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domingo, marzo 23, 2025

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Los terremotos de Andalucía de 1884-1885

El día 25 de la Navidad de 1884, ya de noche, se produjo un fuerte terremoto en la zona centro-sur de Andalucía, que afectó principalmente a las provincias de Granada y Málaga. El movimiento sísmico se dejó sentir en tres cuartas partes de la península, y provocó daños en otras provincias y Portugal. 

Al fuerte temblor inicial, siguieron muchos más en los días siguientes, algunos con intensidad V y VI. Coincidió la catástrofe con un clima invernal, frío y lluvioso, que perjudicó las ya de por sí precarias comunicaciones, y al acceso a los numerosos núcleos de población afectados. La catástrofe provocada por los terremotos, se unía a otras desgracias acaecidas en el año, como las inundaciones por las riadas en Valencia, en marzo, o el brote de cólera de 1884, que se extendió por el país en 1885, provocando enorme mortandad.  

Arenas del Rey (Granada) vista desde las eras (1885)
La población quedó en ruinas y fue reconstruida en un nuevo asentamiento
Retoques: eliminación manchas, aclarado, color digitalizado
Fuente: Informe sobre los terremotos ocurridos en el Sud de España.
Domingo de Orueta y Duarte (1862-1926)

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El incendio del transatlántico Vittoria en Alicante

El 11 de enero de 1899, el transatlántico italiano Vittoria, se ve obligado a fondear en la rada del puerto de Alicante, obligado por el incendio detectado de madrugada, a la altura de las costas del cabo San Antonio.

Afortunadamente, el incendio no causó víctimas humanas, y sólo hubo que lamentar pérdidas materiales. Tras cinco días en la ciudad, los pasajeros fueron reembarcados en otro navío de la compañía naviera, con destino a Buenos aires. Los restos del barco, varado frente a la playa del Postiguet, pudieron ser remolcados semanas más tarde.

Ilustración de Achille Beltrame (1871-1945) para la portada de 
La Domenica del Corriere de 20 de enero de 1899

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Tras la guerra de los españoles contra Napoleón, España, que hasta entonces había quedado relegada en las rutas viajeras, se puso de moda en Europa.

Los relatos de los soldados ingleses, franceses y demás paises involucrados en el conflicto, que de vuelta a sus hogares, contaban las impresiones y experiencias vividas, despertaron la curiosidad de sus compatriotas, y los forasteros, trotamundos, aventureros y espíritus inquietos del continente comenzaron a llegar.
Interior de una posada, Segovia
Litografía y dibujo base de John F. Lewis 
Sketches of Spain & Spanish Character (1833-1834)
John F. Lewis (1804-1876)
Fuente: Biblioteca del Banco de España

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Releyendo la historia de España, abruma la lectura de los acontecimientos que acaecieron en nuestro país durante el siglo XIX, guerras y conflictos bélicos, insurrecciones populares y pronunciamientos militares, dimisiones de mandatarios y cambios de gobierno, clausura de las Cortes e innumerables convocatorias electorales, cambios de Constitución, regímenes varios y distintas Jefaturas del Estado, etc., etc.

Aunque en España no hubo una revolución como la francesa, su ideología, la ocupación napoleónica y la guerra de Independencia, con la formación de las autónomas Juntas de Gobierno territoriales, constituyeron el germen de lo que sobrevendría después, con la incorporación del ideario revolucionario en una parte de la sociedad, y los subsiguientes cambios en el ejercicio del poder. Todo el siglo XIX español es una continua evolución de ideas y cambios sociales, que configurarán un nuevo país, con un estado en revolución intermitente.
Galería de algunos personajes significativos del siglo XIX español

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A finales del mes de enero de 2021 fallecía en Benidorm Solveig Nordström, una arqueóloga sueca que con su determinación y celo profesional consiguió paralizar un irreparable acto vandálico, que la euforia constructora de los años 60 iba a perpetrar, arrasando las ruinas ibero-romanas de Lucentum, la ciudad antecesora de la actual Alicante.

Con la curiosidad de conocer más detalles sobre la personalidad de Sol, (como gustaba que la llamaran), empecé a buscar en la Red datos e información adicionales, sin que en ningún caso pudiera confirmar la fecha, no ya exacta, sino del año, en que tuvo lugar la acción de la arqueóloga.










Ruinas de Lucentum, Alicante
Foto Gom 2021




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En este año "raro, raro", de 2020, se ha cumplido el centenario de la muerte del escritor Benito Pérez Galdós. Esta entrada, no trata de su extensa obra e interesante biografía, sino en un hecho puntual que tuvo lugar en la segunda mitad de 1918, y que me sirve para recordar la figura del prolífico autor.

Durante la Primera Guerra Mundial, 1914-1918, en España se formaron dos bloques de partidarios de uno u otro bando de combatientes, y la prensa española, fue parte significativa de esta dualidad, ya que servía de portavoz de unos u otros. Buena parte de los periódicos perdieron su "independencia", entre otras razones porque eran financiados o bien por dineros de los aliados o de los germánicos. Ambas corrientes de opinión coexistieron durante todo el conflicto, y dieron lugar a réplicas y contra réplicas de unos y otros, que se trasladaban a las tertulias y discusiones de los ciudadanos.

Retrato de Galdós cuando tenía 51 años
Cuadro de Sorolla pintado en 1894.
 Casa-Museo Pérez Galdós. Las Palmas de Gran Canaria

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lunes, mayo 18, 2020

El robo del Tesoro del Delfín en el Museo del Prado

Buscando información en la prensa de la época sobre la epidemia de 1918, me encuentro con la noticia de que en septiembre de ese año se había descubierto un robo en el museo del Prado. El objeto del delito habían sido piezas de orfebrería de una muestra conocida como "El Tesoro del Delfín". Entrando en la web del museo para saber más de la colección, me entero de que había sido restaurada recientemente y que se había creado un nuevo espacio expositivo, que esperaban inaugurar en junio de este extraño año 2020. Casualidades.

A primeras horas de la tarde del 20 de septiembre de 1918, el pintor y subdirector del Museo Nacional de Pinturas, (Museo del Prado), D. José Garnelo, se personaba en el Juzgado de guardia, para poner una denuncia por el robo de piezas de una colección expuesta en una de las salas.

Las piezas robadas se exhibían en vitrinas y correspondían al conocido como "El Tesoro del Delfín", una variada colección de artísticos objetos que habían pertenecido al Gran Delfín de Francia, Luis (1661/1711) heredero a la corona francesa. Al fallecer antes de acceder al trono, una parte de la colección la heredó su hijo Felipe V (1683/1746), el primer rey Borbón de España. Tras pasar por algunas vicisitudes e incidentes, las piezas acabaron exponiéndose en el Museo del Prado en 1839. 

Piezas perteneciente al Tesoro del Delfín
Imagen tomada de la web del Museo Nacional del Prado
,
https://www.museodelprado.es/

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martes, abril 14, 2020

La pandemia de gripe de 1918

A raíz de la pandemia del coronavirus que estamos padeciendo desde febrero de 2020, me dio por conocer detalles sobre la anterior gran epidemia sufrida en 1918, y sobre la cual los medios informativos actuales ofrecen algunas reseñas y comparativas. Leyendo la prensa de la época, pude constatar que actitudes, situaciones y circunstancias vividas en la actualidad, con la emergencia del Covid-19, ya se dieron hace 102 años.

La epidemia de 1918 fue devastadora y si comparamos las cifras de fallecidos en los años 1917, 1918, y 1919 procedentes de los registros de población publicados en los anuarios oficiales, el número de víctimas en España superó largamente las 200.000 personas, tal como refleja la diferencia de fallecidos entre el año 1918 y su precedente, 1917, y el siguiente año, 1919 


Fuente: Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística. Anuario 1919

Desde mediados de mayo y durante el mes de junio de 1918, ya se habían producido en España numerosos casos de enfermos de gripe, aunque los médicos de la época tardaron en identificarla plenamente como epidemia gripal. Ésta se desarrolló sin excesiva mortalidad y acabado el episodio de infectados, pasó a considerarse como uno más de los habituales brotes estacionales. No es hasta finales de la primera semana de septiembre de 1918, cuando empiezan a publicarse en la prensa, reseñas sobre el aumento de enfermos graves en numerosos lugares de la geografía española, por lo que es de suponer que el nuevo brote epidémico ya debía estar activo a finales de agosto.

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lunes, junio 17, 2019

Los prisioneros franceses de la isla de Cabrera

Desde siempre he tenido fijación por las islas, pero mi interés por visitar la isla de Cabrera aumentó a raíz de leer hace años, en una revista de divulgación, un trabajo sobre la reclusión de varios miles de prisioneros franceses en la menor de las Baleares.

Por fin, en el verano de 2014, pude cumplir mi deseo de visitar la isla, que no solo no me defraudó, sino que me dejó una magnífica impresión y con ganas de volver. (Ver: Excursión a la isla de Cabrera)

Portadas libros Francia prisioneros Cabrera
Portadas de varios libros publicados en Francia sobre los cautivos de Cabrera
Fuentes: BNE, Gallica, Google Books, Internet Archive

De la estancia en Cabrera de los miles de prisioneros del ejército napoleónico, apenas quedan vestigios, y los restos existentes son testimoniales, incluyendo el sencillo monolito que en 1847 se levantó en su memoria.

Sobre el cautiverio de las tropas francesas existen numerosos trabajos en forma de artículos, libros y ensayos, además de gran cantidad de blogs y webs. Este post se alimenta de la lectura de varias fuentes documentales españolas, y en los libros publicados en Francia sobre el tema y que fueron escritos por ex prisioneros o escritores que manifestaron basarse en las propias vivencias o en los relatos y memorias de los cautivos.

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miércoles, enero 27, 2016

Entre las escasas muestras destacadas de arquitectura civil en la ciudad de Alicante, sobresale la Casa Carbonell, un edificio de tipo modernista ubicado en una zona privilegiada frente al mar, y con el paseo de la Explanada como referencia de ubicación.
Edificio de Alicante conocido como la Casa Carbonell (Foto Gom)

Frente a la creencia popular de que su construcción se debió a una decisión tomada como revancha, por la afrenta que su propietario recibió del vecino hotel Palace, donde pretendía alojarse, y donde no le admitieron por su aspecto rural, lo cierto es que D. Enrique Carbonell Antolí tenía poco de campesino, ya que se trataba de un rico y emprendedor industrial de Alcoy, con una única hija a la que por su salud se le recomendó vivir junto al mar. Enrique Carbonell hizo realidad el consejo médico construyendo un magnífico edificio frente al puerto de Alicante.


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sábado, marzo 27, 2014

ÉMILE BÉGIN: 1. DESDE LA FRONTERA HASTA VITORIA

Buscando en la red imágenes de otros tiempos, he encontrado en algunos antiguos libros de viajes una valiosa e importante fuente de datos y documentación gráfica.

