo rey.

Conforme pasaban los días, los incidentes con las tropas francesas aumentaban, y el nuevo gobierno publicaba bandos para calmar los ánimos de la población, que desconfiaba de las amistosas intenciones de los franceses, e inventaba chanzas y cancioncillas para mofarse de los prepotentes "amigos". 

Los reyes destronados, que seguían en Aranjuez, y especialmente la imprudente reina María Luisa, dirigían cartas a Murat, descalificando y renegando de su hijo, y pidiéndole ayuda para ella, su esposo y sobre todo para Godoy. Carlos IV, por medio del general Monthión, al que Murat había enviado a Aranjuez, remitió a Napoleón un escrito, fechado el 23 de marzo, en el que confiaba su suerte y la de sus allegados, en manos del emperador, con una postdata que decía:
Protesta.— «Protesto y declaro que mi decreto de 19 de marzo, en el 
que he abdicado la corona en favor de mi hijo, es un acto á qué me he
visto obligado para evitar mayores infortunios y la efusión de sangre de
mis amados vasallos; y por consiguiente debe ser considerado como nulo.
— C a r l o s . »
Retratos de Carlos IV y la reina María Luisa
Dibujo de Agustín Esteve              Grabado de Rafel Esteve
Basados en pinturas de Goya
Retoques: recorte imagen original, conversión en gris
Fuente: Biblioteca Nacional de España 
El viaje de Fernando VII a Bayona
La confrontación entre los miembros de la familia real, facilitaba los objetivos de Napoleón, decidido a desalojar a los Borbones del trono español, y colocar en su lugar a un miembro de su familia*. Murat, el embajador francés y el general Savary, un diplomático de confianza de Bonaparte llegado desde Francia, confabulaban allanando el proceso, haciendo creer a Fernando VII y su corte, la inminente venida del emperador a Madrid.

*Ante las dudas de Napoleón sobre la legitimidad de tal decisión, es célebre la frase que el político C.M. de Talleyrand, le dice al emperador el 24 de abril: "Ce que la politique conseille, la justice l'autorise", (Lo que la politica aconseja, la justicia lo autoriza).
(Germain Bapst. Mémoires du Général Lejeune. De Valmy à Wagram). 

Conocedor Murat de las intenciones reales de su cuñado Napoleón, se entrevista con Fernando VII, al que hace creer que el emperador está dispuesto a reconocerle como rey, aconsejándole que como muestra de cortesía, vaya a recibirle a Burgos.

El 10 de abril, junto con algunos miembros de su gobierno, el nuevo y popular rey, con su séquito, emprenden camino de la capital burgalesa. Viajan escoltados y vigilados por tropas  francesas al mando del general Savary. A cargo del gobierno, quedaba en Madrid, una Junta Suprema presidida por el tío de Fernando, el infante Antonio Pascual

Al llegar a Burgos, conocen que Napoleón, seguía en Francia. Surgen las primeras dudas en el cortejo fernandino, pero Savary, que tiene órdenes precisas de Bonaparte, consigue convencer a la comitiva de que continúen viaje hasta Vitoria, donde arribarán el 14 de abril. Ese mismo día, Napoleón llegaba a Bayona

En la imagen y a la izquierda, Pedro de Alcántara, duque del Infantado; a la derecha, José Miguel de Carvajal, duque de San Carlos; en el centro Juan Escoiquiz
Los tres personajes acompañaron a Fernando VII en el funesto viaje a Bayona, y se les atribuye, sobre todo a Escoiquiz, la responsabilidad para realizarlo
Cuadro del duque del Infantado de Vicente López Portaña, Museo Nacional del Prado
Cuadro del duque de San Carlos de Francisco de Goya, Museo de Zaragoza
Ilustración de Escoiquiz, dibujo de Antonio Gómez y Cross grabada por Pedro Hinojosa, BNE
Retoques: recorte de la imagen de Escoiquiz, coloreada digitalmente
El singular desarrollo de los acontecimientos, aumentó la inquietud y levantó sospechas entre los consejeros de Fernando, y sabedor el intrigante Savary, de lo insostenible de la situación, decide ir a Bayona para informar a Napoleón y entregarle una carta del nuevo rey. El día 17, Savary regresa a Vitoria, con un ilustrativo escrito del emperador, que nada bueno presagiaba, y que abordaba los últimos acontecimientos acaecidos en la corte española, sobre los que decía, querer conferenciar con Fernando en persona.

Un escrito tan revelador, debería haber bastado para que los consejeros convencieran a Fernando de cancelar el viaje. Especial papel desempeñó en esa idea, el que fuera secretario de Estado con Carlos IV entre 1798 y 1800, Luis Mariano de Urquijo, quien intentó persuadir a quienes acompañaban al rey, del despropósito de la extraña expedición, y propuso junto con las autoridades de Vitoria, un plan para conseguir la evasión del rey y conducirlo hasta Bilbao, donde podía embarcarse hasta territorios no controlados por los franceses, y desde allí organizar una respuesta a la situación. Igualmente, el duque de Mahón, corregidor de San Sebastián, propuso la evasión ofreciendo sus tropas para proteger a Fernando.
El pueblo de Vitoria trata de impedir la salida de Fernando VII a Bayona
Dibujo de F. Philippoteaux                     Grabado de Auguste Pontenier
 Histoire de l'Empire. Adolphe Thiers.Source gallica.bnf.fr / BnF 
Pese a todo, finalmente el día 19, sin la unánime aprobación de su consejo, y con la oposición del pueblo vitoriano que llegó a romper los atalajes de los carruajes, Fernando VII, persuadido por el canónigo Escoiquiz y Savary, de que su corona dependía del reconocimiento de Napoleón, decide llegarse hasta Bayona. El novato rey iba a meterse en la boca del lobo.