Uno de los libros de viajes más interesantes que descubrí, fue el publicado en 1852 por el médico, oficial de sanidad e historiador francés, Émile Auguste Bégin (1802-1888), quien recorrió la Península Ibérica en 1850, reflejando sus impresiones y anécdotas en el libro "Voyage pittoresque en Espagne, et en Portugal", y que contiene unas magníficas ilustraciones de los MM. Rouargue Frères, grabadores y pintores de gran prestigio. Pasajes enteros de este libro, fueron reproducidos en 1874 por el barón Charles Davillier en su célebre libro "L'Espagne", que contenía numerosos grabados de Gustave Doré.
Diligencia cruzando el coll de Balaguer (Tarragona) (aprox. 1848)
Ni que decir tiene que los grabados de los hermanos Rouargue, ejecutados sobre planchas de acero, se encuentran reproducidos en infinidad de sitios, y que existen numerosas copias y reproducciones en colecciones de museos y galerías, por lo que junto con la inserción de las ilustraciones, aprovecho para añadir algunos comentarios sobre el itinerario seguido por Émile Bégin, e incluir la traducción de algunos párrafos de su libro.

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sábado, marzo 23, 2013
 El naufragio del "Sirio"

En el verano del 2012 visitamos uno de los faros más emblemáticos de las costas españolas, el Cabo de Palos, en la provincia de Murcia, próximo a Cartagena a cuyo municipio pertenece la pequeña y turística población que lleva el mismo nombre.
Vista del Faro de Cabo de Palos (Foto Gom 8/12)

 Para llegar hasta la meseta donde se asienta el faro, situado en lo alto de una elevación del terreno junto a la costa, se puede subir a pie por unas escaleras por las que se ataja en el ascenso o bien por un vial asfaltado. En la explanada que existe frente al faro, y junto a una antena marítima que afea el entorno (la he eliminado de la vista), existe una placa fijada sobre una roca en la que junto con la reproducción de un par de fotos, leemos:
 «A la Memoria de Vicente Buigues, las víctimas del Naufragio del Sirio y los pescadores del Cabo de Palos. Bajo de Fuera - Islas Hormigas. 4 de agosto de 1906»

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viernes, marzo 2, 2012

Por cuestiones de trabajo he estado viajando a Palma regularmente en los últimos dos años. Hasta la hora de la "reunitis" de turno, esperábamos en una de las cafeterías ubicadas en una placeta de la calle Cecili Metel, frente a la delegación de Hacienda.

Placa en memoria de las víctimas de la explosión ubicada
frente a la Delegación de Hacienda de Palma.
Una esquina de esta placeta está ocupada por una pequeña construcción a modo de frontis que enmarca una placa con la siguiente inscripción:

"En memoria de las víctimas de la explosión del Polvorín del Revellín de San Fernando.
25 Noviembre 1895. El Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad dedica esta lápida.
25 Noviembre 1934"

Lo cierto es que tardé bastante tiempo en darme cuenta de que lo que yo consideraba una fuente en desuso, era en realidad un pequeño monumento dedicado a las víctimas de una explosión, e impulsado por la curiosidad empecé a informarme sobre lo que acaeció aquél 25 de noviembre de 1895.

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domingo, abril 25, 2010
Los Corsarios de Ibiza

Al desembarcar en Ibiza (la Vila) y salir del recinto del puerto, nos encontramos con una especie de obelisco de reducidas dimensiones al que con las prisas de la llegada no se le presta demasiada atención. Es en el viaje de regreso y mientras esperas embarcar, cuando observas con más detenimiento al  curioso monumento situado justo enfrente de la pequeña estación marítima.
(*Desde el 1 de julio de 2013, la antigua estación marítima ha quedado inactiva, pasando al nuevo muelle de Botafoc).

Se trata del monumento a los corsarios de Ibiza, al parecer, el único erigido a nivel mundial en homenaje a tan singulares trabajadores de lo ajeno (con permisos reales).

La idea de erigir un monumento a los corsarios ibicencos, surgió del sacerdote y escritor Isidoro Macabich, quién ante el cumplimiento en 1906 del centenario de uno de los hechos más significativos de la historia de Ibiza, la captura del barco corsario inglés "Felicity", publicó el 2 de junio de 1905 en el "Diario de Ibiza" una carta titulada "Una fecha y un proyecto" proponiendo  construir un monumento en conmemoración de la hazaña, idea que recibió la aceptación de los isleños, creándose una comisión para ocuparse del asunto y abriéndose una suscripción popular para sufragar los costes.

Ibiza: Monumento a los corsarios 

Tras la entusiasta colocación de la primera piedra en Julio de 1906, el proyecto quedó paralizado hasta que a finales de 1913, se da nuevo impulso a la propuesta,.
El periódico, "El Siglo Futuro", publicaba en su número de 5/12/1913 lo siguiente:
"Por la Alcaldía de Ibiza se han cursado invitaciones a todos los buques, Centros y dependencias de Marina de guerra y personal de la misma, para contribuir a la suscripción que en aquélla capital se ha abierto a fin de recaudar fondos con destino al monumento que se piensa levantar para honrar la memoria de los antepasados que lucharon heroícamente para limpiar nuestras costas mediterráneas de buques corsarios.
La suscripción terminará el día 1º del próximo año" 

 

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viernes, febrero 12, 2010
El incidente Virginius

En la primera semana de noviembre de 1873, se publica en la prensa española  unas breves noticias procedentes de Cuba que, aunque preocupantes, no mostraban toda la gravedad que más tarde llegarían a tener.
El periódico "La Correspondencia" en su número de 6/11/1873 publicaba con algun dato erróneo sobre la filiación de los detenidos,  lo siguiente:
En el ministerio de la Guerra se ha recibido el siguiente despacho de La Habana, que, como verán nuestros lectores, tiene bastante importancia:
"El Vapor Tornado apresó al pirata Viginius a una legua de las costas de Jamaica, haciendo prisioneros a Bembeta, Hernando, Céspedes (hijo de Quesada), Jesús del Sol y otros 165, algunos de importancia. Caballos, armas y víveres del Virginius eran arrojados al agua durante la persecución. Serán juzgados y cumplida la ley. Doy al hecho verdadera importancia.-Jovellar."
La verdadera filiación de los jefes de la expedición se aclarará en días sucesivos (Bembeta,  Pedro Céspedes, Washington O'Ryan y  Jesús del  Sol), junto con el verdadero alcance de la noticia , y  el mismo periódico confirma en una gacetilla publicada el 11/11/1873, el rumor procedente de noticias de la prensa extranjera y no corroboradas por el Gobierno, de que el  general Jovellar, recién incorporado al mando del ejécito en Cuba, había  ordenado juzgar sumariamente  a los capturados del Virginius, siendo fusilados los jefes de la expedición, y parte de la tripulación e insurgentes que transportaba el buque:
"Los jefes de la insurrección cubana cogidos en el vapor Virginius, fueron ajusticiados el día 4 de noviembre. El general Jovellar tomó posesión de la capitanía general de Cuba el día 5 de dicho mes."
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 El Virginius perseguido por el Tornado
Fuente: John Gilmary Shea, The Story of a Great Nation (New York: Gay Brothers & Company, 1886).



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sábado, enero 2, 2010
El terremoto del Bajo Segura de 1829

El sábado, 21 de marzo de 1829 y tras varios periodos anteriores con temblores de tierra,  tiene lugar un terrible terremoto que abarca lo que hoy conocemos como Vega Baja del Segura y que  ha sido conocido como el terremoto de Torrevieja, o de Orihuela, o de Guardamar,  etc. en función de las localidades afectadas. Dados los limitados medios de comunicación de la época y la censura imperante impuesta durante el reinado de Fernando VII, las primeras noticias sobre el terremoto y sus efectos,  se publican varios días después de producido el suceso, así El Correo literario y  mercantil, en su número 112 del lunes 30 de marzo, hace un primer relato de los hechos en base al testimonio de cartas de testigos y la Gaceta de Madrid de 31 de marzo de 1829, diez días después del terrible suceso,  publica la noticia junto con un primer balance de los daños causados.











   Ilustración del libro titulado "Los terremotos de
  Orihuela o Henrique y Florentina: Historia Trágica",  obra del escritor Estanislao de Kotska Vayo y Lamarca (1804-1864)
El libro, publicado en Valencia el mismo año del suceso , es un ejemplo de oportunismo literario y contiene junto con la novela que da nombre al título, documentos relativos a la catástrofe.





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sábado, noviembre 28, 2009
El muerto resucitado de Plasencia

En octubre de 1886, la prensa de Madrid se hace eco de una noticia publicada en El Cantón Extremeño, un periódico editado en Plasencia provincia de Cáceres, a la que dedicaba todo el número y que recogía un suceso rodeado de intriga y misterio, bastante enrevesado, que se hizo muy popular y que dio mucho de qué hablar en años sucesivos y en el que el fondo fundamental de la cuestión, como tantas veces, estaba en el reparto y derechos de una herencia. Se trata del sorprendente caso del muerto resucitado, de Plasencia.

Hacia el mes de agosto de 1886 hace acto de presencia en la ciudad de Plasencia, un personaje procedente del manicomio de San Baudilio de Llobregat y en cuya cédula de identificación aparecía con el nombre de Eugenio Santa Olalla Palomar. Sin embargo, dice ser Eustaquio Campo Barrado, quien supuestamente había fallecido años antes en aquél centro catalán.

Vayamos a los antecedentes del caso.

Eustaquio Campo Barrado era hijo único de D. Rafael Eusebio García Campo y Ayala y de Doña Clotilde Barrado. La familia vivia en Plasencia y gozaba de una buena y respetable posición económica.














Casa de los Campo Barrado en Plasencia.
Dibujo de Juan Comba. La Ilustración Española y Americana (1888) 









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sábado, noviembre 14, 2009
El funicular del Tibidabo

El 29 de octubre de 1901 es inaugurado el funicular del Tibidabo de Barcelona, que se convierte en el primer medio de transporte de esas características instalado en España.

Un par de años antes, el 20 de febrero de 1899,  quedaba constituida una sociedad anónima con la denominación de "El Tibidabo" cuyo objeto era la adquisición, urbanización, explotación, edificación y enajenación de fincas en la montaña del mismo nombre, así como la construcción de un tranvía que llegara al pie del monte y de un ferrocarril funicular para alcanzar la cumbre.

Entre los promotores-fundadores de la nueva Sociedad se encontraban figuras destacadas de la época como el farmaceútico Salvador Andreu i Grau, (el creador de las pastillas contra la tos del Dr. Andreu);  el médico, empresario y político Ròmul Bosch i Alsina, (llegó a ser alcalde de Barcelona);  el empresario y constructor Romà Macayà i Gibert y los señores Teodor Roviralta, Manuel Arnús y Francesc Simón, entre otros.
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Obras del funicular del Tibidabo en 1901
  Foto de Juan Furnells. La Ilustración Española y Americana

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domingo, noviembre 8, 2009
El tren botijo

La denominación de "tren botijo", surge del lenguaje popular en el tercer cuarto del siglo XIX para referirse a los trenes utilizados mayoritariamente por las clases populares en los meses estivales, y que para combatir la sed y los rigores del calor, complementaban el equipaje con botijos que permitían mantener fresca el agua, durante los interminables trayectos de la época.

Su popularización se debe al redactor del diario La Correspondencia, Ramiro Mestre Martínez, quién a partir del verano de 1893 y durante todos lo años, hasta 1917, organizó viajes en tren hacia Alicante, dando lugar  a una sui géneris  "Orden Botijil", que proporcionaba vacaciones económicas a los socios.

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Viñeta que encabezaba el reportaje de Mestre Martínez
Fuente: La Correspondencia de España, 07/09/1893. BNE

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martes, octubre 27, 2009
Los matuteros

La andanzas de los llamados matuteros ocuparon numerosas páginas en la prensa de la segunda mitad del siglo XIX, que relataba un día sí y casi otro también, hechos y delitos que implicaban a tan numeroso gremio de delincuentes y cuya actividad salpicaba a autoridades, funcionarios, políticos y  gentes de toda condición.

Pero, ¿quienes eran los matuteros?

Se llama matutero al que practica el matute y el matute lo define la RAE como ,"Introducción de géneros en una población sin pagar el impuesto de consumos",  una especie de contrabandista urbano y en sentido más amplio aplicado al defraudador.

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domingo, octubre 4, 2009
El crimen de Cuenca

El‭ ‬8‭ ‬de marzo de‭ ‬1893,‭  ‬tuvo lugar‭ ‬en‭ ‬Albalate de las Nogueras,‭ ‬un pueblo de La Alcarria conquense,‭ ‬un sangriento crimen que conmocionó al país‭  ‬y que dio origen a un dicho o frase que ha perseguido a los naturales de Cuenca durante mucho tiempo,‭ ‬al referirse a ella como‭ “‬La provincia del crimen‭”‬ y que el tiempo y la sucesión de otros hechos tan graves y horribles como los que allí ocurrieron,‭ ‬han desvanecido.‭

La fama del crimen,‭ ‬que aún siendo truculento no era sino uno más de los sucesos que periódicamente se producían en España,‭ ‬se acrecentó por las circunstancias y‭ "‬anécdotas‭"‬ macabras que adornaron el drama y que‭ ‬le dieron el morbo‭ ‬suficiente para‭ ‬formar parte del repertorio‭ ‬de las‭ ‬exageradas y poco fidedignas, “Coplas de ciego‭”‬ de la época.

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Resto de post o artículos en la pestaña ENTRADAS





sábado, marzo 22, 2025

Cronología de la Historia: 1811-1. Y llegó lord Wellington (cap. 19).

 Ver cap. anterior

Al comenzar 1811, los ejércitos de Napoleón ocupaban la mayor parte de la Península, aunque sin afianzar su control sobre el territorio, donde la invasión se había convertido en una pesadilla que desgastaba, uno tras otro, a los generales del Imperio. Además de los archipiélagos, quedaban libres de tropas francesas Galicia y el sureste peninsular. La escasez de recursos no facilitaba la disposición de los gallegos para ayudar a otras zonas cercanas, como el principado de Asturias, donde se alternaban las ocupaciones de las poblaciones. En Cataluña, una vez que Tortosa había claudicado a principios de año, únicamente se mantenía Tarragona como principal ciudad sin ocupar por los invasores. Valencia, desembarazada del despótico gobernador Sureda, pronto sería objetivo del mariscal Suchet, cuyo ejército de Aragón gozaba del mejor concepto de Napoleón. Para mayor zozobra, al otro lado del Atlántico, las provincias americanas entraban en un periodo de levantamientos, aprovechando el vacío de poder efectivo en la metrópoli.

Vista de Tortosa desde las alturas de La Roqueta
Retoques: recorte lámina, limpieza, color digitalizado
Fuentes: Mémoires du maréchal Suchet.
Source gallica.bnf.fr/BnF

Pese a la decepción que produce el tener que reconocerlo, España seguía sin tener un personaje preparado y con ascendiente sobre la nación, capaz de dirigirla militarmente, con inteligencia y acierto. Tuvo que llegar sir Athur Wellesley (lord Wellington) * para adiestrar y preparar al descompuesto ejército portugués, reforzando las líneas de defensa portuguesas, y para estructurar, organizar e instruir, las dispersas fuerzas españolas, esquivando las intromisiones políticas de las variopintas juntas provinciales, planificando, junto con el interesado apoyo británico, las operaciones militares que acabarían, con la ocupación francesa en la Península.

* Arthur Wesley (más tarde cambiado a Wellesley), futuro duque de Wellington (1769-1852), fue el tercero de los hijos sobrevivientes de una familia aristocrática irlandesa.

Enero

Día 8. Pérdida del control por el Coll de Balaguer. Tras la caída de Tortosa, los franceses necesitaban consolidar su control sobre las Tierras del Ebro, y la navegación costera de la zona. Uno de los puntos estratégicos era el castillo de san Felipe, situado en el Coll de Balaguer. El paso, en el camino de Valencia, unía Tortosa con Tarragona, y había sido mejorado su trazado hacía pocos años, al tiempo que era reforzada la pequeña fortaleza y se la dotaba de una menguada guarnición, para proteger la comarca de bandidos y también, de piratas berberiscos. 

El Coll de Balaguer a principios del siglo XIX
Dibujo de François Ligier (1755-1803). Grabado de Olympe Neveu
Retoques: recorte imagen, color digitalizado
Fuentes: Voyage pittoresque et historique de l'Espagne
Alexandre de Laborde
Biblioteca Nacional de España
Los invasores pusieron al pequeño fortín en su punto de mira, y aunque el marqués de Campoverde, el nuevo jefe militar, encumbrado por la manipulación de la ciudadanía, mandó un destacamento de refuerzo, los franceses se anticiparon, y el 8 de enero, el general Habert intimó la rendición del castillo al gobernador Serra, quien pidió unos días para decidir. Los sitiadores respondieron atacando, asaltando las murallas, y provocando la rendición de la guarnición que fue hecha prisionera. 

Día 10. La Gazeta de la Regencia, publica el decreto aprobado por las Cortes con fecha 1 de enero, por el cual se pretendía impedir que Fernando VII tomase esposa, sin estar en posesión de libertad*.     

* El decreto era el resultado de la inquietud de los diputados, para contrarrestar los rumores y noticias, sobre el posible enlace de Fernando con una princesa de la familia de Napoleón, acrecentados con la publicación en el Moniteur de París, de un escrito del confinado, en el que hacía una petición en tal sentido al emperador.   

Día 15. Acción del Plá  y Figuerola. Conocedor el mariscal Macdonald, gobernador francés de Cataluña, de la desmoralización y subsiguiente agitación, que la caída de Tortosa había provocado entre las gentes de Tarragona, pensó dirigir su ejército a la conquista de la ciudad, pero la asunción del mando militar por el marqués de Campoverde, había sosegado los ánimos de los tarraconenses, y donde esperaba encontrar desorganización y anarquía, halló orden y cierta tranquilidad. Con los recursos escasos y hostigado por los somatenes, Macdonald determinó llegar hasta Lérida, para preparar el asedio de Tarragona, pero antes debía despejar el camino de fuerzas españolas.

No le saldría gratis la marcha, ya que, en el Plá de Valls, la vanguardia francesa fue atacada por la división del comandante Pedro Sarsfield, cuyas tropas arrinconaron a las fuerzas italianas del general Eugeni en los alrededores de Figuerola, ocasionándole numerosa bajas. Por su parte, el marqués de Campoverde, encargado de hostigar a la retaguardia francesa, y sorprender a los franceses entre dos fuegos, desistió de atacar y regresó a Tarragona. En la acción de Figuerola fue herido de muerte el general Eugeni, quien tras ser trasladado a Valls, falleció.
Vista de Lérida (principios del siglo XIX)
Dibujo original: François Liger (1755-18..)
Grabado por: François Dequevauviller (1745-1817)
Retoques: lámina recortada, color digitalizado (2025)
Fuentes: Voyage pittoresque et historique de l'Espagne (1806) 
Alexandre de Laborde (1774-1842)
Biblioteca Nacional de España 
De prisa y de noche, las tropas de Mcdonald consiguieron alcanzar Lérida, mientras que los militares españoles de Sarsfield quedaban en el Plá para posteriormente dirigirse a Cardona.  

Día 22. Rendición de Olivenza a los franceses. Napoleón había ordenado al mariscal Soult que ayudase a André Massena en la reconquista de Portugal. Pero antes de partir hacia el Alentejo portugués desde tierras andaluzas, Soult consideró que debía asegurar la retaguardia, tomando las plazas de Olivenza y Badajoz.

El asedio de la antigua ciudad portuguesa comenzó el día 11, y al día siguiente, los franceses ya construían trincheras en el lado Oeste. Tras el repentino fallecimiento del marqués de la Romana, mandaba el ejército de Extremadura, Gabriel de Mendizábal, quien envió un refuerzo de 3.000 soldados, que sirvieron para empeorar las provisiones de la ciudad, gobernada por el militar Manuel Herk. El día 20, los cañones atacantes rompieron el baluarte de San Pedro, abriendo brecha en el deficiente amurallamiento, y dos días después capitulaba Olivenza.          

Retrato del general Francisco Ballesteros
 Anónimo español, s. XIX - 1811
Retoques: recorte lámina, color digital
 Fuente: Biblioteca Nacional de España
 Spain - CC BY-NC-SA
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Día 25. Acción de Castillejos. El mariscal de campo Francisco Ballesteros, adscrito con su división al ejército de la isla de León en Cádiz, emprendía limitadas acciones bélicas contra los invasores, empleando estratagemas sorpresivas, que causaban bajas y desconcierto a los franceses. Una de estas acciones tuvo lugar en las cercanías de Villanueva de Castillejos (Huelva), donde las fuerzas de Ballesteros, posicionadas en paralelo en dos cerros, emparedaron a militares napoleónicos, causándoles numerosas bajas, para retirarse posteriormente con la oscuridad de la noche.       

Día 26. Comienza el sitio francés de Badajoz. Con una población de unos 12.000 habitantes, y una guarnición militar cercana a los 9.000 hombres, la ciudad pacense disponía de una situación defensiva aceptable, ayudada por la cercanía de los ríos Guadiana, Rivilla y Gévora. Era gobernador civil y militar, el mariscal de campo D. Rafael Menacho y Tutlló.