Napoleón no podía creer la decisión de Fernando:
"Cela est si vrai, que Napoléon avait peine à croire le rapport que lui faisait son aide de camp. Comment! il vient? s'écria-t-il non cela n'est pas possible"

"Esto es tan cierto que Napoleón apenas pudo creer el informe que le hizo su ayudante de campo. ¿Cómo? ¿Va a venir?, exclamó, no, no es posible"

(Bausset, Louis-François-Joseph. Mémoires anecdotiques sur l'intérieur du palais et sur quelques événemens de l'Empire. Tome 1)

Al llegar a la frontera, la comitiva no encuentra a ningún representante del emperador para recibirles. A su encuentro salen autoridades locales y el infante don Carlos, hermano del rey, que junto con tres grandes de España se habían adelantado unos días. Informan a Fernando de las palabras que habían escuchado decir al emperador, "de que los Borbones no reinarían ya más en España".

Poco antes de entrar en Bayona son recibidos por un comité de recepción, encabezado por el mariscal Louis Alexandre Berthier, príncipe de Neuchâtel, que hace los honores a Fernando y su séquito, conduciéndoles hasta sus improvisados aposentos, en la maison Dubrocq, un remozado edificio que en principio iba a ser ocupado por Napoleón, y que no satisfizo a la comitiva. En ningún momento, Fernando recibió tratamiento de rey.

Al cabo de una hora, Napoleón realiza una visita de cortesía al recién llegado y hablan durante unos pocos minutos. Junto con algunos miembros de su séquito, Fernando es invitado a una cena en el palacete de Marrac, donde se alojaba el emperador. Tras la comida, Bonaparte, al que le había bastado la cena, para hacerse una idea de la personalidad de los recién llegados, y conocedor de la influencia que Escoiquiz ejercía sobre el nuevo rey, solicita hablar a solas con el clérigo.
Napoleón llegando a caballo al palacio de Marrac en 1808 (detalle)
Autor anónimo
Museo Vasco y de la Historia de Bayonne 
Escoiquiz escribe en un manifiesto que publicó posteriormente, que la entrevista con Napoleón tuvo lugar el mismo día 20, pero el ministro de Estado, Pedro Cevallos, que acompañó a Fernando, da a entender una versión diferente en la obra que publicó el mismo año de 1808 y que fue muy divulgada por toda Europa: 
Fragmento del libro de Pedro Cevallos: Exposición de los hechos y maquinaciones que han preparado la usurpación de la Corona de España y los medios que el Emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla. Madrid. En la imprenta Real, 1808.

Refiere Cevallos, la cara de sorpresa de Fernando VII, y el estupor de todos los presentes al escuchar las palabras de Savary.

En un librito de 1908 titulado Les journées de Napoléon à Bayonne, escrito por E. Ducéré, en el que da cuenta, jornada tras jornada, de las actividades del emperador en Bayona, durante su estancia en 1808, basándose en testimonios y documentos de la época, cuenta lo siguiente en relación al día 20 de abril (traducción):

Hacia las cinco, llegó un carruaje imperial a recoger los príncipes españoles y los condujo a Marrac, donde cenaron con el emperador. Después de su regreso el príncipe de Asturias, apareció en el balcón de su alojamiento, exclamando varias veces que había sido traicionado, lo que causó alguna agitación entre el público. Pero un gran número de gendarmes calmó rápidamente este altercado, y el príncipe volvió a sus aposentos.   

En el mismo libro de E. Ducéré, se detalla que el día 21 por la tarde, tras regresar a su alojamiento de Marrac, Napoleón tuvo una larga conferencia con el canónigo Escoiquiz.
Vista de Bayona (aprox. 1820)
Cuadro de Ambroise-Louis Garneray (1783-1857)
Fuente: MeisterDrucke 
De lo tratado en las conversaciones del emperador con Escoiquiz, conocemos la detallada versión que el canónigo incluyó como apéndice, en un libro que publicó en 1814, para justificarse de la disparatada decisión del viaje a Bayona, un hecho que fue objeto de severas críticas posteriores, que responsabilizaron al clérigo del fatídico viaje.

En síntesis, Napoleón le manifestó que jamás reconocería al príncipe Fernando como rey de España, que estaba decidido a que la casa de los Borbón no reinase en el país, donde instauraría una dinastía propia, y que si el príncipe Fernando renunciaba a sus derechos, estaba dispuesto a cederle la corona de Etruria a título de rey, y le daría como esposa a su sobrina. También le confirmó que Carlos IV estaba de camino y dispuesto a transferirle sus derechos al trono de España.

En días sucesivos. tuvieron lugar varias reuniones o conferencias entre los acompañantes de Fernando y los comisionados por el emperador, el general Savary, el ministro Champagny y M.Pradt, obispo de Poitiers, debatiendo sobre las propuestas de Napoleón, sin llegar a acuerdos satisfactorios para el corso, que dio por terminadas las conversaciones, ante la inminente llegada de Carlos IV y la reina María Luisa, con los que habría pactado desde hacia tiempo, su traslado y mudanza a Francia.


Bibliografía (Autor/es. Título del libro. Edición. Lugar de publicación: Editorial; año).

- Javier Tusell; Rafael Sánchez Montero. Historia de España. El Siglo XIX. De la Guerra de la Independencia a la Revolución de 1868. Tomo XII. Edición para Biblioteca El Mundo. Pozuelo de Alarcón (Madrid), Editorial Espasa Calpe, 2004.

- E. Ducéré. Les journées de Napoleón a Bayonne. Éphémérides impériales. Bayonne. Imprimerie A. Lamaignére, 1908. 

- Francisco Pi y Margall, Francisco Pi y Arsuaga. Historia de España en el siglo XIX. Barcelona. Miguel Seguí-Editor. 1902.

- Comte Mollien. Mémoires d'un ministre du Trésor Públic, 1780-1815. Tome deuxième. Paris. Guillamin et Cie. 1898.

- Geramin Bapst. Mémoires du Général Lejeune. De VAlmy à Wagram. Deuxième mille. Paris. Librairie de Firmin-Didot et Cie. 1895.

- Andrés Muriel. Memorial Histórico Español. Tomos XXIX-XXXIV. Real Academia de la Historia. Historia de Carlos IV. Varios tomos. Madrid. Est. Tip. Vda. e Hijos de Manuel Tello, 1894.

- José Gómez de Arteche. Historia General de España. Reinado de Carlos IV. Tomo II. Madrid. El Progreso Editorial, 1892.

- Modesto Lafuente; Juan Valera. Historia General de España. Desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII. Tomos XV y XVI. Barcelona. Montaner y Simón Editores, 1889.

 - Jose María Queipo de Llano, conde Toreno. Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Biblioteca de autores españoles. Tomo LXIV de la colección. Madrid. M.Rivadeneyra-Impresor-Editor, 1872.

 - Antonio Alcalá Galiano. Historia del levantamiento, revolución y guerra civil de España. Tomo I. Madrid. Librería de D. Leocadio López, 1861.

 -  - Miguel Agustín Príncipe. Guerra de la Independencia, narración histórica. Tomo segundo. Madrid. Imprenta del siglo a cargo de Ivo Biosca. 1846.

- Memorias de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz. Tomo VI. Gerona. Librería de Vicente Oliva, 1841.

- Michael J. Quin. Memorias históricas sobre Fernando VI, rey de España. traducción del inglés de Joaquín García Jiménez. Tomo primero.Valencia. Imprenta de Gimeno, 1840. 

- Juan Escoiquiz. Idea sencilla de las razones que motivaron el viage del rey D. Fernanddo VII a Bayona, en el mes de abril de 1808. Madrid. En la Imprenta Real, 1814.

- Pedro Cevallos. Exposición de los hechos y mauinaciones que han preparado la usurpación de la Corona de españa y los medios que el emperador de los franceses ha puesto en obra para realizarla. Madrid. En la Imprenta Real, 1808. 


martes, octubre 18, 2022

Cronología de la Historia: el siglo XIX.1800-1807 (cap. 2)

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1800

En Francia, Napoleón se ha hecho con el control del Estado, instituyendo un nuevo régimen, el Consulado. Su victoria sobre Austria en Marengo y la conversión en aliado de un antiguo adversario, el zar de Rusia, Pablo I, hacen del corso el gobernante más admirado y temido de Europa.

La falta de medios de España para defender sus rutas comerciales con América, el abrumador dominio marítimo de la marina inglesa, y el estado ruinoso de la Hacienda, amén de la falta de autoridad de la desacreditada corte española, obligan a firmar con Francia un segundo tratado de San Ildefonso, según el cual, la flota naval española se pondría a disposición de los intereses napoleónicos. La oposición a esta política entreguista del primer secretario Urquijo, junto a las maniobras del ministro Caballero y la oposición de la Iglesia, provocarán el relevo de Urquijo por Pedro Cevallos.

De acuerdo con este tratado, el Consulado francés aumentaría los territorios en Italia del duque de Parma, hermano y consuegro de la reina María Luisa. A cambio, España cedería la colonia de la Lousiana americana y facilitaría su ocupación por los franceses, también pondría a disposición de Francia, seis navíos aparejados y artillados, además de una importante suma de dinero.

Aunque en este segundo tratado no se mencionaba a Portugal, seguían vigentes los acuerdos del anterior tratado según el cual, España se comprometía a conseguir la neutralidad del país vecino, y a que rompiera su alianza con Inglaterra.

Croquis representando la batalla de Brión
(Retoques: los números de la leyenda han sido coloreados y agrandados) 
Fuente: Museo Naval

Continuaba la guerra con Inglaterra y en agosto, una fuerza naval inglesa con unos 10.000 hombres, desembarcaba en la playa de Doniños, cerca de El Ferrol, con la intención de capturar o destruir los barcos españoles y el arsenal. Los combates fueron favorables a las tropas españolas, y los ingleses tuvieron que retirarse y embarcar en el mismo día.

1801

La debilidad de la monarquía española y su sumisión a Napoleón Bonaparte, llevan a la firma de dos convenios con Francia. El firmado en Madrid, el 29 de enero, por Pedro Cevallos, primer secretario y Luciano Bonaparte, embajador francés y hermano mayor de Napoleón, daba un ultimátum a la regencia portuguesa para romper su alianza con Inglaterra, y si transcurridos quince días no se hacía efectiva, se daba por declarada la guerra de España y Francia contra Portugal. Por el segundo convenio, firmado en Aranjuez el 13 de febrero por Godoy y Luciano Bonaparte, la Armada española quedaba comprometida a actuar conjuntamente con la flota francesa, en los diversos frentes abiertos contra la Gran Bretaña.

En este año únicamente, ocurrió un episodio bélico destacable con Inglaterra, resuelto en dos actos, conocidos como batallas de Algeciras. Tuvo lugar el primer episodio el 6 de julio, sin un vencedor claro, y un segundo suceso, el día 12 del mismo mes, en el que una escuadra inglesa procedente de Gibraltar, se enfrentó a una formación de buques franceses, acompañados por siete barcos españoles. La hábil maniobra de un navío inglés pasando entre los barcos San Carlos y San Hermenegildo, disparando por ambos lados de cubierta, y la confusión por la oscuridad de la noche, provocó que ambos navíos españoles se cañonearan entre ellos. El desastre ocasionó la muerte de casi 1800 marinos y la pérdida de varios navíos. 