Uno de los primeros objetivos de Soult, fue cortar las comunicaciones con Portugal, de donde podían llegar refuerzos y víveres, cerrando el cerco a la ciudad. Los franceses posicionaron hasta cinco baterías de cañones y obuses, en lugares que alcanzaban los puntos estratégicos de las defensas, al tiempo que construían trincheras protegidas. El 28 de enero comenzaron las hostilidades.

El día 1 de febrero, los atacantes intimaron sin éxito, la rendición de la plaza. Al día siguiente, el desbordamiento del río Rivilla, afectó a las trincheras y operaciones realizadas por los franceses, circunstancia que aprovecharon los sitiados para hacer una salida, y causar numerosas bajas entre los soldados enemigos.

Con una estratagema exitosa, el general Mendizábal logró entrar en Badajoz con el grueso de sus tropas, que agudizaron la escasez de alimentos, y alteraron las previsiones y preparativos del gobernador Menacho.  

Los sitiados intentaron anular las baterías de los franceses y entorpecer la construcción de trincheras, alcanzando el día 7 las posiciones de las baterías enemigas, aunque no consiguieron anularlas, al no llegar a tiempo los clavos para anular los fogones de los cañones. Los franceses recuperaron la posición de las piezas, y causaron cuantiosas bajas entre las tropas que se replegaban. 

El día 9, el general Mendizábal, con parte de sus hombres sale de Badajoz, para situarse en la margen opuesta del Guadiana. Los enfermos y el personal no apto, también abandonan la ciudad, permitiendo optimizar los recursos disponibles, en previsión de un largo asedio francés.

Fuente: Biblioteca Nacional de España
Tras la derrota de las tropas de Mendizábal en la batalla del Gévora, ocurrida el día 19, Soult enviará una nueva propuesta de capitulación al general Menacho, que la rechazará. Los sitiadores, reforzarán las baterías, aumentarán y mejorarán las trincheras, y bombardearán sistemáticamente los baluartes y puntos estratégicos de la ciudad, al tiempo que los sitiados, intentarán reparar las brechas abiertas, y con algunas arriesgadas salidas, procurarán anular cañones enemigos y la construcción de trincheras.

El día 4 de marzo, una bala de cañón mata al general Menacho, sucediéndole el mariscal de campo, José Imaz, quien capitula el día 10, pese al criterio en contra de otros jefes.

El día 11 de marzo, los franceses ocuparon formalmente Badajoz, 7.135 hombres rindieron las armas, junto con 170 piezas artilleras, municiones y provisiones.

El prolongado asedio tuvo un efecto negativo sobre la expedición del general Massena en Portugal, ya que esperaba, los refuerzos de las tropas de Soult para avanzar en los objetivos que Napoleón le había encomendado. Al no poder avanzar ante las fortificaciones de Torres Vedras, y contar con escasas provisiones, a partir del día 4 se vio obligado a replegarse hacia España. Su periplo fue un cúmulo de desgracias, no solo para sus huestes, sino sobre todo para las poblaciones por donde pasaron las tropas en retirada.   

Febrero

Día 19. Batalla del Gévora. Al abandonar Badajoz el día 9, el general Mendizábal se había acantonado con el ejército en la margen derecha del Guadiana, apoyándose en el fuerte de San Cristóbal, procurando asegurar las comunicaciones con Portugal, de donde debían llegar refuerzos y suministros.

El mariscal Soult no podía permitirse alargar el sitio y decidió impulsar la toma de la ciudad, para lo cual el día 11, conquistó el fuerte de Pardaleras, que controlaba el camino de Elvas. Debía alejar al general Mendizábal de su posición, al que lord Wellington había aconsejado mantenerse a la defensiva, y fortalecer su posición hasta que pudiera enviar ayuda. Convencido Mendizábal de que con las crecidas de los ríos Guadiana y Gévora los franceses no podrían cruzar los vados existentes aguas arriba, no aseguró los pasos y tampoco impulsó los trabajos para la defensa de su campamento.

Al día siguiente, los primeros 1.500 soldados de Soult conseguían cruzar el Guadiana aguas arriba, por Montijo. Consolidado el terreno y dispuestas las baterías, el día 17 los franceses empezaron el bombardeo de las tropas de Mendizábal, quien contaba con unos 8.000 infantes y unos 1.200 caballos. Con la bajada de las crecidas de los ríos, el día 18 los franquearon el grueso de las tropas imperiales.
Vista de Badajoz (principios del siglo XIX)
Dibujo original: François Liger (1755-18..)
Aguafuerte de Jean Jeròme Baugean (1764-1819)
Grabado de François Dequevauviller (1745-1817)
Retoques: lámina recortada, color digitalizado (2025)
Fuentes: Voyage pittoresque et historique de l'Espagne (1806) 
Alexandre de Laborde (1774-1842)
Biblioteca Nacional de España
 
Amanece el día 19. Una espesa niebla cubre las zonas ribereñas, y los franceses ponen en práctica una estrategia militar de libro, con la que lograrán una contundente victoria. Tras franquear el río Guadiana, cruzaron el Gévora unos 6.000 soldados a pie y unos 3.000 caballos. La caballería de Latour-Maubourg trató de envolver la izquierda española, y por el lado opuesto la infantería del general Girard, consiguió atrapar en medio y casi desprevenido al ejército de Mendizábal. El general Mortier, bloqueó la salida de los españoles. Surgió la confusión y los jinetes de caballería hispano-lusa abandonaron la posición, pese a los esfuerzos por evitarlo de su jefe principal, Fernando Gómez de Butrón. Mendizábal consiguió formar dos cuadros con la infantería, que resistió un tiempo en la altura de la Atalaya, pero superadas por los atacantes franceses, las milicias españolas se dispersaron resultando muertos o heridos unos 800 hombres, otros 3.000 fueron hechos prisioneros, entre ellos el general Virues, y el resto escapó o se acogió a las plazas cercanas. Se perdieron armas, bagajes, municiones y víveres.

En la localidad portuguesa de Campo Maior se refugió Carlos de España con algunos soldados; en Elvas, Butrón con 800 hombres junto con Pablo Morillo. La batalla comenzada a las 8 de la mañana concluyó una hora después. Las bajas francesas no superaron los 400 hombres. La derrota supuso la caída en desgracia del general Mendizábal, quien para redimirse solicitó alistarse como soldado raso. 

Día 20. Las Cortes cierran las sesiones en la Isla de León, abandonando el Teatro Cómico, cuya limitación de espacio complicaba la función parlamentaria. 

Día 24. Las Cortes reanudan las sesiones en el Oratorio de San Felipe Neri, en la ciudad de Cádiz. 

Marzo

Día 5. Batalla de Chiclana (Cádiz). También conocida como batalla de la Barrosa o del cerro de la Cabeza del Puerco, tuvo varios episodios, que se desarrollaron entre los días 2 y 5 de marzo.

Plano de la batalla de Chiclana
Fuente: Atlas de la Guerra de Independencia. Gral. Arteche
Ministerio de Defensa

Tras la partida hacia Extremadura y Portugal del mariscal Soult, con un numeroso ejército de tropas acuarteladas en Andalucía occidental, la Regencia dio el visto bueno al plan concebido por la Dirección de Guerra, para emprender una operación estratégica de gran alcance, al objeto de obstaculizar y rebajar, el asedio que las fuerzas francesas del mariscal Víctor, ejercían sobre Cádiz.

El planteamiento de la acción, realizado con la participación del mando inglés, preveía el empleo de abundantes tropas. Al Cuarto Ejército, asentado en Cádiz se le uniría una división anglo-portuguesa. La confluencia de las distintas fuerzas sería en Tarifa, localidad bajo control español a la que llegarían por vía marítima.

Conformaban las tropas aliadas, tres divisiones: la de vanguardia, al mando de José de Lardizábal; la del centro encabezada por el príncipe de Anglona, Pedro de Alcántara, y la de reserva, o retaguardia, a las órdenes del general británico, Thomas Graham. El total de militares conjunto estaría en unos 14.700 soldados de infantería, y 1.300 jinetes. Unos 4.500 militares serían británicos. A este grueso de tropas había que añadir las estacionadas en la Isla del León, al mando de José Zayas, con unos 5.900 efectivos, más el acompañamiento de escopeteros voluntarios y paisanos armados. Como general en jefe figuraría el capitán general de Andalucía, Manuel de la Peña.

Los franceses tenían su acuartelamiento de mando en Medina Sidonia, y disponían unos 25.000 soldados de a pie, desplegados por el área gaditana, más unos 2.050 jinetes y 3.000 marinos.

Retrato de Thomas Graham
© The Trustees of the British Museum
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 (CC BY-NC-SA 4.0) licence
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Desarrollo:

28 de febrero, jueves. Las fuerzas conjuntas hispano-anglo-lusas inician la expedición, desde Tarifa, supuestamente camino de Medina Sidonia.

1 de marzo, viernes. Se suceden enfrentamientos menores y escaramuzas entre tropas aliadas y franceses.

2 de marzo, sábado. Los regimientos aliados, que han seguido la ruta más previsible por el interior, pernoctan en Casa Viejas (hoy Benalup-Casas Viejas). Barcos y cañoneras bombardean desde el mar las posiciones costeras francesas. En la isla del León, los hombres de José de Zayas, tienden un puente de barcas en el Caño de Sancti Petri, para facilitar el paso de refuerzos desde Cádiz, y el acceso de las tropas aliadas, cumplidos sus objetivos. 

3 de marzo, domingo. El combinado aliado reinicia la marcha, pero para sorpresa de todos, el general la Peña, cambia la dirección y toma el camino de la costa, previsiblemente libre de enemigos.

4 de marzo, lunes.  De madrugada, las tropas aliadas llegan a Vejer. Fuerzas francesas del general Villatte, atacan al amanecer y por sorpresa, la cabeza del puente de barcas de Sancti Petri, causando unas 600 bajas a los defensores, entre muertos, heridos y desaparecidos. La rápida intervención de las Compañías de Cazadores de Irlanda, consiguen neutralizar el ataque. Varias barcas del puente se retiran para inutilizar el paso.

5 de marzo, martes. Después de 14 horas de fatigosa marcha, el ejército hispano-anglo-portugués, llega sobre las 8 de la mañana, al cerro de Cabeza del Puerco, en cuya cercanías se encuentra una atalaya costera conocida como Torre Barrosa. Tras un breve descanso, la división de vanguardia del general Lardizábal, junto con otras fuerzas de la división del centro, prosiguen la marcha hacia el caño de Sancti Petri, mientras que en el cerro del Puerco permanecen la división de reserva de Graham, algunas tropas de la división del príncipe de Anglona, y el grueso de la caballería. 

El mariscal Victor había posicionado unos 10.000 hombres en la encrucijada de los caminos de Conil y Medina Sidonia. Una vez conocida la ruta que seguía el grueso de las tropas de la Peña, los franceses ocuparon los pinares de Chiclana, con la división del general François Ruffin a la izquierda, la del general Jean F. Leval ocuparía el centro de la formación, y la división del general Eugène Villatte se situaría a la derecha, cerrando la comunicación con la Isla del León.