La segunda batalla de la bahía de Algeciras, 12 dejulio de 1801
Cuadro de Thomas Whitcombe
Colección privada. Reino Unido
Fuente: Rountree Tryon Galleries

Al no conseguirse la neutralidad portuguesa, el 27 de febrero, es declarada la guerra al país vecino. Godoy, que había recuperado la confianza real, es nombrado Generalísimo de un ejército compuesto por unos 75.000 hombres, de los cuales unos 15.000 eran franceses al mando del general Leclerc, cuñado de Napoleón. A su vez, Portugal convocó un ejército de unos 40.000 soldados, sin poder contar con la ayuda inglesa, ya que Inglaterra se negó a prestarle auxilio si las tropas no estaban al mando de un general inglés. El 20 de mayo entran las tropas españolas en Portugal y, son rendidas las plazas de Olivenza y Jurumeña. Los soldados avanzan hasta los castillos de Yelves y Campomayor, deteniéndose en los jardines de los fosos, donde crecen naranjos. Tras algunos pequeños enfrentamientos y escaramuzas, favorables a las tropas españolas, los contendientes firman la paz, comprometiéndose Portugal a cerrar sus puertos a los barcos ingleses. La denominada Guerra de las Naranjas, duró escasos dos meses y entre otras cláusulas, Portugal reconoció a España la posesión de Olivenza y su distrito, reintegrándose al país lusitano, el resto de plazas y poblaciones ocupadas.

Olivenza: Torre del Homenaje (siglo XIV)
Foto Gom

Del acuerdo de paz firmado en Badajoz, no quedó muy satisfecho Napoleón, primer cónsul, ya que no había obtenido beneficios del conflicto, negándose a ratificarlo, trámite que ya había formalizado Carlos IV. La cuestión se resolvió obligando a Portugal a satisfacer una indemnización, de la que salieron beneficiados el general Leclerc y el propio Napoleón, a cuyo bolsillo particular fueron a parar diez millones de francos. Solo así, el tratado de paz pudo ser ultimado en Madrid, y a partir de entonces, las tropas francesas en la Península empezaron a abandonarla lentamente, aunque no sin causar roces con la población. 

En octubre, Francia e Inglaterra pactan las condiciones de un acuerdo de paz, que guardan en secreto y que deberá ser ratificado meses más tarde. Una vez más, Francia pactaba de espaldas a España, su aliado.

En el ámbito nacional, hay que reseñar los disturbios acaecidos en el reino de Valencia, por la oposición popular a la creación de seis cuerpos de milicias, de cuya obligatoriedad estaban exentos los antiguos reinos de la Corona de Aragón. En este caso, la prudencia y el acierto de Godoy, consiguió que se suprimiesen la creación de las milicias, mediante la publicación de un decreto extraordinario, que apaciguó los ánimos, "todo se calmó como por encanto; y que un pliego de papel bastó para hacer caer las armas de las manos de millares de individuos, donde se llegó a creer que a duras penas bastaría para conseguirlo un ejército numeroso." (Memorias de Manuel Godoy). No obstante, los disturbios ocasionaron la muerte de civiles, que años más tarde sería una de las causas de la trágica muerte del barón de Albalat, comandante de las fuerzas encargadas de reprimir los alborotos.    

1802

El tratado preliminar negociado entre Francia e Inglaterra, es ultimado y dispuesto para su firma en Amiens. En las negociaciones interviene el embajador español Azara. Lo más positivo del acuerdo, aparte de terminar con la guerra, fue la recuperación de la isla de Menorca, y lo más lesivo, la pérdida definitiva de la isla de Trinidad. El tratado fue firmado el 27 de marzo.

1803

Poco dura la paz con Inglaterra firmada en Amiens, y Francia vuelve a involucrar a España en su conflicto con Gran Bretaña, que vuelve a recrudecerse. Godoy intenta mantenerse neutral, especialmente por el estado de bancarrota del Tesoro Público, y agotamiento general de la nación, pero el continuo avasallamiento de Napoleón, y los reiterados ataques ingleses a los barcos españoles, acaban provocando la entrada de España en el conflicto.

Para colmo de desgracias, este año se recrudece la crisis alimentaria provocada por las malas cosechas de cereal. A la hambruna se unirá la aparición de epidemias. La calamidad se prolongará hasta 1805 y tendrá especial relevancia en la meseta Norte.

1804

En abril y junio son dictadas reales órdenes para que en todas las ciudades, y poblaciones del Reino en general, se construyesen cementerios en lugares apartados de los núcleos habitados, con el objeto de erradicar los insalubres enterramientos dentro de los templos. El influyente clero, que con tales medidas perdía una fuente de ingresos, se opuso, y culpó a Godoy de las medidas, que en tiempos de Carlos III ya se habían intentado adoptar, con escaso éxito.  

1805

Carlos IV, pone la fuerza naval española al servicio de Napoleón, autocoronado emperador. Tras varias batallas navales en las costas peninsulares, el 21 de octubre, la flota inglesa al mando del almirante Nelson, vence a la escuadra franco-española, dirigida por el incompetente Villeneuve, en la decisiva batalla de Trafalgar. Además de perder a oficiales valiosos como Gravina, Alcalá Galiano o Churruca, España se quedará prácticamente sin escuadra, salvándose únicamente cinco navíos. Por su parte, Inglaterra perderá al almirante Nelson, herido de muerte en la batalla. 

Napoleón se repondrá del disgusto de Trafalgar, derrotando a la coalición austro-rusa en la batalla de Austerlitz, el 2 de diciembre. 

Vista general del combate de Trafalgar 21 octubre 1805
Cuadro de Rafael Monleón y Torres (1821-1890)
Fuente; Museo Naval
En este año, Godoy intentó abolir las corridas de toros y novillos de muerte, medida que no hicieron sino aumentar su impopularidad. Carlos IV aprobará la reforma y actualización de la recopilación de las Leyes de España, publicadas en 1567, actualizadas con las dictadas hasta 1804.

1806

En los territorios americanos, el venelozano Francisco de Miranda, precursor de la independencia de Hispanoamérica y antiguo militar realista, intentará hasta en cuatro ocasiones liderar la sublevación de los habitantes de Colombia y Venezuela. Miranda que había obtenido ayudas económica de fuentes estadounidenses e inglesas, para hacerse con barcos y combatientes, no conseguirá sus objetivos, al ser neutralizadas sus incursiones y faltarle el apoyo de la población. Su biografía es sorprendente.