Batalla de Chiclana, 5 marzo 1811
Cuadro de Louis-François Lejeune (1775-1848)
Palacio de Versalles

Combate de Torre Bermeja.- En el avance hacia Sancti Petri, cerca de la atalaya costera conocida como Torre Bermeja, las patrullas de la vanguardia española detectan la presencia de puestos enemigos, a los que se decide combatir. Los franceses despliegan cuatro batallones en línea obstaculizando el acceso al caño de Sancti Petri, por donde podían llegar refuerzos. Los españoles forman dos columnas de ataque y reservan una sección entre los pinares, en dirección al cerro de la Cabeza del Puerco.

Los combates comienzan sobre las 8,30 de la mañana del día 5, con resultado desfavorable para los españoles, por el habitual empuje inicial del ejército francés, al que consiguen detener el regimiento de Murcia y el batallón de Canarias, tras cruzar por el recompuesto puente de barcas, y  forzando la retirada de los franceses por el caño del Alcornocal. Son las 11 h de la mañana y como resultado del combate, se producen 337 bajas enemigas y 390 españolas. Para afianzar esta victoria, el general la Peña había ordenado a las fuerzas del general Graham estacionadas en el cerro de la Cabeza del Puerco, que se llegaran hasta la Torre Bermeja. En un principio, Graham acató la orden y se puso en camino, dejando en el cerro un batallón de élite al mando del teniente coronel Browne, acompañados por cinco batallones españoles. La caballería de Whittingham cubría el espacio entre el cerro y la costa.

Ilustración de los combates de Torre Barrosa
Dibujo de William Heart (1795-1840)
Fuente: The Martial Achievements of Great Britain and Her Allies
Biblioteca Nacional de España

Combate del cerro de la Cabeza del Puerco.- Con la aparente retirada del grueso de tropas del general Graham, el mariscal Víctor encontró la oportunidad de hacerse con el control del cerro e infligir graves daños a la retaguardia aliada. El éxito de la operación dependía de la rapidez del ataque, y evitar la llegada de refuerzos, por lo que procedió a actuar con las divisiones de infantería de Ruffin y Leval, junto con la caballería.

Al percatarse del gran número de fuerzas enemigas, las tropas aliadas que permanecían en el cerro, abandonaron la posición, que fue ocupada por los franceses.

A medio camino entre el cerro y Torre Bermeja, el general Graham era informado de la lucha por el control de la altura, y reafirmado en su convencimiento de la importancia estratégica de la misma, decidió dar la vuelta, para ayudar a los defensores. No informó al general la Peña de la nueva situación, al dar por hecho que al encontrarse en las cercanías, éste sería conocedor de los combates.

Graham encuentra a Browne en retirada, y le ordena que regrese para atacar a los franceses. Los 470 jinetes de élite atacarán a la división Ruffin, desplegada con 2.700 hombres y alguna pieza artillera, que al entrar el batallón de Browne en su campo de tiro, efectúan una tremenda descarga de disparos, que abaten a la mitad de mandos y soldados británicos. En la recomposición de sus fuerzas, seguirán sufriendo bajas, terminando por protegerse entre los árboles y otros abrigos.

Las tropas de Graham, con la columna Dilke en cabeza, entran en combate, avanzando lo más rápido posible, para acortar la distancia con la división de Ruffin, y atacándola con determinación por el ala izquierda, compuesta por el batallón de granaderos mandado por el general Rousseau. Simultáneamente las fuerzas del coronel Wheatley, las compañías portuguesas del teniente coronel Bath, y los regimientos 28º, 67º y 87º, atacan la división del general Leval. La artillería napoleónica, es respondida por las diez piezas británicas al mando del mayor Duncan, cuya participación fue inmediata a la primera acción de Browne. Las descargas de cañones aliados rompen las líneas francesas que no consiguen recomponerse.

Tras ventajas alternativas entre los dos bandos, el destacamento de Graham consigue que los franceses pierdan la posición, replegándose sin ser perseguidos. Las bajas por ambos bandos son enormes, 2.062 hombres por parte francesa, incluyendo prisioneros, y 1.238 por parte británica. El general francés Rousseau morirá en el campo de batalla y el general Ruffin, herido gravemente, fallecerá días después.

El mariscal Víctor recompondrá sus tropas, esperando la previsible acometida aliada, pero ésta no se producirá. El general Graham, quizás abrumado por el elevado número de bajas, y justificándose en la supuesta falta de apoyo por parte de la Peña, se retirará al atardecer hacia la Isla del León, y se negará a realizar acciones ofensivas.

Retrato de Manuel la Peña
Cuadro de Paula A. Herreros (1860-1932)
Copia de un cuadro de Pedro Girón
Fuente: Museo del Ejército

El general la Peña, cuyo grueso de tropas había permanecido inerte durante los combates*, no se atrevió a emprender ninguna acción posterior, y entró en Sancti Petri el día 7, con su ejército. La falta de coordinación conjunta entre la Peña y Graham, impidió una intervención de calado contra los ocupantes franceses, que podría haberles obligado a levantar el sitio de Cádiz, o al menos, a debilitarlos.

*Es revelador que, entre los numerosos mapas sobre los combates de Chiclana (españoles, ingleses o franceses) no aparezcan las tropas remanentes de Manuel de la Peña.

Los hechos dieron lugar a una fuerte controversia entre el general británico Graham, y el general la Peña, con escritos acusadores de una y otra parte, llegando a intervenir las Cortes y la Regencia para aplacar los ánimos. Deseando recompensar a Thomas Graham, reconociendo el sacrificio de su victoria, le fue concedida una grandeza de España, con el poco afortunado título de Duque del Cerro de la Cabeza de Puerco, al que sir Thomas Graham renunció.

Incapaces de compartir el mando de las tropas en Cádiz y la Isla, Manuel la Peña, fue relevado por el marqués de Coupigny, y el general Cook, sustituyó a Thomas Graham, que pasó a Portugal, bajo las órdenes de Wellington.   

El desarrollo de los combates y sus protagonistas están llenos de anécdotas y curiosidades (Ver: https://publicaciones.defensa.gob.es/media/downloadable/files/links/r/h/rhm_extra_1_2011.pdf)

Día 23. Acción de Auñón (Guadalajara). Puestos de común acuerdo el mariscal de campo Pedro Villacampa y el brigadier Juan Martín el Empecinado, decidieron emprender una acción conjunta para atacar a los franceses que controlaban los pasos sobre el río Tajo, en la zona de la Alcarria Baja, en los límites de las provincias de Cuenca y Guadalajara.

Puente de Auñón y desfiladero llamado "Entrepeñas del Tajo"
Grabado sobre dibujo del natural de Isidoro Salcedo y Echevarría
Retoques: recorte, color digitalizado
Fuente: La Ilustración Española y Americana (18880430)

El puente medieval de Auñón, que comunicaba con Sacedón, en el camino real que enlazaba Sigüenza con Cuenca, era el único que las tropas invasoras no habían destruido o inutilizado en la zona. Para reforzar el control del paso, los franceses estaban construyendo un pequeño fortín para la guarnición de unos 250-300 hombres.

En la mañana de día 23, fuerzas de la división del general Pedro Villacampa, sorprenden a la dotación francesa del puente, causándoles 198 bajas entre muertos y prisioneros, y obligando a los supervivientes a retirarse a la cercana villa de Auñón, en espera de refuerzos.

Villacampa aguardará para atacar, la llegada de fuerzas de la partida de El Empecinado, que se retrasan al tener que habilitar su paso por el derruido puente de Pareja. Finalmente, reunidas las tropas de ambos, acometen contra los franceses, parapetados en las casas e iglesia del pueblo. La lucha se prolongará hasta que una fuerte tormenta deja inutilizadas armas y municiones de los españoles, que además deben retirarse al conocer, la presencia, cerca de Sacedón, de tropas francesas de refuerzo procedentes de Tarancón, al mando del general Joseph L.S. Hugo, padre del escritor Víctor Hugo.   

Puente medieval de Auñón
Fuente:Google Earth
Como resultas de la acción, el puente de Auñón quedó bajo control de los españoles, los franceses se retirarían más tarde de Auñón, Sacedón y localidades limítrofes. La partida de Villacampa se asentó en Priego y la de Juan Martín en Valdeolivas. Entre los heridos de los combates en Auñón, estaba el comandante del destacamento francés, el coronel Louis Hugo, tío abuelo del novelista galo.

Día 25. Sir Arthur Wellesley, la iniciativa militar en España. Tras la llegada de refuerzos desde Gran Bretaña, sir Arthur Wellesley decide por fin, ampliar las operaciones en territorio español, para ello destinará unos 24.000 soldados a pie y unos 3.000 jinetes bajo el mando del general William Carr Beresford. Después de expulsar a los franceses de la ciudad portuguesa de Campo Maior, el ejército anglo-portugués entrará en territorio español.
Fuente: Campaigns of the British Army in Portugal

Día 28. Pérdidas de barcos en Cádíz por temporal. De madrugada, un fuerte vendaval de Levante, ocasionó la pérdida de unos 50 barcos mercantes, anclados en áreas no protegidas de la bahía gaditana, arruinando mercancías y ocasionando la pérdida de vidas humanas. Como resultas de la catástrofe, volverán las acusaciones contra el general Manuel de la Peña, al opinar las gentes que su inacción en los combates de Chiclana, impidió el levantamiento francés del asedio, alejando al enemigo de la bahía, donde podrían haber fondeado los mercantes, en puntos más protegidos.  

Día 31. Saqueo de Manresa. Napoleón había confiado al general Suchet la conquista de Tarragona, al tiempo que le confería el mando sobre la Cataluña meridional. Por su parte, el mariscal Macdonald, gobernador de Cataluña y acuartelado en Lérida, debía centrarse en Barcelona y su área de influencia. Para asegurar la marcha hasta la ciudad condal, Suchet había puesto un importante grueso de tropas al mando del general Harispe, para escoltar al gobernador.

El día 30, los franceses acamparon en las cercanías de Manresa. Escarmentados por anteriores visitas enemigas, la mayoría de los habitantes habían abandonado la población, mientras que los somatenes molestaban a los invasores. Con la ciudad prácticamente vacía, los militares galos, se dedicaron al pillaje y todo tipo de excesos, incendiando casas, fábricas  y edificios públicos, e ignorando el pacto existente de respetar a los heridos hospitalizados. De nuevo, la capital manresana, era objeto de destrucción y saqueos, y unas 700 casas quedaron en ruinas, además de fábricas y talleres. 

El episodio conmocionó a la ciudadanía, el marqués de Campoverde emitió un edicto en el que establecía el derecho de "represalia en toda su extensión", y los enfrentamientos se recrudecieron con ataques indiscriminados, en los que no se hacían prisioneros. Macdonald llegaría a Barcelona, con numerosos heridos y la pérdida de unos 1.000 hombres. 

Abril

Día 4. El ejército napoleónico se retira de Portugal. El mariscal André Massena, con el ejército imperial, entra en España procedente de Portugal, país al que Napoleón había encargado reconquistar. Las fuertes líneas de defensa de Torres Vedras, el continuo hostigamiento de partidas portuguesas, la vigilancia, contención y combates de las tropas anglo-lusas de Wellington, así como la dificultad para conseguir alimentos para las tropas, y la falta de los refuerzos que, el mariscal Soult debía proporcionarle desde Andalucía, habían hecho fracasar la expedición, y forzado a abandonar el país luso el 5 de marzo.

Massena frente a las defensas de Torres Vedras 
Ilustración de H.F.E. Philippoteaux (1815-1884)
Retoques: recorte lámina, color digitalizado
Fuente: A. Thiers, Histoire de l'Empire
Source gallica.bnf.fr/BnF

El accidentado camino que siguieron los franceses desde Portugal, quedó sembrado de destrucción y desmanes, provocados por unos soldados hambrientos, cansados y desesperados. De los cerca de 80.000 hombres que entraron en Portugal, y en un periodo de siete meses, salieron con vida unos 45.000 soldados. Los enfrentamientos armados, las enfermedades, las hambrunas y las deserciones, descompusieron un formidable ejército. 

Massena únicamente dejó en Portugal, una guarnición en la ciudad fortaleza de Almeida, cercana a la frontera española. Acampó durante unos días en las cercanías de Ciudad Rodrigo, para posteriormente distribuir las tropas entre Salamanca, Toro y Zamora.   

Días 10-11. Ocupación por sorpresa del castillo de Figueras (la Rovirada). Entre las numerosas acciones bélicas que transcurrieron en los más de seis años de ocupación napoleónica, una de las más singulares fue la toma de la fortaleza de Figueras. 

Los antecedentes de la acción empezaron en el mes de febrero de 1810, cuando los hermanos Ginés y Pedro Pou, visitaron al coronel Francesc Rovira i Sala*, que se encontraba convaleciente en la localidad de Perafita. Uno de los visitantes le informó que tenía un cuñado, Joan Marquès**, que trabajaba como ayudante del guarda-almacén del castillo de Figueras, y por ello conocía los pormenores del día a día de la guarnición, así como los puntos débiles de los franceses, planteando a Rovira la posibilidad de hacerse con el control de la fortaleza, para lo cual se harían con una copia de las llaves de una puerta de servicio, por donde podrían entrar.

*Francesc Rovira i Sala (1769-1820), fue un destacado comandante de las milicias catalanas durante la guerra de Independencia. Ordenado sacerdote hacia 1792, tras la invasión napoleónica y valiéndose de su liderazgo entre las gentes, encabezará un batallón de "miquelets", que intervinieron en numerosos hechos bélicos contra los franceses.

** Al rendirse la fortaleza en agosto, entre los prisioneros figuraba Joan Marquès. El mando francés ordenó su ejecución y la exposición del cadáver en los muros del fuerte.    

Retrato del brigadier Francesc Rovira i Sala
Pintura de Joan Rivera Formosa
Hacia 1814
Fuente: Museo del Prado
Pese a que la operación parecía factible, quedó paralizada en varias ocasiones, hasta que a principios de 1811, el marqués de Campoverde reactivó el plan, encargando al brigadier Juan Antonio Martínez Alcobendas, la puesta en marcha de la acción de acuerdo con Francesc Rovira, y poniéndole al mando de la División del Ampurdán, incluyendo el conocido como batallón de Expatriados, capitaneado por el clérigo-militar.

La acción, planificada con eficacia y cautela, tenía como hito fundamental, introducir de noche las tropas en el recinto amurallado, de manera rápida y sigilosa, sorprendiendo al enemigo durmiendo.

Tras una marcha de varios días de unos 50 km, realizada por caminos poco frecuentados y en horas propicias, las fuerzas patriotas, hicieron creer a los franceses que su intención era penetrar en Francia. Reunidos más de 1.000 hombres, ocultos en una riera, cerca de la aldea de Vilarig, a unos 23 km de Figueras. El día 10 de abril, Rovira les informa de la misión, asignando las fuerzas y los objetivos de los distintos grupos.

Avanzada la madrugada del día 10 al 11, el primer pelotón, al mando del capitán José Casas y haciendo uso de las llaves falsas, entró por los almacenes, desarmando a la guardia principal. Los demás grupos se distribuyeron por las murallas y dependencias, neutralizando los vigías, y ocupando los cuarteles de infantería y artillería. El gobernador François G. Guillot* fue prendido en su aposento. En poco más de una hora quedó recuperado el castillo, con la guarnición prisionera. Nuevas fuerzas entraron para reforzar la defensa ante la segura respuesta de los desconcertados militares franceses.

* A Napoleón no debió sentarle nada bien el descuido del gobernador Guillot, quien fue arrestado, conducido preso a Perpignan y condenado en 1813, a la pena de muerte, que no llegó a cumplirse.   

La toma del castillo de san Fernando, principal centro de intendencia de la zona, sirvió para nutrir de armas, municiones, provisiones y caudales a los patriotas catalanes, y para diferir momentáneamente, otras operaciones militares de los imperiales, aunque como contrapartida, también ocasionó la dispersión de las fuerzas españolas, tan necesarias para contener a los franceses en el sitio de Tarragona. 

Retrato del Barón de Eroles
Dibujo de Ramón Planella
Grabado de André Joseph Mercou
Retoques: recorte lmna. color digitalizado
Fuente: Biblioteca Digital Memoria
de Madrid  
Días después de la toma de Figueras, el inquieto barón de Eroles, Joaquín Ibáñez Cuevas y de Valonga, al frente de su cuerpo de caballería, tomaría los fuertes de Castellfollit y Olot, haciéndose con más de 500 prisioneros y los recursos disponibles, consiguiendo entrar en Figueras el 16 de abril, reforzando la defensa de la fortaleza, que ya estaba sitiada por los imperiales.

Figueras era un enclave fundamental para el ejército invasor y Napoleón, al que disgustó enormemente la pérdida de la ciudadela, dispuso el despliegue de unos 14.000 soldados para su recuperación.

Después de la afortunada intervención, los españoles no pudieron mantener la ventaja obtenida, y el 3 de mayo, el marqués de Campoverde, que había acudido con su ejército a socorrer la plaza, llevando suministros, tras conseguir el repliegue enemigo a la población de Figueras, cayó en la trampa de aceptar una tregua mientras se parlamentaba las rendición francesa de la ciudad, lo que posibilitó la llegada de refuerzos franceses, que sorprendieron a las fuerzas españolas, ocasionando la pérdida de más de 1.000 hombres.

La ciudad de Figueras volvió a manos francesas, pero no el castillo de san Fernando, donde el brigadier Martínez, se hizo fuerte, junto con unos 5.000 hombres, entre migueletes, paisanos y tropas regulares, que resistieron el sitio durante meses, hasta su rendición el 19 de agosto de 1811.  

Día 15. Toma de Olivenza por el el ejército anglo-luso. Tras intimar la rendición de la plaza el 9 de abril, sin que los franceses accedieran, las tropas del general Beresford procedieron al asedio y bombardeo de la antigua ciudad portuguesa. Quedó encargado de la misión, el general Galbraith Lowry Cole, mientras Beresford desplegaba parte de sus regimientos para cortar la comunicación con Badajoz, y la posible llegada de refuerzos.

La conquista de la antigua ciudad portuguesa sin intervención de fuerzas españolas, propició que soldados lusos con apoyo de los oliventinos, izaran la bandera portuguesa y  reivindicaran su reintegración a Portugal. Tres días después, gracias a la intermediación de sir Arthur Wellesley*, la bandera española sustituía de nuevo a la portuguesa.  

* En el mes de marzo, el embajador inglés, Henry Wellesley, había solicitado a la Regencia, que el mando militar de las provincias españolas  lindantes con Portugal, estuvieran bajo el mando de su hermano Arthur Wellesley. La petición puso en un difícil compromiso al Gobierno, que llevó el asunto a las Cortes, que decidieron por unanimidad negarse a la solicitud. La realidad sin embargo fue que sir Arthur Wellesley actuó como si fuera el capitán general de las tropas aliadas, llevando la iniciativa y toma de decisiones en la campaña bélica.

Día 23. El rey José parte de Madrid camino de Francia. Falto de estímulos, lejos de su esposa y familia, ninguneado por su hermano, sin autoridad sobre las decisiones importantes del reino que debía gobernar, José I decide viajar a Paris, esperando obtener alguna solución de Napoleón, para su precaria situación como rey de España.  

Mayo

Día 4. Sitio de Tarragona. En el mes de enero, Napoleón había encomendado al general Suchet, la toma de Tarragona, la única población catalana importante que restaba por controlar por el ejército imperial, y cuya importancia estratégica era vital para las fuerzas españolas que luchaban contra los franceses. La guarnición de la ciudad la componían unos 6.000 efectivos, a los que había que añadir los procedentes de la leva forzosa, y paisanos. Era gobernador militar, don Juan Caro.

Desde el 24 de abril, Suchet había reorganizado y motivado a sus fuerzas, pagándoles un mes por adelantado y dotándolas de provisiones par seis días. El general Harispe, que había sustituido a Macdonald, agregó sus tropas al ejército principal. Tras asegurar las comunicaciones entre Lérida y el Campo de Tarragona, Suchet estableció el 2 de mayo el cuartel general en la ciudad de Reus, donde se les unieron nuevas tropas procedentes de Tortosa.

El día 3, el ejército napoleónico avanzó hacia Tarragona, a unos 10 km de Reus, y el día 4, la imperial ciudad quedó sitiada por tierra, quedando libre por mar, gracias a la flotilla de barcos ingleses que permanecían vigilantes frente a la costa. Las tropas francesas superaban los 20.000 hombres.

Composición realizada en base al plano de Alexander Keith Johnston (1804-1871)
y datos auxiliares de los planos del sitio del mariscal Suchet (1770-1826) y el contenido
en el Atlas de la Guerra de la Independencia de José Gómez Arteche (1821-1906)
Retoques: recorte lámina, coloreado parcial digitalmente
Fuentes: BNE y Gallica.bnf.fr/BnFGa 

Las defensas de Tarragona, cuyo estado era ruinoso al comienzo de la invasión, se habían reparado y reforzado parcialmente, añadiendo nuevos elementos defensivos, como el nuevo fuerte del Olivo, ubicado en una de las colinas de las afueras, dotado con unos 47 cañones y considerable guarnición. La anulación del fuerte sería uno de los primeros propósitos de los sitiadores. Otro fuerte, en la orilla izquierda del río Francolí, protegía la entrada al puerto.