En paralelo con las acciones de Miranda, Inglaterra se apoderará en el mes de junio de Buenos Aires. Un marino francés al servicio de la Corona española, Santiago Liniers, capitán de navío, con ayuda de otras fuerzas y de la población, hará capitular al comandante inglés Beresford. Los ingleses volverán a intentarlo al año siguiente. 

1807

Partición aproximada de Portugal
según el tratado de Fontainebleau

Elaborado con plano base
tomado de The World Factbook
Tras algunos titubeos de la diplomacia española, el 27 de octubre se firma en Fontainebleau, un nuevo tratado de c
olaboración, (mejor llamarlo de sumisión), con Napoleón. En él se estipulaba la partición de Portugal en tres partes: una zona al noroeste, llamada Lusitania, para la recién destronada reina de Etruria, hija de Carlos IV, el principado de Algarve, al centro y sur para Godoy y otra zona centro-nordeste, que se reservaba Napoleón. El desmembramiento de Portugal era una idea recurrente de Bonaparte que, pensando incorporar a su Imperio, los territorios españoles al norte del Ebro, engañaba con compensar a España con la cesión del país vecino. Pero lo más significativo del acuerdo, era que establecia la posibilidad de que las tropas francesas pudieran entrar en territorio español para invadir Portugal. La justificación legal para que las tropas napoleónicas pudieran pisar España quedaba abierta, como ocurrió de inmediato, al recibir el general Junot la orden de cruzar los Pirineos para ocupar Portugal. 
En octubre, un ejército francés cruza el Bidasoa, con el pretexto de ocupar el país vecino, y el 19 de noviembre entra en la ciudad portuguesa de Castelo Branco, sin encontrar resistencia, junto con unos 8.000 soldados españoles.

Con el ejército invasor a las puertas de Lisboa, la familia real portuguesa abandona el país y se dirige a Brasil, tras lo cual Junot entra en la capital, y recibe el acatamiento de los gobernadores lusos. Por otra parte, fuerzas españolas entran por el sur y el norte de Portugal ocupando esos territorios, sin encontrar resistencia. El 15 de diciembre los franceses muestran su prepotencia de ocupadores. Junot organiza en la plaza del Rossio lisboeta una gran parada militar y en el castillo de San Jorge, izan la bandera tricolor. Estallan las primeras revueltas con los portugueses y caen las primeras víctimas. Napoleón se erige como rey de Portugal y lo saquea económicamente 

Sucesos de El Escorial: arresto de Fernando
Ilustración de Lucius Rossi
The life of Napoleon Bonaparte, William Milligan Sloane
Fuente: The Century Magazine

El complot de El Escorial
La escandalosa acumulación de cargos, títulos, distinciones, competencias, con los ingresos monetarios asociados, y el consiguiente enriquecimiento, habían convertido a Manuel Godoy, en un personaje omnipresente, poderoso, envidiado y odiado. La magnitud de su poder, iba parejo al de su impopularidad, y su persona era objeto de toda clase de infamias, calumnias y críticas de la aristocracia cortesana, celosa de no monopolizar el favor de los monarcas. Por otra parte, la sucesión de guerras y desgracias acontecidas en estos años, no ayudaban al favorito, blanco oportuno a quien culpar de todos los males de la nación.

   

Esta situación ayudó a crear dentro del reino, una facción o partido, llamado fernandino o ultramontano, que aunque tenía como cabeza visible al príncipe de Asturias, era maniobrado por un antiguo preceptor de Fernando, el canónigo, Juan Escoiquiz, quien con ayuda de personajes de la nobleza, que confabulaban en la sombra, se pusieron como objetivo derribar a Manuel Godoy.


Frente a los partidarios de Fernando, estaban los que seguían fieles  a los reyes, sus padres,  y consiguientemente al valido, aunque hechos futuros demostrarían la endeblez de estos apoyos.


Uno y otro bando, no dudaban en humillarse ante Napoleón, a quien le transmitían reiteradamente su admiración y pleitesía, pensando en asegurar su futuro con la protección del omnipotente emperador.   

Biblioteca del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
Fuente: Web Patrimonio Nacional
El suceso que puso de manifiesto las tensiones entre ambas facciones, se desencadenó a finales de octubre, en la residencia real de El Escorial, cuando Carlos IV leyó un escrito anónimo que encontró en su gabinete, en el que se decía: "El príncipe Fernando prepara un movimiento en el palacio; la corona de V.M. peligra; la reina María Luisa corre riesgo de morir envenenada; urge impedir tales intentos…"

Alarmado el rey, y sin previo aviso, entró en los aposentos del príncipe, y viendo la turbación de su hijo, recogió los papeles que éste tenía, dándole la orden de permanecer en su habitación y no recibir visitas.


Al hallarse Godoy en Madrid, casualmente enfermo, Carlos IV hizo llamar al ministro de Gracia y Justicia, para analizar los papeles, en los que se hacía una exposición sesgada de los vicios y excesos de Godoy, y se acusaba al favorito de querer apoderarse del trono, y acabar con la real familia. En el escrito se pedía detenerlo, así como a su amante y sirvientes, y enviarlo a un castillo, al tiempo que se le embargaban los bienes. También pedía Fernando a su padre que no hablara a solas con su madre. En los papeles incautados también  se detallaban, las conversaciones secretas mantenidas con el embajador francés, sobre la pretensión de Fernando de casarse en segundas nupcias, con una princesa de la familia de Napoleón.