Controlar la costa, por donde podían llegar refuerzos y recursos para los sitiados, era tarea difícil de conseguir, por la vigilancia de la flotilla inglesa, pese a ello y amparados en la noche, los imperiales consiguieron establecer el día 8, un puesto fortificado junto al mar.

El marqués de Campoverde y sus tropas en número de unos 4.000 hombres, que desde Figueras habían embarcado en Mataró, entraron a Tarragona el día 10 de mayo, con la lógica alegría de los sitiados.

El día 18, un numeroso contingente de tropas sitiadas hizo una salida en la zona del río Francolí, consiguiendo desbaratar trabajos de los enemigos y producirles pérdidas humanas y artilleras. En paralelo con el sitio de Tarragona, por toda Cataluña, se sucedían hechos bélicos que, si bien no resultaban definitivos, complicaban las posiciones francesas y atrasaban los objetivos de éstas.

El fuerte del Olivo seguía siendo objeto de continuas acometidas y bombardeos, a los que la guarnición respondía con contraataques. En uno de estos enfrentamientos, resultó muerto de una bala de fusil, el general francés Jean-Baptiste Salme.

Finalmente, abierta brecha en los muros del fuerte, al anochecer del día 29, sorprendentemente, los franceses consiguieron introducirse mezclados con la guarnición de relevo, provocando la confusión entre los defensores y dando lugar a un combate cuerpo a cuerpo, en el que, asistidos por la llegada de nuevos refuerzos, los soldados napoleónicos pasaron a cuchillo a gran número de combatientes españoles. Al día siguiente, desde la ciudad, los sitiados intentaron la recuperación del fuerte, sin lograrlo.

Vista de Tarragona desde el camino de Valls
Retoques: recorte lámina, limpieza, color digitalizado
Fuente: Mémoires du maréchal Suchet.
Source gallica.bnf.fr/BnF

La pérdida del fuerte del Olivo debió causar gran desánimo entre los defensores, y el mismo día 30, el marqués de Campoverde, convocó a los principales jefes y a los miembros de la Junta Suprema de Cataluña, para debatir sobre la situación y modo de mantener la ciudad, llegando al convencimiento de que los sitiados no podrían aguantar mucho más. Para sorpresa de los habitantes, Campoverde embarcó al día siguiente junto con su estado mayor, dejando al mando de la plaza al general Senén de Contreras, llegado días antes desde Cádiz. Para mayor abatimiento de los tarraconenses, las fuerzas valencianas recientemente llegadas, se reembarcaron para acompañar a Campoverde, partidario de levantar el asedio francés desde fuera de la ciudad.

En días sucesivos, los franceses fueron cerrando el cerco; el 2 de junio se hicieron dueños del baluarte de Orleans, montando piezas artilleras que empezaron los disparos al amanecer del día 7, el fuerte del Francolí fue ocupado y sirvió para montar una batería de seis piezas.

A la desesperada, en la noche del día 11 de junio, el general Pedro Sarsfield lanzó un contraataque con unos 3.000 soldados, causando enormes daños a las construcciones de los franceses, resultando herido en la refriega.

Mientras Tarragona iba debilitándose, las fuerzas de Campoverde, el barón de Eroles y las partidas de somatenes y migueletes, intentaban distraer fuerzas del enemigo, pero el mariscal Suchet, aunque no perdía de vista a los españoles, seguro de la superioridad de sus fuerzas, no entró en el juego de Campoverde.

Último episodio de la toma de Tarragona: combates delante de la catedral
Ilustración de H.F.E. Philippoteaux (1815-1884)
Retoques: recorte lámina, color digitalizado
Fuente: A. Thiers, Histoire de l'Empire
Source gallica.bnf.fr/BnF

El día 21, las tropas invasoras acometieron en masa la entrada en la ciudad, distrayendo a los defensores en dos puntos mientras que entraban el mayor número de asaltantes, por tres brechas abiertas por los bombardeos. Pese a la fuerte resistencia de los sitiados, cuatro columnas enemigas consiguieron entrar, siendo rechazada la que avanzaba por la costa. Los franceses acuchillaron a cuantas personas se les puso por delante, militares o paisanos, llegando a causar más de 2.000 muertos, y se dedicaron al saqueo habitual, pegando fuego a los edificios y almacenes portuarios.

Los habitantes que pudieron, se acogieron a la parte alta de la ciudad, mientras que la flotilla inglesa intentaba ayudar, acercándose a la costa y abriendo fuego contra los puestos enemigos.

Alguna esperanza, pudieron albergar los tarraconenses, cuando el día 26, se presentó una escuadra inglesa enviada por la Regencia desde Cádiz, para auxiliarlos. Embarcado iba el regimiento 2/47th, al mando del coronel John Byne Skerrett, quien ya dentro de la plaza hizo comprobar por sus especialistas, la situación de las defensas y el estado general de los sitiados, juzgando que en aquéllas condiciones la ciudad era indefendible, por lo que reembarcaron rumbo a Cádiz.

Tantos abandonos por quienes debían prestar ayuda, no ayudaban a sostener la firmeza en la defensa. El día 28 de junio quedaron rotos los muros de la parte alta, y el gobernador tomó la decisión de evacuar al atardecer. Enterados los franceses, anticiparon un asalto general, que empujaron a los sitiados hasta la catedral, llena de enfermos, heridos, mujeres y niños, que fueron perseguidos y masacrados sin piedad alguna.

Huida por mar de los habitantes de Tarragona
Litografía de J. Serra (Joaquim Serra i Llobet?)
Retoques: recorte lámina, limpieza
Fuente: Cataluña. Historia de la guerra de la Independencia en el antiguo Principado.

Quienes pudieron escapar y alcanzar la costa, fueron recogidos por los navíos ingleses, mientras que el resto de la guarnición fue hecha prisionera, incluido el gobernador, Senén Contreras, herido, quien fue trasladado a Francia y encarcelado. El asedio costó la vida de más de 5.500 personas y los vencedores se hicieron con un enorme botín de guerra.

La errática actuación de Luis González-Torres de Navarra, marqués de Campoverde, mereció el rechazo de quienes antes le habían encumbrado, y la Regencia, el día 17 de junio, nombró para sustituirle al frente de las mermadas fuerzas catalanas, al general Luis Lacy.  El éxito logrado por el general Suchet le valió el nombramiento de mariscal imperial. Su siguiente misión sería anular Montserrat y conquistar Valencia. 

Día 5. Batalla de Fuentes de Oñoro (Salamanca). Los combates de esta batalla se dieron entre los días 3 y 5 del mes de mayo, y enfrentaron al combinado anglo-portugués de sir Arthur Wellesley con las tropas francesas de André Massena.

Tras la retirada de las tropas napoleónicas de Portugal, únicamente quedó guarnecida por soldados galos, la ciudad fortificada de Almeida, aunque sitiada y aislada para proveerse de alimentos, armas, munición y equipos.

Massena, tras su accidentado periplo, había acampado con su ejército en tierras salmantinas y zamoranas, donde fue recuperándose de su precaria situación. Reforzó las tropas con la incorporación de dos divisiones de infantería y la caballería del noveno regimiento, así como cerca de 12.000 militares de élite, al mando del mariscal Jean-Baptiste Bessières. El 30 de abril quedó concentrado en Ciudad Rodrigo, el reorganizado ejército francés.

Batalla de Fuentes de Oñoro
Aguatinta de T Sutherland  (1785-1838)
Fuente: The Martial Achievements of Great Britain and Her Allies
Biblioteca Nacional de España

Las fuerzas conjuntas anglo-portuguesas estarían compuestas por unos 45.000 hombres, incluyendo 1.500 jinetes. Por su parte, la armada imperial estaría formada por unos 42.000 soldados, de los cuales 5.000 pertenecerían a la caballería. El número de piezas artilleras por ambos bandos sería similar, en torno a los 45-48 cañones. Las fuerzas españolas intervinientes en la batalla, serían de la partida o brigada de Julián Sánchez, "El Charro"

La intención de Massena era socorrer la ciudad de Almeida, abasteciéndola con un importante envió de víveres y suministros. Para conseguirlo, debería liberarla del asedio anglo-luso, y contrarrestar los previsibles ataques de las tropas de sir Arthur Wellesley.

El futuro duque de Wellington, decidió asegurar el bloqueo de Almeida, presentando batalla a Massena, eligiendo la población de Fuentes de Oñoro, como centro de su estrategia.

El general francés comenzó su avance desplegando sus regimientos en una larga línea de , que abarcaba desde el sur del fuerte de la Concepción hasta el sur de Fuentes de Oñoro, con un frente de unos 11-12 km. Por su parte, las tropas anglo lusas se desplegaron en otro largo frente de 9-10 km, concentrando el mayor número de tropas en Fuentes de Oñoro. La partida de Julián Sánchez, quedó distanciada al sur, a modo de despiste, para distraer efectivos de la poderosa caballería francesa. 

El día 3, los franceses concentraron sus esfuerzos en capturar el pueblo, y tras los violentos enfrentamientos, al caer la noche, únicamente controlaban la localidad de Alameda, al norte, y unos pocos edificios en la parte baja de Fuentes de Oñoro. 

El día 4, sirvió para recuperar muertos y heridos, para hacer un reconocimiento más amplio del terreno, y reposicionar las fuerzas de ambos contendientes. Mientras, los carros con los víveres y bagajes aguardaban en la retaguardia, en la localidad de Gallego.

Batalla de Fuentes de Oñoro
Ilustración de H.F.E. Philippoteaux (1815-1884)
Retoques: recorte lámina, color digitalizado
Fuentes: A. Thiers, Histoire de l'Empire 
Source gallica.bnf.fr/BnF

Tras analizar los movimientos franceses, sir Arthur Wellesley intuyó que los franceses despejarían la zona al sur de Poço Velho para cruzar el riachuelo Dos Casas, y ocupar una altura privilegiada.  La vulnerabilidad del sur de Fuentes Oñoro, hizo necesario extender el frente anglo-luso, dispersando en exceso la línea de combate. 

Amaneció el día 5 con ambos ejércitos reforzados en los frentes más vulnerables. La brigada del general Maucune inició el ataque francés internándose en los bosques y pueblo de Poço Velho, atacando y dispersando a los francotiradores. A su vez, la caballería del general Montbrun acometió a los lanceros de Julián Sánchez, que tuvieron que retirarse de su posición.

Con las ventajas obtenidas sobre el terreno por los franceses, Wellesley decidió cambiar de táctica para asegurar la defensa de Fuentes de Oñoro, en cuya conquista se concentraron los imperiales, sin poder conseguirlo. Los combates duraron hasta la noche, sin que resultase un claro vencedor, si bien por el resultado final, pudiera hablarse de una victoria del bando aliado, al impedir el abastecimiento de Almeida.

Galope del capitán Norman Ramsay con la Royal Horse Artillery
a través de las líneas enemigas para asegurar la artillería ligera

Cromolitografía de Richard Caton Woodville (1856-1927)
Fuente: National Army Museum

La batalla significó la pérdida de 1.522 soldados muertos, heridos o prisioneros, entre británicos, portugueses y españoles. Las tropas napoleónicas perdieron unos 2.150 hombres.

Los franceses se retiraron el día 8. El día 10 evacuaron Almeida y ese mismo día, Massena fue relevado del mando del ejército de Portugal, siendo sustituido por el mariscal Marmont. 

Día 16. Batalla de La AlbueraLa ocupación de la estratégica plaza de Badajoz por los franceses, el 11 del mes de marzo, alteró los planes de Arthur Wellesley para proteger Portugal de futuras invasiones imperiales. Con las tropas del mariscal Nicholas Jean de Dieu Soult en camino, procedentes de Andalucía, urgía recobrar la ciudad, pieza fundamental para el control de Extremadura.

El futuro duque de Wellington, pendiente de la evolución de las tropas de Massena y Bessières en el frente del rio Coa, encargó al general William Carr Beresford la recuperación de Badajoz, quien, necesitado de refuerzos, pidió al general Castaños la colaboración de fuerzas españolas.

Retrato de sir William Beresford
Cuadro inacabado (1812)
Autor desconocido
Fuente: National Army Museum

A partir del 3 de mayo fueron confluyendo en el entorno de la ciudad, tropas del general Stewart, piezas artilleras, y dos escuadrones de zapadores bajo las órdenes del ingeniero Fletcher, bajo cuya dirección se habían levantado las defensas de Torres Vedras. Posteriormente fueron llegando sucesivas fuerzas, incluyendo 2.000 militares españoles, bajo el mando del general Carlos de España.

Para la campaña de Extremadura, Arthur Wellesley había reclamado a la Regencia el concurso de fuerzas españolas.  A las escasas tropas del general Castaños, debían unirse las del general Blake, que habían desembarcado el 18 de abril, en Ayamonte, procedentes de Cádiz. También se agregarían, las divisiones tercera y cuarta de Francisco Ballesteros y José de Zayas, la vanguardia de José de Lardizábal, y la caballería de Casimiro Loi. En total unos 12.000 hombres, incluyendo unos 1.200 jinetes y 12 piezas de artillería.    

Para el 14 de mayo, el mariscal Soult, que aunque había acelerado la marcha de su ejército desde Sevilla, perdió una jornada al seguir el camino de Mérida, acampó entre Villafranca de los Barros y Almendralejo, acompañándole unos 20.000 soldados de a pie, unos 3.300 jinetes y 40 piezas de artillería.

A los sitiadores de Badajoz se les acababa el tiempo, y además eran contraatacados por algunas salidas francesas, que les causaban graves daños y bajas, pagando la inexperiencia en las maniobras de asedio. Urgía evitar el avance de Soult, y las fuerzas aliadas paralizaron las obras del sitio. El día 13 comenzó la retirada de tropas que se completó el día 15. La tentativa costó a los aliados unas 700 bajas, entre muertos y heridos.

Beresford* reunió a su estado mayor, y a los mandos españoles, en Valverde de Leganés, para planificar la actuación frente al ejército de Soult. Como lugar idóneo para plantear batalla eligieron la zona de La Albuera, pequeña población situada sobre una corta elevación, a orillas del río Nogales-Albuera, en el camino de Badajoz.

·    *En el memorando elaborado por Wellington para regular las relaciones de colaboración entre las fuerzas aliadas, figuraba, entre otros puntos, el referido al mando supremo de las tropas cuando lucharan coaligadas, disponiendo que el mismo debiera ejercerlo el general más autorizado, de mayor antigüedad y graduación. William-Carr Beresford ostentaba el mando del ejército anglo-hispano-luso, por cesión del general Castaños, quien argumentó que el general con mayor número de fuerzas aportadas debía ostentar el liderazgo conjunto.

Plano de la batalla de Albuera
Fuente: Atlas de la Guerra de Independencia. Gral. Arteche
Ministerio de Defensa
El 15 de mayo llegaron los primeros regimientos de las fuerzas aliadas, que fueron ocupando las posiciones acordadas. El ejército anglo-hispano-luso, se componía de más de 33.000 efectivos, incluyendo unos 2.500 caballos y 32 piezas de artillería. Del total de fuerzas, algo menos de la mitad eran españoles, y el resto, británicos, portugueses, alemanes e irlandeses. Por su parte, Soult adelantó a la caballería, que mantuvo algunos escarceos.

·   La tardanza en llegar al sitio, o la premura con la que se presentaron los franceses, impidieron preparar unas líneas de defensas estáticas a las tropas aliadas. Los combatientes españoles, bajo el mando del general Blake, quedaron en el ala derecha del frente, la división inglesa del general Stewart, ocuparon el centro, y la división portuguesa mandada por el general Hamilton, la izquierda. Otras fuerzas, formaron en segunda línea, en zonas elevadas.

Sobre las 8 de la mañana de un 16 de mayo nublado, comenzaron los movimientos enemigos en las cercanías del pueblo, intentando distraer las verdaderas intenciones de Soult, que pretendía atacar el flanco derecho, obstaculizando las posibles salidas de los aliados, envolviéndolos. Beresford, Castaños y Blake que pensaban que los franceses atacarían por el centro, pronto se dieron cuenta de que el enemigo atacaría por la derecha.

Los españoles maniobraron eficazmente reorganizando sus posiciones, Zayas y su división, con parte de la de Cole, se desplegaron en una colina alejándose del frente, y apoyados por las fuerzas de Lardizábal. La división de Ballesteros formaba el extremo izquierdo. Dos líneas se formaron girando casi 90 grados la posición inicial. Hamilton con los portugueses se añadieron a la primera línea. Mientras Soult mandaba atacar el flanco derecho, la brigada del general Nicolas Godinot amagaba un ataque sobre Albuera.

La bandera (The Flag-Albuhera)
Óleo de William Barns Wollen (1857-1936)
Fuente: National Army Museum

La caballería francesa al mando del general Marie-Victor-Nicolas de Faÿ, Marquis de La Tour-Maubourg, había avanzado, ocupando una pequeña elevación con artillería ligera. Al fuego artillero y movimientos envolventes de la caballería imperial, se unieron las tropas de a pie que habían quedado ocultas en un bosque, acompañadas de artillería pesada. El grueso de combatientes entraron en batalla.

Los cañones del enemigo abrían fuego contra las tropas y pronto abrieron brecha en el regimiento de Carlos de España, pero su posición fue ocupada por el regimiento de Irlanda al mando de Zayas, que pudo parar el avance francés, y con el refuerzo de la caballería del general Stewart, se les hizo retroceder. Sin embargo, la acometida de dos regimientos de húsares franceses y los temibles lanceros polacos, arrolló a la retaguardia inglesa del coronel John Colborne, que cayó prisionero junto a varios centenares de soldados. Solo un batallón pudo salvarse a tiempo.

Eufóricos por lo que creían victoria, la caballería francesa avanzó a galope entre la primera línea de españoles y la segunda de ingleses. Los británicos hicieron una andanada de disparos contra los polacos, afectando a las tropas hispanas, que pese a todo mantuvieron el puesto. Emparedados entre las dos líneas enemigas, los jinetes polacos sucumbieron.

Tras el lance inicial en el que el éxito estuvo repartido entre los contendientes, las columnas francesas se recompusieron, y atacaron de nuevo con la reserva. Por su parte, los aliados formaron en línea y el combate se convirtió en una batalla extendida, según el modo tradicional. Siguieron varias horas los enfrentamientos, terminándose las municiones de algunos batallones. Un fuerte aguacero vino a complicar aún más la situación.

Entre los aliados se mantenían las posiciones, como si hubiera una competición por ver quien aguantaba más. Una brigada portuguesa mandada por Harvey, rechazó vigorosamente un ataque de la caballería francesa, permitiendo el avance de toda la línea ofensiva del ejército coaligado.

En el pueblo de La Albuera, se disputó el paso del puente, con ataques y contraataques de unos y otros, que no resolvían con claridad el resultado.

Los ataques en masa de las columnas francesas sufrían grandes pérdidas, y varios altos mandos cayeron muertos o heridos. Finalmente, las tropas imperiales, protegiéndose con la artillería y soldados del general Lumley, se replegaron.

Los aliados que se encontraron con una aparente victoria, no hostigaron de manera decisiva a las tropas enemigas en retirada. Dado que las fuerzas de a pie fueron las que inclinaron la balanza a favor, tocaba a la caballería rematarla, circunstancia que no ocurrió. Sobre las cuatro de la tarde, cesaron las hostilidades.

La batalla constituyó una masacre para ambos bandos. Las cifras de las bajas, como ocurre siempre, varían en función de los partidarios de uno u otro ejército. El total de muertos y heridos de los contendientes fue de unos 15.000 hombres. Soult no aceptó la derrota y para demostrarlo permaneció acampado frente a La Albuera hasta el día 18.

Los combates de La Albuera, constituyeron una de las batallas más controvertidas y excepcionales de la Guerra de la Independencia.

Un libro significativo sobre la batalla y otros aspectos de la contienda: Albuera 1811: The Bloodiest Battle of the Peninsular War. Guy Dempsey. 

Día 25. Acción de la sierra de Arlabán. Tras el fracaso del mariscal Massena en Portugal y su caída en desgracia, partió hacia Francia, llevando consigo un importante convoy, con el resultado de los expolios y saqueos al que tan aficionados eran los generales franceses. En la comitiva viajaban soldados heridos, de regreso a su país, junto con una numerosa escolta de militares y 1.042 prisioneros, entre españoles, ingleses y otras nacionalidades.

La partida de Espoz y Mina sorprende a los franceses en la Sierra de Arlabán
Ilustración de José Passos (1862-1928)
Imagen retocada y coloreada digitalmente
Fuente: Historia de España en el siglo XIX
Fco. Pi y Margall, Fco. Pi y Arsuaga
Biblioteca Nacional de España

Enterado Francisco Espoz y Mina de la comitiva, esperó con su gente en el paso de la Sierra de Arlabán, entre las provincias de Alava y Guipúzcoa, dejando pasar al grueso de tropas enemigas, y sorprendiendo a la retaguardia de la expedición, liberó a los prisioneros. Para mayor frustración de Massena, la acción costó la vida a numerosos soldados de su escolta, y la pérdida de los carruajes, con los objetos y dineros expoliados, en la desafortunada campaña portuguesa.

Continúa en cap. 20 (Pdte.)

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- Gazeta Ministerial de Sevilla 

- Gazeta de Madrid 

- Gazeta de la Regencia de España e Indias 

- El Conciso de Cádiz

 Webs:

 Real Academia de la Historia

 Instituto de Historia y Cultura militar

The Napoleon Series