Dada la gravedad del caso, el día 30 de octubre se publica un manifiesto en el que Carlos IV informa  a la nación de las intenciones de su hijo para destronarle, así como de las diligencias adoptadas y del encarcelamiento de varios reos, y el arresto de Fernando, quien el mismo día por la tarde, dará cuenta al  ministro Caballero de los partícipes en la conjura, dando nombres y detalles, e informando sobre las gestiones hechas para casarse con una pariente de Napoleón. 
El Príncipe de Asturias es confinado en sus aposentos
Dibujo de Enrique Mélida y Alinari (1838-1892)
Fuente: Episodios nacionales. La Corte de Carlos V. Benito Pérez Galdós
Por la trascendencia de la situación, Carlos IV pidió consejo a Godoy, quien conocedor de la gran popularidad que gozaba el príncipe de Asturias, y ante el temor de que Napoleón, cuyas tropas marchaban camino de Portugal, pudiera intervenir en la disputa familiar, procuró dar carpetazo al asunto cuanto antes. Para ello, se entrevistó con Fernando, al que propuso que pidiera perdón a sus padres por escrito. El día 5 de noviembre, se publica el decreto de perdón de los reyes a su hijo. Los procedimientos del sumario abierto para juzgar la causa, duraron hasta 1808, año en se dictó la sentencia, quedando absueltos la mayoría de conjurados, y con el destierro de Escoiquiz, el duque del Infantado, el de San Carlos y otros implicados por Fernando en la conjura. 

Retrato de Santiago Liniers y de Bremond
Cuadro de autor anónimo

Fuente: Museo Naval
(Cuadro original en Buenos Aires)
En América, los ingleses, con su práctica política depredadora de territorios ajenos, para compensar la pérdida de las colonias del Norte, intentarán de nuevo hacerse con las provincias del Río de la Plata. Para ello, enviarán una gran flota. Tomarán la colonia de Sacramento y tras un bloqueo, se harán con la ciudad de Montevideo.

A principios de julio, los invasores intentarán el asalto de Buenos Aires, pero la decidida acción de los defensores, bajo las órdenes de Liniers, y la generalizada respuesta de los bonaerenses, conseguirá la rendición inglesa y el abandono de los territorios ocupados.

Santiago Liniers será ascendido a mariscal de campo, recibirá el título de conde de Buenos aires y nombrado virrey de las provincias del Río de la Plata. La ciudad de Buenos Aires recibirá el título de muy noble y muy leal


1807 - Los ingleses atacan Buenos Aires y son rechazados
Grabado de José Mª Cardano
Retoques: recorte de la lámina original, coloreada digitalmente
Fuente: Biblioteca Nacional de España
En el aspecto civil, hay que destacar la puesta en marcha de un plan de estudios universitarios, en el que se pretendía adaptar las enseñanzas a los avances de las ciencias, y ponía en valor el carácter científico de la formación. Enseñanzas hasta entonces predominantes, como la Teología, perdían influencia. 


Bibliografía (Autor/es. Título del libro. Edición. Lugar de publicación: Editorial; año).

- Javier Tusell; Rafael Sánchez Montero. Historia de España. El Siglo XIX. De la Guerra de la Independencia a la Revolución de 1868. Tomo XII. Edición para Biblioteca El Mundo. Pozuelo de Alarcón (Madrid), Editorial Espasa Calpe, 2004.

- Francisco Pi y Margall, Francisco Pi y Arsuaga. Historia de España en el siglo XIX. Barcelona. Miguel Seguí-Editor. 1902.

- Andrés Muriel. Memorial Histórico Español. Tomos XXIX-XXXIV. Real Academia de la Historia. Historia de Carlos IV. Varios tomos. Madrid. Est. Tip. Vda. e Hijos de Manuel Tello, 1894.

- José Gómez de Arteche. Historia General de España. Reinado de Carlos IV. Tomo II. Madrid. El Progreso Editorial, 1892.

-Modesto Lafuente; Juan Valera. Historia General de España. Desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII. Tomos XV y XVI. Barcelona. Montaner y Simón Editores, 1889.

 - Jose María Queipo de Llano, conde Toreno. Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Biblioteca de autores españoles. Tomo LXIV de la colección. Madrid. M.Rivadeneyra-Impresor-Editor, 1872.

 - Antonio Alcalá Galiano. Historia del levantamiento, revolución y guerra civil de España. Tomo I. Madrid. Librería de D. Leocadio López, 1861.

- Memorias de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz. Tomos I-III. París. Librería Americana de Lecointe y Laserre. 1839.

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miércoles, septiembre 07, 2022

Cronología de la Historia: el siglo XIX. 1789-1799 (cap. 1)

Releyendo la historia de España, abruma la lectura de los acontecimientos que acaecieron en nuestro país durante el siglo XIX, guerras y conflictos bélicos, insurrecciones populares y pronunciamientos militares, dimisiones de mandatarios y cambios de gobierno, clausura de las Cortes e innumerables convocatorias electorales, cambios de Constitución, regímenes varios y distintas Jefaturas del Estado, etc., etc.

Aunque en España no hubo una revolución como la francesa, su ideología, la ocupación napoleónica y la guerra de Independencia, constituyeron el germen de lo que sobrevendría después, con la incorporación del ideario revolucionario en una parte de la sociedad, y los subsiguientes cambios en el ejercicio del poder. Todo el siglo XIX español es una continua evolución de ideas y cambios sociales, que configurarán un nuevo país, con un Estado en revolución intermitente.
Galería de algunos personajes significativos del siglo XIX español
En las páginas siguientes recojo los hechos que considero más relevantes de la centuria, procurando no extenderme, (intención difícil de cumplir).

Lo que ocurre en un momento determinado de la historia viene determinado por sucesos y decisiones anteriores, a veces herederas de pasadas décadas. Empezaré este ejercicio por el año de la Revolución francesa, un hecho fundamental para el cambio de mentalidad de la sociedad, que rompió tabúes hasta entonces intocables, iniciando una nueva era en un agitado siglo XIX.

1789
El 14 de julio el pueblo de Paris asalta la fortaleza de la Bastilla, dando comienzo la Revolución Francesa. El 26 de agosto, la Asamblea Nacional Constituyente, promulga la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, recogiendo los principios de la soberanía nacional, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la libertad y la separación de poderes, entre otros. El texto, con 17 artículos, se inspiraba en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.



Toma de la Bastilla
Pintura de Jean Pierre Houel
Source gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale de France


1792
En noviembre, el guardia de Corps, Manuel Godoy con tan sólo 25 años y protegido de la reina María Luisa de Parma, sustituye como secretario del Consejo de Estado (equivalente a primer ministro), al conde de Aranda que, a su vez había relevado al experimentado conde de Floridablanca.

El nombramiento de Godoy, ascendido a teniente general sin haber participado en ningún conflicto, sorprendió a los estamentos del poder y nobleza, desconcertados por la manera en que había accedido al más alto cargo  gubernamental, alguien sin experiencia en tareas de gobierno, y extraño a las clases dominantes, encumbrado por la imposición de la reina consorte,  con la complacencia del rey Carlos IV, dedicado a sus cacerías y manualidades. 

Poner al frente de la nación a una persona sin experiencia en tareas de gobierno, y sin la erudición y capacidad necesarias, traería funestas consecuencias inmediatas, y más aún, considerando la convulsa situación provocada por la Revolución Francesa.  

Desconcertados y temerosos de que las ideas revolucionarias francesas llegasen a las masas populares, los gobiernos de esta época, y especialmente el del conde de Floridablanca, se apoyarán en la Inquisición, para censurar las publicaciones sospechosas de alentar la ideología revolucionaria, y para controlar a los viajeros procedentes de Francia.

1793
El general Antonio Ricardos (1727-1794)
Pintura de Francisco de Goya
Fuente: Museo Nacional del Prado
El 7 de marzo, la Convención francesa hace una primera declaración de guerra a España, en base a extrañas razones. La monarquía española había intentado salvar al monarca francés, derrochando enormes cantidades de dinero para sobornar a personajes franceses influyentes, pero el rápido desarrollo de los acontecimientos en Francia, con los exaltados jacobinos detentando el poder mediante el terror, derivó en la ejecución el 20 de enero de Luis XVI. El gobierno español osciló entre el deseo de intervenir junto con otras naciones o en mantener la neutralidad, como defendía el conde de Aranda, e incluso el joven Godoy. 

El conflicto, al que se le ha llamado, entre otros nombres, guerra de los Pirineos, empezó favorablemente para España, con la ocupación de gran parte del Rosellón, por las tropas al mando de general Antonio Ricardos, pero tras este comienzo favorable que no se supo gestionar, en 1794, los franceses tomaron la iniciativa ocupando varias poblaciones españolas, y llevando el conflicto a una situación  de estancamiento, que forzó el tratado de paz que se firmará en Basilea en 1796, regresando a las fronteras previas al conflicto.

Como parte del acuerdo de paz, y a cambio de las provincias vascas ocupadas, España cedió a Francia, la parte española de Santo Domingo. Un hecho más simbólico que real, por la situación de abandono de la isla.

Como recompensa al favorito Manuel Godoy, por llegar a los acuerdos de paz, tan favorables para España, Carlos IV le otorgó el título de Príncipe de la Paz, el título más apreciado por el advenedizo personaje. 

1796
En Francia manda el Directorio, que había sustituido a la Convención como forma de gobierno. España oscila entre apoyar a Inglaterra en su conflicto con Francia, o por lo contrario, firmar con esta última un tratado de ayuda mutua. Finalmente, y en base a las acciones poco amistosas que Gran Bretaña y sus corsarios, habían estado realizando durante años contra los intereses españoles en América, y en las propias costas peninsulares, así como por el ensueño de Carlos IV en poder restituir la monarquía francesa, se pacta con Francia un tratado de alianza ofensiva y defensiva, que es ratificado en La Granja de San Ildefonso el 18 de agosto. El tratado únicamente recogía el apoyo español a los franceses en su conflicto contra Inglaterra, manteniendo la neutralidad respecto al resto de países en guerra. Lo cierto es que Francia necesitaba de la fuerza naval española para contrarrestar el dominio inglés del Mediterráneo, y que poca o nula rentabilidad iba a obtener España de esta alianza, supeditada a los intereses del vecino francés.
Vista del Palacio de La Granja de San Ildefonso
1852-1858 Acuarela de Martín Rico y Ortega
Fuente: Museo Nacional del Prado 
Con fecha 7 de octubre se publica el llamado Manifiesto contra la Inglaterra, que realmente era una declaración de guerra de España.

1797
El 14 de febrero, la flota naval española compuesta por 25 navíos, procedentes de las costas mediterráneas, es atacada en las proximidades del cabo de San Vicente, por una flota inglesa de 15 barcos al mando del almirante Jervis. La escuadra española del Mediterráneo estaba al mando de D. José de Córdova y Ramos, que había sustituido precipitadamente al hasta entonces comandante de la flota D. José de Mazarredo, cesado y trasladado a El Ferrol, por poner de manifiesto en sus informes, el mal estado de los buques, y la urgente necesidad de adoptar medidas para la reparación y renovación de la flota.

Fuese por el mal estado de los buques, la desafortunada toma de decisiones de D. José de Córdova, la mejor preparación y disposición de los marinos y navíos ingleses, o todo junto, el caso es que al terminar el día y cesar los combates, la marina inglesa había apresado cuatro de los mejores barcos españoles, y había desarbolado al Santísima Trinidad, la nave capitana, considerado el navío de combate más grande de Europa, con 130 cañones. En los días siguientes no se retomó el combate, pese a que la escuadra española disponía de efectivos suficientes, según los ingleses. Algunos historiadores consideran que el resultado del combate fue mucho más calamitoso para España, que la derrota de Trafalgar.

Combate del cabo de San Vicente, el navío Pelayo acude
en auxilio del navío Santísima Trinidad.

Pintura de Antonio de Brugada. 1858.
Fuente: Museo Naval. España

Como consecuencia, D. José de Córdova, fue degradado y cesado del servicio. Por contra, D. José de Mazarredo fue restituido y nombrado comandante en jefe de todas las fuerzas navales y destinado a Cádiz. En esta ciudad pudo España desquitarse en parte de la derrota de San Vicente, al repeler los ataques de la escuadra inglesa al mando del comodoro Nelson, entre los días 3 y 10 de julio.

En el marco del conflicto, Inglaterra consiguió su correspondiente botín, al apoderarse de la isla de Trinidad, con lo que obtenía una base estratégica para seguir pirateando y causar perjuicios al comercio naval hispano. Un intento parecido para tomar Puerto Rico, se convirtió en un rotundo fracaso para los ingleses con la pérdida de numerosos hombres y armas.

De nuevo, el 24 de julio, la armada inglesa al mando de Nelson y tras su fracaso en la toma de Cádiz, intenta conquistar Santa Cruz de Tenerife, fracasando en el intento y capitulando. En la lucha Nelson sufre la pérdida de un brazo. El general de la plaza D. Antonio Gutiérrez, siguiendo los acuerdos de la capitulación, proporcionó los medios para la curación de los ingleses, así como el avituallamiento de los barcos británicos para poder zarpar de Canarias.

1798
La labor de desgaste del embajador francés, así como algunos desacuerdos con el monarca y la excesiva exposición en la acción de gobierno, provocan la inesperada dimisión del primer secretario de estado, Manuel Godoy, el 28 de marzo.

Será sustituido primero por el ministro de Hacienda, Francisco Saavedra y casi de inmediato por Mariano Luis de Urquijo, que no contaba con la aprobación de la jerarquía eclesiástica, y que tendrá un destacado protagonismo en los siguientes años.

El 10 de noviembre, una escuadra inglesa procedente de Gibraltar se hace con el control de la isla de Menorca.
El paseo de las Delicias
1884-1885 Francisco Bayeu y Subías
Boceto preparatorio para tapiz
Fuente: Museo Nacional del Prado
La figura de Manuel Godoy ha sido objeto de todo tipo de críticas y ataques, influenciados casi siempre por la manera en que accedió al cargo y su carrera fulgurante. Pero más allá de los pocos aciertos y muchos fracasos en su actuación política, en una época de grandes convulsiones, es justo reconocer durante sus mandatos, avances en el orden intelectual, educativo, científico y en la enseñanza, así como la protección de oficios, y la introducción de innovaciones en sectores productivos y en la fabricación de manufacturas.      

Melchor Gaspar de Jovellanos
Cuadro de Francisco de Goya
Fuente: Museo del Prado
Uno de los nombramientos de Godoy, antes de su cese, fue el jurista Gaspar Melchor de Jovellanos como titular del ministerio de Gracia y J
usticia, quien se propuso reformar los estudios universitarios y acabar con la arbitrariedad de los procesos de la Inquisición. Por desgracia, Jovellanos, fue relevado del cargo en agosto y enviado de regreso a Asturias. Con posterioridad se culpará a Godoy del destierro y prisión en Baleares del intelectual asturiano, acusación que el Príncipe de la Paz negará en sus memorias.
         
En el aspecto económico, continuaba la situación del déficit crónico del Estado, con gastos que superaban en mucho a los ingresos y que los continuos conflictos bélicos no ayudaban a minorar. Los ministros de Hacienda de turno trataban de evitar la bancarrota, con la emisión de empréstitos y creación de nuevas tasas e impuestos.

Nuevos progresos en medicina y la demostrada eficacia de las vacunas contra la viruela, propiciarán una Orden a favor de que se procediera a vacunar a la población, durante el mes de diciembre, para prevenir la endémica enfermedad.

1799
La alianza de la monarquía española con la república francesa, provoca que el zar de Rusia Pablo I, declare la guerra a España el 15 de julio. Afortunadamente, las derrotas sufridas por las tropas rusas en Holanda, Alemania y Suiza, a manos de los generales franceses, supondrán un paraguas para el conflicto bélico con los rusos, que no llegaron a intervenir en el territorio español.  


Bibliografía (Autor/es. Título del libro. Edición. Lugar de publicación: Editorial; año).

--   - Javier Tusell; Rafael Sánchez Montero. Historia de España. El Siglo XIX. De la Guerra de la Independencia a la Revolución de 1868. Tomo XII. Edición para Biblioteca El Mundo.  Pozuelo de Alarcón (Madrid), Editorial Espasa Calpe, 2004.

- Francisco Pi y Margall, Francisco Pi y Arsuaga. Historia de España en el siglo XIX. Barcelona. Miguel Seguí-Editor. 1902.

 - Andrés Muriel. Memorial Histórico Español. Tomos XXIX-XXXIV. Real Academia de la Historia.  Historia de Carlos IV. Varios tomos. Madrid. Est. Tip. Vda. e Hijos de Manuel Tello, 1894.

     - José Gómez de Arteche. Historia General de España. Reinado de Carlos IV. Tomo II. Madrid. El Progreso Editorial, 1892.

-     - Modesto Lafuente; Juan Valera. Historia General de España. Desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII. Tomos XV y XVI. Barcelona. Montaner y Simón Editores, 1889.

-    - Jose María Queipo de Llano, conde Toreno. Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Biblioteca de autores españoles. Tomo LXIV de la colección. Madrid. M.Rivadeneyra-Impresor-Editor, 1872.

      - Antonio Alcalá Galiano. Historia del levantamiento, revolución y guerra civil de España. Tomo I. Madrid. Librería de D. Leocadio López, 1861.

 - Memorias de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz. Tomos I-III. París. Librería Americana de Lecointe y Laserre. 1839.